La poeta y profesora cordobesa Ángeles Mora, Premio Nacional de Poesía, participa esta semana en el curso de verano La poesía andaluza hoy, organizado en Sevilla por la Universidad Internacional de Andalucía (UNIA). Mora defiende el valor de la poesía como “una forma de pensar el mundo y construirse como persona” y el papel de la mujer en ese ejercicio, refutando a Bécquer: “Yo no soy poesía, yo lo que soy es escritora”.
Bajo la dirección de Juan Carlos Abril, el curso reúne a una nómina de autores de primera línea como Luis García Montero, Aurora Luque o Juan José Téllez, entre otras firmas destacadas.
En el marco de la actividad, que pone punto final a la programación estival de la UNIA, Ángeles Mora repasa su trayectoria y universo poéticos. “La poesía es una manera de pensar el mundo”, reflexiona, “y en mi caso una manera de construirme como persona. Parece una tontería, pero en realidad yo era muy diferente. He aprendido a ser como soy escribiendo”.
La autora, natural de Rute (Córdoba), fue galardonada en 2016 con el Premio de la Crítica y el Premio Nacional de Poesía por Ficciones para una autobiografía. En las fronteras entre la realidad y la ficción, el jurado de este último destacó entonces su capacidad de “expresar con gran vigor poético la articulación entre la verdad del sentimiento, doliente o luminoso, y el fingimiento de la voz lírica”.
La poesía siempre estuvo ahí, explica. También el deseo de realizarse en una obra que solo en lo estrictamente publicado abarca ya cuatro décadas, atravesada por imágenes intimistas y la reivindicación de la condición femenina. “La literatura me ha permitido darle carne a mi vida”, confiesa.
“Cuando empecé a escribir no me salía, yo quería imitar a los poetas que admiraba”. En las lecturas de sus años de formación aparecen los nombres de Lorca y, sobre todo, Rosalía de Castro. “Es una mujer de una modernidad grandísima. Me enseñó que se pueden tratar todos los temas y no solo el amor, como se piensa que hacen las mujeres”, afirma.
Para la autora de Bajo la alfombra y Caligrafía de ayer, la creación es “un largo proceso”, que resume en dos frecuentes escenarios: “romper o guardar”. “Cuando era muy jovencita mi padre me llevó a conocer a Juan Soca, poeta de Cabra. Si quieres escribir poesía, me dijo, la poesía necesita cajón. Yo escribo y me olvido, al cabo de dos meses vuelvo al poema y solo si me parece que vale continúo. Mis libros suelen ser diferentes entre sí, porque dejo pasar ese tiempo, no quiero mantener el mismo tono”.
Mora señala también a la poesía como acto de resistencia, consciente de la marginación a la que tradicionalmente ha estado sometida la mujer en las letras. “Lo hemos tenido mucho más difícil porque no nos hacían caso”, apostilla. “Ya desde Bécquer se decía aquello de ‘poesía eres tú’. ¿Cómo vas a escribir entonces? No, ese primer desdoblamiento lo tienes que hacer tú: yo no soy poesía: yo soy escritora que quiere escribir poesía”.
“Siempre digo que tengo dos vidas, porque me casé y tuve hijos muy joven, y cuando criaba a los niños no podía ponerme a escribir. Si una tiene otras ambiciones, o tiene dinero y contrata a alguien o espera, como hice yo”, continúa. La autora concluye recordando que, pese a que “existe prejuicio sobre la poesía, porque la gente lo ve como algo muy lejano”, en realidad “trata todos los temas, y a lo mejor de una manera más viva”. Y en esa sensibilidad, afirma rotunda, “la poesía se entiende”.