En medio de la creciente preocupación por la acumulación de desechos plásticos en el ambiente, investigadores la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) han constatado que las larvas del escarabajo Zophobas morio, conocidas popularmente como gusanos de la harina, podrían ser una solución eficaz para la biodegradación de poliestireno, uno de los plásticos más utilizados, y por ende más contaminantes en el mundo.
Pese a sus bondades, los residuos generados por la producción y disposición inadecuada del poliestireno, y debido a que este puede permanecer sin cambios en su estructura entre 100 y 1.000 años, lo convierten en un material altamente contaminante y nocivo para los ecosistemas y la humanidad.
Por su versatilidad, bajo costo y durabilidad, en las últimas décadas los polímeros sintéticos derivados del petróleo –como el poliestireno– han sustituido en gran medida a los materiales naturales, como por ejemplo el caucho, el látex, el hule y la celulosa (papel y cartón), tendencia que ha llevado a un aumento preocupante en la acumulación de plásticos en el ambiente.
En el país, el material es comercializado por la Industria Colombiana de Porosos con el nombre de icopor, que se puede encontrar de dos formas: extruido (XPS), que es más denso y se utiliza para hacer empaques como bandejas para frutas en supermercados, o expandido (EPS), más liviano y en forma de esferas, usado especialmente para soportar el embalaje de productos delicados.
Se alimentan de plástico
Además de servir como alimento para peces y serpientes, las larvas del gusano morio, originario de América Central y del Sur, podrían ser esenciales en el reciclaje, pues poseen en su intestino una enzima bacterianaque les permite alimentarse de poliestireno –material sólido y duro– y digerirlo.
Luisa María Martínez López, magíster en Ingeniería Ambiental de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) Sede Palmira, estudió la microbiota intestinal (o conjunto de bacterias que viven en el intestino) de las larvas de Z. morio, y mediante técnicas de análisis de datos identificó los microorganismos que descomponen de manera eficiente el poliestireno.
Las larvas pueden sobrevivir comiendo poliestireno como dieta parcial o total, pues gracias a las enzimas, bacterias y hongos de su microbiota intestinal, degradan esos compuestos en moléculas más inocuas para el ambiente.
Las técnicas utilizadas fueron la metagenómica, que estudia el genoma de una comunidad de microorganismos existentes en un entorno o ecosistema; y la metabarcoding, que permite conocer la composición de especies microbianas.
El análisis metagenómico permitió identificar que el género Spiroplasma presentó una abundancia relativa de 61,6 %, seguido de Pantoea (19,3 %), Enterobacter (5 %) y Pseudarthrobacter (4,7 %). Otros géneros presentes fueron Kluyvera georgiana, Enterococcus sp., Bacillus sp., Clostridium sp. y Romboutsia sp.
Según la magíster, “los géneros encontrados son los microorganismos más promisorios que influyen en la biodegradación; estos resultados se podrían incluir en trabajos futuros que analicen la actividad biológica y de biodegradación de microorganismos de los géneros encontrados”.
Para su trabajo contó con el apoyo de los aportes de los profesores-investigadores Diana Carolina López Álvarez, directora de tesis, y Edwison Alberto Rojas Triviño, codirector, quienes han utilizado la metagenómica y el metabarcoding como herramientas innovadoras para estudiar la biodegradación de plásticos como poliestireno.
La investigación fue posible gracias a la financiación otorgada por el sistema Hermes de la UNAL y se realizó en el Laboratorio de Biología Molecular de la Sede Palmira.