Manuel Galeote-López es Profesor de Filología Española, Italiana, Románica, Teoría de la Literatura y Literatura Comparada en la Universidad de Málaga.
Miguel Figueroa Saavedra es investigador del Instituto de Investigación en Educación de la Universidad Veracruzana de México.
El pasado año se conmemoró el quinto centenario del fallecimiento del humanista Elio Antonio de Nebrija (1441-1522), cuyo discípulo más importante en la América que habla español fue Alonso de Molina (1510-1579). Había llegado de niño a la Nueva España y aprendió la lengua náhuatl. Por eso pudo ayudar a los franciscanos en la comunicación con los indígenas. De mayor ejerció de gramático, lexicógrafo, intérprete-traductor y autor de obras religiosas y catequísticas (catecismos, confesionarios, etc.).
En la imprenta española recién implantada en México, en los talleres de un empleado de los Cromberger, se imprimió aquel vocabulario castellano-mexicano (o náhuatl) en 1555. No se imprimió, se ha extraviado o no llegó a completarse el manuscrito de la parte mexicana-castellana. Es posible que con la digitalización de nuestros días pueda aparecer esa contribución franciscana a la descripción lexicográfica del náhuatl.
El vocabulario conserva un título medieval: Aqui comiença un vocabulario en la lengua castellana y mexicana […] Se trata del primer diccionario de la lengua náhuatl y de la lengua española que se imprimió en toda América. Hoy, esta obra editada filológicamente y con respeto al incunable americano de 1555 permite el estudio del castellano y el náhuatl, juntos y en contraste.
La rápida publicación estuvo condicionada e impulsada, sin ninguna duda, por el inminente Primer Concilio Provincial Mexicano. Se estableció que la evangelización de la población originaria se realizaría en las lenguas de los naturales y de entre ellas, en náhuatl.
A la sombra del vocabulario humanista de Antonio de Nebrija, Molina confeccionó el suyo para que los franciscanos aprendieran la lengua de las nuevas tierras. La sección castellana es imprescindible para ilustrar el comienzo de la aventura del español en América y la etapa renacentista del náhuatl.
En este sentido no supuso solo el inicio del registro lexicográfico de lo que sería un día el español de México, sino también el registro y normalización de la lengua mexicana, del náhuatl moderno, que se consolidaría como lengua literaria y culta durante el Virreinato de Nueva España y en lengua nacional tras la independencia de México.
A este proceso contribuyó también Molina con la publicación en 1571 de su gramática de la lengua mexicana, que acompañó a una segunda edición de su diccionario como obra completa, ampliada, bidireccional y presentada en dos partes.
Entre los investigadores europeos fray Alonso ha sido un maestro “preterido”. Su temprano repertorio bilingüe novohispano no ha sido estudiado, ni tenido en cuenta para la historia de la lengua náhuat y castellana por los grandes maestros de la filología hispánica: S. Gili Gaya, P. Boyd-Bowmann, G. Friederici, M. Alvar López, J. Corominas, J.M. Lope Blanch y otros.
El Prof. Dr. Manuel Galeote (Universidad de Málaga, España) y el Prof. Dr. Miguel Figueroa-Saavedra (Universidad Veracruzana, México) han publicado los estudios introductorios del libro. La colaboración científica entre el experto en náhuatl y el de Historia de la lengua española posibilitó indagar en la microestructura lexicográfica, en la interacción náhuatl-castellano y ofrecer aquella una edición filológica nueva.
Los editores “han transliterado el primer Vocabulario de Molina sin cambiar grafemas y lo han puesto en tipos modernos para una lectura más fácil. No se altera el orden de la macroestructura ni se reordenan las palabras para alfabetizar algunos errores; se respeta la grafía de la época así como la acentuación. Es una edición respetuosa con el original”, según Ascensión Hernández de León-Portilla, que prologó el volumen hispano-mexicano, impreso en Madrid por la editorial Verbum.
Fray Alonso de Molina es una figura sobresaliente en la Lingüística misionera hispánica, que había trabajado con Andrés de Olmos y Bernardino de Sahagún, que revisó el vocabulario según indica el colofón, y con Hernando de Ribas, uno de los primeros gramáticos nahuas.