La Asociación Amigos de la Alcazaba y el Conjunto Monumental de la Alcazaba siguen en su afán de proporcionar un mejor conocimiento, valoración y difusión de la Alcazaba, a través del ciclo ‘La Alcazaba que queremos”. En la última conferencia se abordó un tema sugerente ‘Una fortaleza milenaria o casi bimilenaria’, a cargo del historiador e investigador Antonio Gil Albarracín, quien ha puesto en tela de juicio el origen de este conjunto monumental y lo ha datado en dos mil años.
Antonio Gil Albarracín ha afirmado que “la Alcazaba de Almería, fortificación situada sobre una colina paralela al mar que llega a alcanzar cerca de un centenar de metros, es el emplazamiento que ha mantenido activa la defensa de la ciudad surgida a sus pies a lo largo de toda la historia. Tradicionalmente se afirmó que su origen, y el de la misma ciudad, era islámico, pero excavaciones arqueológicas realizadas en la última década, aún pendientes de su adecuada difusión, han acreditado un origen romano de la fortaleza y la misma ciudad. Noticia extraordinaria que retrasa casi un milenio el origen de la ciudad y de su fortaleza defensiva”.
El historiador considera que “la Alcazaba está muy minusvalorada en la imagen que se da de ella, pues en un edificio que puede tener una antigüedad de dos milenios, y sin embargo sólo se publicitan los 500 años del siglo X al siglo XV”. Gil Albarracín asegura que “las excavaciones se hicieron hace casi una década y busqué los informes en Delegación de Cultura y no me lo han sabido proporcionar la información”. Por eso, insiste en que “tiene una evolución que atraviesa no sólo la época islámica, sino el milenio anterior. Pero aún más, desde el año 1500 hasta el 2100 más de la mitad de la época es cristiana y sólo se dice que es un edificio musulmán”.
El historiador ha explicado que “desde el siglo XII en adelante se conserva una extraordinaria planimetría que permite conocer su evolución durante la mayor parte de su historia, en que ha mantenido su función militar, reactivada en las postrimerías del siglo XV, tras la incorporación a la corona de Castilla, con la construcción de un moderno fuerte artillero, que renovó su capacidad defensiva”.
Seguidamente, Gil Albarracín señala que “avanzado el siglo XX, obsoleta la fortificación para albergar funciones militares, fue declarada monumento en 1931 y una década más tarde comenzaron unas actuaciones contradictorias, sin estudio histórico científico, ni seguimiento arqueológico. La Alcazaba fue sometida a un desescombro bárbaro, a reconstrucciones historicistas, a labores de embellecimiento y a trabajos de mantenimiento, a menudo perjudiciales para la misma. El siglo XXI ha mejorado los criterios y las líneas de actuación, pero la Alcazaba de Almería aún carece de plan director razonable, tras el rechazo de lo redactado hasta ahora, que realce sus valores y oriente la gestión y actuaciones en el futuro, hecho que debería de ser subsanado lo antes posible”.