Un estudio internacional liderado por la Universidad de Granada (UGR) ha demostrado mediante técnicas de Inteligencia Artificial (IA) que nuestra personalidad modifica la expresión de nuestros genes, arrojando así nueva luz sobre el viejo misterio de cómo interactúan cuerpo y mente.
Esta investigación, que se publica la revista Molecular Psychiatry (Nature), analiza cómo la personalidad de un individuo y su perspectiva de vida subyacente regulan la expresión de sus genes y, por ende, afectan a su salud y bienestar, y es la primera en medir la transcripción de todo el genoma relacionada con la personalidad humana.
El estudio de naturaleza multi e interdisciplinar, fue liderado por investigadores del Instituto Andaluz Interuniversitario de Investigación en Ciencia de Datos e Inteligencia computacional (DaSCI), el departamento de Ciencias de la Computación e Inteligencia Artificial de la Universidad de Granada (UGR), y el Instituto de Investigación Biosanitaria de Granada (ibs.Granada). Se llevó a cabo con la colaboración del Prof. Robert Cloninger (Universidad de Washington en St. Louis), investigadores de Baylor College of Medicine (Texas,USA) y del Young Finns Study (YFS, Finlandia).
El equipo internacional (compuesto por especialistas en Genética, Medicina, Psicología y Ciencias de la Computación) utilizó datos del Young Finns Study, un extenso estudio realizado en la población general de Finlandia durante cuatro décadas. Durante este período, recopilaron información relevante sobre la salud, la condición física y el estilo de vida de las personas. Además, sometieron a los participantes a exhaustivas evaluaciones de personalidad abordando tanto su temperamento (hábitos y reactividad emocional) como su carácter (metas y valores conscientes). Los resultados revelaron que ciertas perspectivas de vida promueven vidas sanas, satisfactorias y largas, mientras que otras conducen a vidas estresantes, enfermizas y cortas.
En el estudio se analizó la regulación de la expresión génica en estos individuos, considerando tres niveles de autoconciencia medidos a través de sus perfiles combinados de temperamento y carácter. Entre esos niveles los “no regulados” son personas dominadas por emociones irracionales y hábitos asociados con sus tradiciones y obediencia a la autoridad. Los “organizados” son individuos autosuficientes que pueden regular sus hábitos de manera intencionada y cooperar con otros en beneficio mutuo. Por último, los “creativos” son individuos auto trascendentes que integran sus hábitos para vivir en armonía con otros, la naturaleza o el universo, incluso si eso requiere sacrificio personal en ocasiones.
Dos descubrimientos clave
“En nuestra investigación hicimos dos descubrimientos clave sobre la expresión y organización de los genes según los perfiles de personalidad de estos individuos. En primer lugar, descubrimos una red de 4000 genes que se agrupaban en múltiples módulos que se expresaban en regiones específicas del cerebro. Algunos de estos genes ya los habíamos vinculado en estudios previos a la herencia de la personalidad humana. En segundo lugar, descubrimos que los módulos formaban una red funcional interactiva. Esta red es capaz de orquestar cambios en la expresión génica para adaptarse a condiciones variables internas y externas. Los módulos se activaban y desactivaban de manera flexible, facilitando la adaptación a los desafíos cotidianos que todos enfrentamos y coreografiando nuestro desarrollo.» indica la coautora principal, Coral del Val, investigadora de la Universidad de Granada.
Los investigadores demostraron que los cambios en los patrones de interacción entre estos módulos estaban orquestados por dos subredes. Una red regulaba la reactividad emocional (como la ansiedad y la preocupación), mientras que la otra red regulaba lo que una persona reconoce como significativo (como la producción de conceptos y lenguaje). «Lo más destacable es que las redes de emociones y significado están coordinadas por un centro de control compuesto por seis genes», explica Elisa Díaz de la Guardia-Bolívar, la otra coautora principal. Y añade: «resulta especialmente interesante que hayamos descubierto que los seis genes del núcleo de control se mantienen altamente conservados a lo largo de la evolución, desde los organismos unicelulares hasta los seres humanos modernos. Este hallazgo confirma su función beneficiosa en la regulación del funcionamiento de todas las formas de vida en la Tierra».
La identificación de estas redes génicas y de su núcleo de control para la regulación de la expresión génica en humanos tiene una importancia práctica, ya que señala el modo en que las personas pueden mejorar la calidad de su salud, su felicidad y su calidad general de vida cotidiana a pesar de los retos y el estrés a los que todos nos enfrentamos.
«En investigaciones previas, encontramos diferencias significativas en el bienestar entre personas pertenecientes a los tres grupos de personalidad, según su nivel de autoconciencia. Específicamente, aquellos con una autoconciencia más alta (grupo creativo) reportaron un mayor bienestar en comparación con los grupos organizado y no regulado. Ahora hemos demostrado que el nivel de autoconciencia también está fuertemente asociado con la regulación de la expresión génica en el mismo orden (creativo > organizado > no regulado). Esto sugiere que una persona puede mejorar su salud y bienestar cultivando una visión más autotrascendente y creativa de su vida», afirma Igor Zwir, de la Universidad de Granada. Aunque advierte que aún es necesario confirmar si la regulación de la expresión génica es el factor mediador en la asociación entre la autoconciencia y el bienestar, mediante intervenciones que refuercen la autoconciencia. No obstante, se ha comprobado que los tratamientos que fomentan una mayor autotrascendencia y mindfulness también contribuyen a mejorar todos los aspectos de la salud: física, mental, social y espiritual. Por lo tanto, es plausible que la regulación de la expresión génica sea el verdadero mediador en esta asociación.
Tal y como predijeron los investigadores, ciertos tipos de genes, como los factores de transcripción, los microARN y los ARN no codificantes largos, mostraron un amplio enriquecimiento en la red de integración molecular de 4000 genes. Sin embargo, el enriquecimiento más significativo se observó en un grupo de ARNs que se cree que desempeñaron un papel crucial en el origen de la vida celular. Estos ARNs tienen la capacidad de formar compartimentos sin membrana y llevar a cabo reacciones químicas, lo que les permite adaptarse rápidamente al estrés. A este proceso se le conoce como ‘separación de fases líquido-líquido (LLPS)’, y crea un biorreactor integral en el que se pueden sintetizar los productos químicos esenciales para la vida.
“Nos satisface descubrir las importantes funciones de distintos tipos de genes en la salud y personalidad. Es asombroso ver que la evolución ha conservado genes que se cree que fueron importantes en el origen de la vida permitiendo la creciente plasticidad, complejidad y conciencia que observamos en los seres humanos. Los innovadores métodos computacionales utilizados en este proyecto nos permiten estudiar sistemas biológicos complejos en seres humanos de una manera ética, no intrusiva y beneficiosa, con el objetivo de comprender cómo vivir de forma saludable” señala el profesor. Cloninger. Además, agregó que «estos hallazgos demuestran claramente que la mente y el cuerpo de una persona están profundamente interconectados. Cada uno influye en el otro, por lo que no están separados. Es importante reconocer que nuestro bienestar futuro no está totalmente determinado por nuestras condiciones pasadas o presentes; más bien, podemos cultivar nuestro propio bienestar en un proceso creativo lleno de posibilidades abiertas.»