Según cifras recolectadas por el Proyecto Monitoreo de la Amazonia Andina (MAAP) en 2022 se deforestaron en esta región 1,98 millones de hectáreas, lo que representa un aumento del 21 % con respecto a 2021. Con 1,4 millones, 280.000 y 170.000 hectáreas respectivamente, Brasil, Perú y Colombia fueron los países con la mayor cantidad de área deforestada.
Dicha problemática es preocupante, ya que con esta actividad se pierde la biodiversidad de las especies de plantas y animales que habitan en los árboles, se aumenta la contaminación del aire y el agua, y además se puede reducir la cantidad de lluvia, lo que incrementa los escenarios de sequía.
La posible reducción de la cantidad de lluvia, que se relaciona con la disponibilidad hídrica, fue el escenario que investigó David Muñoz Marín, magíster en Ingeniería – Recursos Hidráulicos de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL), quien en su trabajo intentó entender y explicar cómo la deforestación del Amazonas afectaría la precipitación (cantidad de agua que cae a la superficie) en la zona de Suramérica tropical, compuesta por Brasil, Colombia, Ecuador, Perú, Surinam y Guyana, entre otros países.
Simulación climática
Uno de sus resultados parciales muestra que al cambiar el tipo de cobertura de los bosques de galería (característico del Amazonas) a las sabanas (compuestas principalmente por pastizales) habría una disminución de la cantidad de agua que se evapora en el suelo y la superficie cubierta por las plantas, lo que se denomina como “tasa de evapotranspiración”.
Para llegar a dicha conclusión, el investigador utilizó una simulación climática regional que permite estudiar el clima de una región específica. En dicho modelo utiliza dos escenarios, el primero denominado como “pi control”, o escenario de control preindustrial, llamado así porque las emisiones de CO2 a la atmósfera son similares a las que habían antes de la Revolución Industrial, y el segundo plantea un panorama de deforestación parcial en el Amazonas, en donde los bosques se han perdido. Con los panoramas dos el investigador proyectó cuáles serían los cambios en la disponibilidad hídrica por el cambio climático.
“En la zona norte de Suramérica tropical (Colombia, Guayana, Surinam) los cambios en la precipitación se dan durante el trimestre junio- agosto, mientras en la zona sur (Brasil, Paraguay y Uruguay) se ven entre diciembre y febrero”, expresa el investigador.
A través de la simulación encontró que en el escenario de deforestación total se da una disminución en la precipitación reciclada –lluvia que cae en un lugar después de haber sido evaporada de ese mismo lugar– en el suroeste de la cuenca Amazónica y en el occidente de Colombia. Aunque al este de Brasil también se presenta un aumento de este fenómeno.
Modelo matemático aplicado a la deforestación
El magíster utiliza el modelo matemático de reacción-difusión, que en su versión original describe cómo una o dos sustancias distribuidas en el espacio cambian bajo la influencia de dos procesos: las reacciones químicas locales –que provocan que las sustancias se transformen unas en otras– y la difusión, que hace que las sustancias se expandan en el espacio.
“En el caso de la vegetación lo que se hace es observar patrones y establecer relaciones, que aquí son el agua en el suelo y la vegetación. Partiendo de esas relaciones que uno establece en el área reactiva del modelo y asumiendo que tanto la vegetación como el agua se pueden expandir en el espacio, por medio de la difusión se pueden hacer simulaciones que arrojan resultados similares a los observados en la transición de bosques a sabanas”, explica.
Agrega que “los datos de las mediciones evidencian que la deforestación se da en la periferia de la Amazonia. En Colombia se ubican en las regiones amazónica y andina. Los datos proyectados indican que hay mayores probabilidades de deforestación en el sur de la cuenca Amazónica en el territorio brasileño”.
Por último, señala que “aunque los resultados de esta investigación son parciales y requieren un trabajo continuo de verificación, distintas evidencias han mostrado que si el Amazonas se sigue deforestando habrá consecuencias irreversibles”.