Según el informe PISA los alumnos y alumnas españoles siguen a la cola en la media de la OCDE para detectar textos sesgados y evaluar fuentes. Conscientes de la necesidad de fortalecer las competencias digitales de los nativos digitales, el grupo de investigación DICSO de la Universidad de Murcia (UMU) ha firmado un contrato con HISTOLAB, un proyecto conjunto del Consejo de Europa y la Unión Europea, para desarrollar un kit de herramientas sobre la enseñanza de la multiperspectividad, y el reconocimiento de la manipulación de la historia.
En el diseño también participan investigadores de diferentes países europeos y revisores externos de Estados Unidos y Canadá y han basado el kit en el método de trabajo científico de los historiadores. Un método que se puede reproducir en las aulas para que Internet sea un lugar seguro a través del uso de fuentes históricas, contrastar testimonios, cuestionar quién tiene interés en que se difunda la información, por qué, cómo y, sobre todo, a quién beneficia y a quién perjudica.
A través de un curso de formación los docentes podrán implementar un conjunto de 20 actividades en sus propias aulas y se recopilarán datos de más de cien aulas de secundaria. Se espera que más de mil estudiantes participen en el proceso.
Las consecuencias del fenómeno de la posverdad
Este conjunto de herramientas tienen como objetivo desarrollar competencias en el tratamiento de información histórica y en el reconocimiento de noticias falsas y discursos de odio de la historia, donde los más perjudicados son: la ciencia, con los discursos negacionistas sobre la Covid-19 o los climate delayers; la historia, donde se cuestiona hasta el Holocausto nazi; y los grupos minoritarios, una diana que provoca, por ejemplo, que entre 2013 y 2019 las agresiones relacionadas con delitos de odio aumentase en España un 45%, impulsadas por el racismo, la ideología extrema y la xenofobia.
Como indica el profesor Cosme J. Gómez, “la información fiable es clave para la buena salud de las sociedades democráticas, en las que los ciudadanos puedan acceder, evaluar y utilizar información verídica para participar en la vida pública”. Esto es un desafío para proteger los derechos democráticos que permanecen en continuo ataque con la polarización política, el pseudoperiodismo y la desinformación en la era de la posverdad. Un fenómeno que se produce cuando los discursos que apelan a la emocionalidad tienen más influencia en definir la opinión pública que los hechos objetivos.