A pesar de su erupción en 1985, este coloso volcán todavía tiene sus reservas “enteritas”, lo cual se ha determinado por la magnitud de sus distintos eventos a lo largo de la historia. Las descargas de ceniza o lodo no han agotado su capacidad, y solo ha gastado una pequeña parte de su magma, que lleva unos 150 años cargándose; por esta razón, los expertos aseguran que se deben mantener las alarmas y alertas, teniendo en cuenta la información del Mapa de Amenazas Potenciales del Volcán Nevado del Ruiz, del Servicio Geológico Colombiano (SGC), y la poca claridad en cuanto a su dinámica interna.
Esta falta de certeza se debe a la complejidad natural de su interior, en la que existen fallas geológicas que explican el intenso vulcanismo del área y que condicionan la historia geológica del Volcán, que se remonta a 1,8 millones de años, lapso en el que se han identificado 12 ciclos volcánicos en los últimos 11.000 años.
El profesor Gonzalo Duque Escobar, de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) Sede Manizales, ingeniero civil con estudios en geofísica y mecánica de suelos, ha seguido de cerca el problema del Volcán, teniendo como eje la complejidad de sus dinámicas internas, la necesidad de una planeación y una previsión realmente eficientes en el país, con el fin de prevenir y corregir la difícil situación del territorio aledaño.
“Lo que puede ocurrir con el Volcán es imposible de predecir en el tiempo, pero hay ciertos factores que se pueden conocer, como por ejemplo sus dinámicas geofísicas y geoquímicas, al igual que las deformaciones del magma interno y los cambios visibles de su forma”, asegura el experto.
Otros factores importantes son el volumen del magma y la estructura interna de la base sobre la que se ha construido el edificio volcánico, y con ello la complejidad de los reservorios y fracturas –por donde se desplazan y movilizan los fluidos– que hoy son muy poco conocidas por los investigadores, por lo que se tiene un vacío en el conocimiento sobre la forma en que una pequeña erupción puede desencadenar un evento mayor.
“Gracias al mapa del SGC, elaborado en 1985 y actualizado en 2015, se sabe cómo está distribuido geográficamente el potencial de amenazas de la región, con las zonas que tendrían riesgo alto, medio y bajo”.
Con base en el mapa, el experto explica que “algunos sectores críticos serían: por un lado, los primeros 5 o 7 kilómetros en torno al cráter Arenas, que podrían verse afectados por fenómenos como las nubes ardientes de origen volcánico y la caída de bloques con proyección balística, entre otros; y por el otro, los lahares o flujos de lodo que avanzarían por áreas como el drenaje occidental hasta el Cauca por la vía de la quebrada Nérida y el río El Molino, terminando en el río Chinchiná”.
Estos fenómenos, que también se pueden denominar “flujos piroclásticos”, se pueden convertir en una especie de lanzamiento balístico que sale desde algunos cráteres, y que según estimaciones podría ser expulsado del Volcán a unos 300 °C y 300 km/hora, e iría disminuyendo estos valores a medida que lleguen a los puntos de mayor riesgo.
Sin embargo, es preocupante que aun sabiendo que en las inmediaciones del volcán la única opción es evacuar porque la amenaza no da tiempo de nada, y que frente a la amenaza de lahares a gran distancia la clave está en las alertas tempranas, “una de las mayores problemáticas siga siendo la falta de previsión general, asociada con el conflictivo modelo de ocupación del territorio, ya que en épocas de calma volcánica brilló por su ausencia un ordenamiento territorial responsable para la gestión del riesgo a largo plazo”, asegura el académico
Recalca además que “aunque es claro que hubo un avance en cuanto a la previsión a corto plazo, el monitoreo del Volcán, los mapas de riesgo del SGC, las medición de la actividad sísmica y la calidad del aire, esas medidas no son suficientes para la gestión del riesgo a largo plazo”.
Hay problemáticas en el manejo territorial de la zona, ya que se debe involucrar a la comunidad expuesta en la apropiación social del territorio del Volcán, teniendo en cuenta que desde expedición de la Ley de Ordenamiento Territorial (Ley 1454 de 2011) se ha querido implementar, pero no ha tenido un óptimo desarrollo para estas personas.
Uno de los avances importantes en cuanto a medición de la calidad del aire se ha realizado de la mano entre la UNAL Sede Manizales y la Corporación Regional de Caldas (Corpocaldas), en donde se tienen estaciones para medir la cantidad de partículas como material particulado.
Carlos Mario González Duque, doctor en Ingeniería Química de la UNAL, explica que existen 6 estaciones que se han encargado de monitorear la cantidad de material particulado presente en Manizales en lo que va de 2023, y 2 de ellas entregan resultados cada 5 minutos, lo que representa una estrategia importante para evaluar la ceniza del Volcán presente en el aire.