Estos arácnidos, de no más de un centímetro y similares a los escorpiones pero sin cola ni aguijón, son los protectores de los suelos y habitan entre la hojarasca en cultivos de trigo, maíz, arroz y papa. En Colombia los investigadores de la UNAL han encontrado cinco especies distintas de estos “microescorpiones” de las 4.200 especies de subescorpiones que se supone que existen en el mundo.
Las cinco especies descubiertas son: Cystowithius florezi sp. nov., Parawithius bromelicola sp. nov., Oligowithius achagua sp. nov., Paciwithius valduparensis sp. nov. (nombrada así en homenaje al Acuerdo de Paz firmado entre el Gobierno y las FARC), Paciwithius chimbilacus sp. nov. Estos ejemplares forman parte de aquellos provenientes de regiones de Colombia como Puerto Gaitán (Meta), Málaga (Santander) y Valledupar (Cesar).
Aunque en apariencia estos bichos son como “primos lejanos” de los escorpiones, no tienen aguijón y mucho menos veneno, y su adaptabilidad a los ambientes es única; una muestra de esa tenacidad es que en el mundo existen 4.200 especies de pseudoescopriones, un número fascinante, pues es como existieran tantas clases distintas de seres humanos, impresionante, ¿verdad?
Pero eso no es todo: estos artrópodos son un eslabón irremplazable en la cadena alimenticia de los suelos, ya que se alimentan de las poblaciones de “piojos de libro” (llamados así porque aparecen entre papeles y documentos viejos consumidos por el moho) o de algunos colémbolos, insectos que pasan desapercibidos a simple vista y que se alimentan de hongos y materia orgánica en descomposición.
Esto es importante porque si las poblaciones de “piojos de libro” crecieran de manera descontrolada terminarían convirtiéndose en una plaga y en un dolor de cabeza para los agricultores, situación que no está muy lejos de la realidad, pues ya se han empezado a registrar disminuciones en algunas poblaciones de pseudoescorpiones a causa del incremento de las temperaturas en diferentes latitudes, y si ellos mueren, los piojos quedarán sin depredadores.
Las características de las nuevas especies son tan únicas, que para agruparlas fue necesario que un grupo de científicos creara un nuevo género (categoría de clasificación taxonómica), pues no se parecían a nada antes visto.
Los creadores del nuevo género son Catalina Romero Ortiz, doctora en Biología de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL), el profesor Carlos Eduardo Sarmiento, director del Museo de Historia Natural de la UNAL, y el investigador Mark Harvey, de la Universidad de Australia Occidental.
Nuevo género
Este importante hallazgo forma parte de un exhaustivo análisis y descripción de los especímenes de este animal guardados en la Colección Aracnológica del Instituto de Ciencias Naturales (ICN) de la UNAL, la más grande del país. Allí se realizó un estudio comparativo con todos los rasgos anatómicos registrados en estudios anteriores sobre cada uno de los especímenes evaluados.
Según la investigadora Romero, “el número de ejemplares que se tenían de cada ‘posible’ especie era variable, ya que de algunas como el Parawithius bromelicola sp. se tenían alrededor de 10 muestras, mientras que de otras solo una.
Esta última especie es tal vez una de las más interesantes, ya que rompe con todo lo que se conocía sobre estos arácnidos; parece tener una relación muy estrecha con las bromelias, flores reconocidas en el país por sus colores rosado o rojo intenso. Al parecer, a mayor presencia de bromelias también habrá más pseudoescorpiones.
“Las quelas o pinzas que tienen estas especies en la parte delantera del cuerpo –similares a las de los escorpiones– son más grandes. Además, el tamaño de sus genitales también es distinto y más delgado de lo normal, lo cual no estaba registrado para otras especies; por último, las glándulas que tienen en la parte del abdomen diferían en cantidad y volumen”, asegura la experta Romero.
Estos rasgos son determinantes, pues se ha encontrado que los animales guardan en sus pinzas la clave de su éxito reproductivo; estas son una especie de intermediario con el mundo sensorial y les sirve para atraer a su pareja; así mismo, en sus órganos sexuales tienen unos canales de esperma con los que la hembra interactúa durante la reproducción, por lo que el tamaño de los genitales influirá en ello.