El grupo de investigación ‘Coexistencia para la Conservación’ del IMIB —Universidad de Oviedo, CSIC y Principado de Asturias—concluye que las estadísticas oficiales reflejarían bien las especies envenenadas, pero no logran detectar ni el número de especies ni la abundancia de individuos que podrían verse afectados en cada evento de envenenamiento
Los investigadores han comparado los datos oficiales con la información obtenida del seguimiento en campo de cebos simulados colocados en 19 áreas distribuidas por todo el territorio nacional
El trabajo destaca la importancia del zorro como especie centinela del envenenamiento de fauna, junto a otras especies comunes como los córvidos, martas y garduñas
El estudio, realizado en colaboración con el Instituto de Investigación en Recursos Cinegéticos (IREC, CSIC-UCLM-JCCM), la Universidad Autónoma de Madrid, la Universidad de Burgos y el Centro Tecnológico Forestal de Cataluña, ha sido publicado en la revista ‘Biological Conservation’
Un equipo del Instituto Mixto de Investigación en Biodiversidad (IMIB), centro de la Universidad de Oviedo, el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), y el Principado de Asturias, ubicado en el Campus de Mieres, ha evaluado las fortalezas y debilidades de las estadísticas oficiales que registran los casos de fauna envenenada. Los investigadores del grupo Coexistencia para la Conservación han comparado los datos oficiales con la información obtenida del seguimiento en campo de cebos simulados colocados en 19 áreas distribuidas por el territorio nacional.
Los resultados del trabajo muestran que, si bien las bases de datos oficiales reflejarían bien las especies envenenadas, no logran detectar ni el número de especies ni la abundancia de individuos que podrían verse afectados en cada evento de envenenamiento. El estudio, realizado en colaboración con personal del Instituto de Investigación en Recursos Cinegéticos (IREC, CSIC-UCLM-JCCM), de la Universidad Autónoma de Madrid, de la Universidad de Burgos y del Centro Tecnológico Forestal de Cataluña, ha sido publicado en la revista Biological Conservation, de máximo impacto en su área del conocimiento.
Los investigadores recuerdan que el envenenamiento de fauna amenaza la conservación de multitud de especies silvestres en todo el mundo y es, además, un riesgo para los seres humanos y los animales domésticos. En España, algunos casos de envenenamiento están tipificados como delito, según el artículo 336 del Código Penal, que establece penas de prisión de cuatro meses a dos años o multa de ocho a 24 meses.
La adecuada detección del envenenamiento de fauna es crucial para luchar contra esta amenaza, desde su prevención a su persecución. Sin embargo, su naturaleza críptica supone un desafío a la hora de monitorizar convenientemente los casos de envenenamiento. Evaluar la representatividad de los datos recopilados ayuda a identificar sus debilidades de cara a mejorar, por ejemplo, las acciones de vigilancia ambiental.
El estudio liderado por la Universidad de Oviedo ha tomado como ejemplo la extensa y exhaustiva base de datos de fauna envenenada del programa ANTÍDOTO, recopilada por WWF-España y SEO/BirdLife, para valorar la efectividad de este tipo de registros oficiales, que suelen ser la base para delinear estrategias de lucha contra el uso ilegal del veneno por parte de las administraciones competentes.
Márgenes de mejora
La investigación muestra que, aun contando con una gran cantidad de datos oficiales de envenenamiento de fauna a escala nacional, hay margen de mejora en cuanto a la detección de casos. “Cabe destacar la importancia del zorro como especie centinela del envenenamiento de fauna, tanto deliberado como secundario. Por tanto, la detección de casos de uso de veneno mejoraría prestando atención a la presencia de zorros muertos en el campo durante las tareas de vigilancia, junto a otras especies comunes como los córvidos, martas y garduñas, entre otros, y recogiendo estos animales muertos siguiendo los protocolos establecidos para poder analizar la presencia de tóxicos”, señala María Fernández García, primera autora de este trabajo, que forma parte de su tesis doctoral en la Universidad de Oviedo. “Los sesgos relacionados con la detectabilidad y con el propio observador pueden estar detrás de la baja representatividad de las especies comunes y generalistas en los registros oficiales.
Por el contrario, las especies protegidas están mejor representadas ya que suelen despertar un mayor interés y están vinculadas a proyectos de conservación y de seguimiento GPS, lo que puede facilitar que se abra una investigación oficial”, añade la investigadora.
De hecho, los resultados del trabajo pueden contribuir a mejorar la recopilación de datos de envenenamiento de fauna, complementando iniciativas existentes como la Red Centinela contra el Furtivismo puesta en marcha por el Principado de Asturias en colaboración con investigadores del mismo grupo de investigación del IMIB y que incluye el seguimiento con emisores GPS de varias especies de grandes carnívoros y aves carroñeras.
Patricia Mateo Tomás, otra de las autoras del estudio y profesora de la Universidad de Oviedo, destaca que “esta red centinela ha equipado con GPS a especies que, como el buitre leonado, se encuentran entre las más afectadas por el uso ilegal de veneno, y que, como indica el estudio, son buenas centinelas de esta amenaza en grandes extensiones de terreno”.
El veneno también se utiliza para perseguir ilegalmente al lobo, otra de las especies que se equipa desde hace años con dispositivos GPS en la citada red centinela. “Los ejemplares con GPS han actuado como centinelas de diversos tipos de furtivismo que puede sufrir la especie en Asturias, desde veneno a lazos y disparos ilegales.
Los lobos de la red centinela han permitido identificar en los últimos años, tres zonas donde se utilizaban lazos en el Principado de Asturias, lo que ayuda a orientar las labores de vigilancia y lucha contra el furtivismo”, explica José Vicente López Bao, científico titular del CSIC en el IMIB y otro de los firmantes del trabajo.
Para obtener una visión más completa del grado de amenaza que supone el envenenamiento de fauna y mejorar la eficacia de las acciones de prevención y persecución, los autores del estudio abogan por contar con protocolos sistemáticos de seguimiento y vigilancia de posibles casos de envenenamiento. Estos protocolos deben incluir el registro estandarizado de todos los casos sospechosos, para recopilar información de gran utilidad como la ubicación precisa del evento y el tipo de cebo utilizado, datos que todavía escasean en los registros oficiales.