María Juana López Medina: Doctora en Historia. Profesora Titular del Área de Historia Antigua. Responsable del Grupo de Investigación ABDERA (HUM-145).
Sonia García Martínez: Arqueóloga. Licenciada en Humanidades. Máster en Arqueología. Miembro del Grupo de Investigación “El legado de la Antigüedad” (HUM-741).
Belén Alemán Ochotorena: Arqueóloga. Licenciada en Humanidades. Miembro del Grupo de Investigación “El legado de la Antigüedad” (HUM-741).
Turaniana estuvo habitada entre el siglo I-II y V-VI d. de C. Sus restos fueron descubiertos en 1859 por Miguel Ruiz de Villanueva. Tras décadas de abandono y expolio en la primera mitad del siglo XX Joaquín Delgado rescata la memoria de este yacimiento de trece hectáreas en varios artículos publicados en el periódico Yugo de Almería durante 1959. Su entidad permitió que en 1991 fuera declarado Bien de Interés Cultural (BIC) con la figura de Zona Arqueológica. En las últimas décadas han sido varias las expediciones arqueológicas que tratan de recuperar la memoria de este yacimiento romano, como la que ocupó en 2021 a las autoras de este texto.
Este trabajo se centra en el yacimiento de Turaniana, situado en Los Bajos-Ribera de la Algaida de Roquetas de Mar en el Campo de Dalías, donde gracias al Contrato de investigación “Estudio de Turaniana (Torrequebrada-Los Bajos de Roquetas de Mar, Almería)”, suscrito entre el Excmo. Ayuntamiento de Roquetas de Mar y la Universidad de Almería y cuya investigadora principal es María Juana López Medina del Grupo de Investigación ABDERA, pudimos realizar una campaña de excavación entre septiembre y octubre de 2021 en terreno municipal. Ésta fue dirigida por Sonia García Martínez, en colaboración con Belén Alemán Ochotorena, además, en ella participaron otros miembros del mencionado grupo de investigación, así como alumnado de la Universidad de Almería.
Origen e historia del yacimiento de Turaniana por Miguel Ruiz de Villanueva en 1859
El yacimiento presenta un antes y un después de 1859. En ese año Miguel Ruíz de Villanueva descubrió una serie de ruinas de considerable importancia en el paraje conocido como Los Bajos de Roquetas de Mar, que fueron puestos en relación con el antiguo topónimo de Turaniana que aparecía mencionado entre Murgi (Ciavieja, El Ejido) y Urci (El Chuche, Benahadux) en el Itinerario Antonino, documento de finales del siglo III d. C.
Desde ese momento el yacimiento ha pasado por distintas vicisitudes siendo víctima en numerosas ocasiones del expolio y sin un plan sistemático de investigación. De hecho, hubo periodos en los que prácticamente pasó desapercibido para la historiografía, como fue la primera mitad del siglo XX, hasta que Joaquín Delgado en varios artículos publicados en el periódico Yugo de Almería durante 1959 “redescubre” los restos de este paraje. Su entidad permitió que en 1991 fuera declarado Bien de Interés Cultural (BIC) con la figura de Zona Arqueológica.
Excavaciones arqueológicas en Turaniana en las últimas décadas
Desde la década de los años ochenta del pasado siglo se han realizado estudios y publicaciones, como los de Lorenzo Cara Barrionuevo y Jorge Cara Rodríguez o los de María Juana López Medina; excavaciones puntuales dirigidas por Julián Martínez García (1986), José Luis García López (1996-1997, 1998), María del Mar Flores de Luque y Rosa Morales Sánchez (2003), Ana Carcelén Martínez (2007), Sonia García Martínez (2018); prospecciones con georrádar, es decir, una técnica no invasiva que permite mediante la transmisión de ondas electromagnéticas y su posterior recepción detectar anomalías o discontinuidades subterráneas en el terreno sin necesidad de excavar, como las del equipo de Inés Bejarano Ortiz (2008), Rafael Gómez Martín (2009), o las efectuadas por el equipo RIPARIA encabezado por Lázaro Lagóstena Barrios y María Juana López Medina (2019); o, incluso, prospecciones subacuáticas en su entorno llevadas a cabo por el equipo de Juan Blánquez Pérez y Lourdes Roldán Pérez entre 1987 y 1988 con la finalidad de encontrar su fondeadero, cuestión todavía no resuelta.
¿Qué nos cuenta el yacimiento de Turaniana?
La antigua aldea o mansio romana de Turaniana hay que englobarla en el territorio de la civitas de Murgi, al que ya hemos hecho alusión, y fue la última población de cierta importancia de la provincia romana Bética que limitaba con la Tarraconense, tras las reformas administrativas del emperador Augusto a finales del siglo I a. C.
Hay que especificar, sin embargo, que su dependencia administrativa de Murgi, no eliminaría la existencia de relaciones con otras poblaciones del entorno como Abdera (Cerro de Montecristo, Adra), Portus Magnus (Almería) o Urci, sobre todo, por vía marítima, para llevar a cabo relaciones comerciales. Por tierra, la población comunicaba directamente a través de la vía, que se denomina actualmente Camino Viejo de Dalías hacia el poniente y hacia Portus Magnus a través de denominado Camino Viejo de Almería.
La extensión del yacimiento aproximadamente es de unas 13 hectáreas, de las cuales tres serían de uso funerario, es decir, necrópolis. Estas coinciden con: el paraje de La Ventilla (al NE del asentamiento) destruida en gran parte en 1871 por una riada de la rambla Honda, pero de la que quedan aún algunas zonas conservadas, como se documentó en las excavaciones de 2018; y con el paraje de El Bosque (al NW) también arrasada en la década de los años 50 del siglo pasado para la formación de bancales de cultivo.
La vida de este asentamiento como población romana se iniciaría a mediados del siglo II o principios del I a. C. y llegaría a alcanzar los siglos V/VI d. C., según los materiales y restos documentados. En él de manera tradicional se viene sosteniendo el desarrollo de actividades alfareras, pesqueras vinculadas a la fabricación de salazones de pescado y salsas, y metalúrgicas, así como un área residencial.
Las excavaciones últimas, tanto las realizadas en 2018 como las efectuadas en 2021, han ayudado a conocer mejor la vida de este importante yacimiento romano, especialmente en su área NE. Las últimas han sido realizadas con gran minuciosidad, por lo que el cribado nos ha permitido recuperar elementos que hubieran pasado desapercibidos sin utilizar esta técnica. En ellas contamos con niveles de diversas épocas, como época altoimperial, bajoimperial y tardorromana.
En cuanto a la época altoimperial, aunque ya hay constatados niveles del siglo I d. C. en la campaña de 2018, los más relevantes son los comprendidos entre finales del I y mediados del III, que ponen de relieve la presencia de un área residencial y de almacenamiento, quizás asociados a una factoría de salazones. Sería necesario aumentar la superficie de las excavaciones para confirmar este aspecto.
En este periodo se constatan viviendas de carácter modesto y con varias estancias. Están caracterizadas por muros de mampostería, pavimentos de mortero de cal o ladrillos y sencillos estucos con decoración geométrica.
En cuanto al material cerámico, sobre todo se documenta de uso doméstico de cocina y mesa (ollas, cazuelas, platos) y de almacenamiento (ánforas, especialmente vinarias), a los que se asocian algunas cerámicas finas, como la característica terra sigillata, tanto hispánica como africana A. Esto último permite señalar su presencia en las rutas de comercio romanas.
Además, se evidencian dos fases. La primera está datada entre finales del siglo I d. C. y mediados del II d. C., e interrumpida en algunas zonas por un incendio, que pudo ser una de las causas que provocó la posterior remodelación de algunas estancias, dando lugar a una segunda fase que abarca hasta mediados del siglo III d. C.
De este periodo, en la campaña de 2018 se localizó un área dedicada a la actividad metalúrgica al noreste de la zona de hábitat anterior. Esto está confirmado por la presencia de estratos de combustión y una estructura muy deteriorada que posiblemente correspondiera a un horno. Junto a ellos se localizan numerosas escorias de forja de hierro y carbones, así como restos de cal.
En cuanto a la época bajoimperial y tardorromana, está bien documentada a partir de mediados del siglo III y el siglo IV, lo que coincidiría con su cita en el Itinerario Antonino, y nos indica que es un centro de relevancia en este periodo. Algunas dependencias anteriores se siguen utilizando. Una de sus actividades principales es la pesquera, por ejemplo, se han hallado anzuelos. Y unida a ella está la producción de salazones de pescado, en un periodo que se suele relacionar con la crisis de esta producción. La envergadura del gran depósito de escamas y restos óseos de pescado, que presenta un aspecto de serrín debido al proceso de degradación tras su abandono, demuestra su relevancia en este asentamiento.
De este depósito sólo se ha podido extraer una parte, por lo que es interesante aumentar la zona excavada para ver su continuidad y la relación con las estructuras vinculadas a la factoría de salazones que debe estar en sus proximidades.
Capas de estos restos de pescado se han hallado en otras factorías, como Iulia Traducta (Algeciras, Cádiz), Baelo Claudia (Bolonia, Cádiz) o Malaca (Málaga), pero generalmente en el interior de las piletas y con muy poco grosor (unos 5 cm). En este sentido, el hallazgo de Turaniana supone una excepcionalidad, pues en algunos puntos llega a superar los 40 cm de espesor.
Por otro lado, el avance del estudio de estos restos por parte del equipo del Dr. Arturo Morales, demuestra que especialmente se han utilizado sardinas de entre 10 y 20 cm. Con ellas se podrían fabricar salazones (salsamenta) y salsas, como el garum apua o el liquamen, que estaban realizadas a base de pescado de pequeño tamaño, como mencionan las fuentes clásicas.
Esta elevada producción está asociada también a la actividad alfarera, pues para su transporte y distribución se necesitaron ánforas. Quizás, se pueda relacionar, con informaciones antiguas de la presencia en el mismo yacimiento de un horno cerámico, al que ya se hizo alusión el 30 de noviembre de 1892 en el periódico la Crónica Meridional.
Como en el periodo anterior, durante este se sigue documentando su participación en las rutas de comercio, especialmente, con la llegada de productos norteafricanos (cerámica de cocina, ánforas y terra sigillata). Estas también sirvieron para la llegada, no sólo de productos, sino también de ideas y nuevas religiones como es el cristianismo. De hecho, se ha hallado un anillo de azabache tallado que presenta un crismón en su parte superior, y que puede servir como uno de los elementos relacionados con el abandono o el decaimiento de la romana Turaniana, pues la producción de estos objetos cesa en el siglo VI d. C.
Por lo tanto, a través de los resultados de la excavación arqueológica hemos evaluado el interesante potencial y la interpretación de las fases de ocupación existentes en esta zona del yacimiento, así como las posibilidades que ofrece para futuras investigaciones arqueológicas.
Asimismo, se ha ampliado el conocimiento global de la evolución histórica sobre el asentamiento que nos ha permitido registrar la continuidad de la zona residencial y los restos materiales de la industria de salazones de pescado de Turaniana hasta época tardía. Este recurso económico, debió de gozar de especial relevancia, pues no se debe olvidar que está junto a una albufera en la que se podría obtener sal de forma natural, uno de los productos fundamentales para la producción de las salazones.
Todo ello nos lleva a considerar a Turaniana como uno de los asentamientos romanos más importantes del Campo de Dalías, por lo que sería de especial relevancia poder llevar a cabo un proyecto arqueológico sistemático, en el que tendrían que realizarse, además, estudios paleoambientales, relacionar todas las excavaciones llevadas a cabo hasta el momento o efectuar prospecciones subacuáticas que permitan localizar el fondeadero de Turaniana.
Todo ello debería contemplar su puesta en valor, lo que permitiría superar su falta de difusión más allá de la escala local o provincial, incluyendo un Centro de Interpretación de referencia que contribuya a llenar el vacío existente, conformándose este yacimiento en un punto de atracción cultural para que la población conozca parte de su historia.