El cambio climático generará un aumento de los conflictos entre osos y humanos

La pérdida de los hábitats tradicionales en los que viven los osos por efecto del cambio climático puede obligarles a migrar hacia áreas cercanas a núcleos de población humana, lo que, a su vez, generará un aumento de la conflictividad entre ambas especies. Esta es la principal conclusión de una investigación internacional, en la que participa la Universidad de Oviedo, que ha sido publicada en la revista Science of the Total Environment, de máximo impacto en su área del conocimiento.

Un oso pardo, muy cerca de una zona habitada.

El investigador de la Universidad de Oviedo y del CSIC Vincenzo Penteriani, adscrito al Instituto Mixto de Investigación en Biodiversidad del Campus de Mieres, recuerda que la supervivencia de un número cada vez mayor de especies está amenazada por el cambio climático. “Entre el 20% y el 30% de plantas y animales parecen estar en riesgo de cambio de rango o extinción si el calentamiento global alcanzará los niveles proyectados para finales de este siglo”, destaca. “Por lo tanto, el cambio climático es uno de los principales desafíos para la conservación de la biodiversidad”, añade. 

El trabajo publicado ahora en Science of the Total Environment evalúa el impacto del cambio climático en la distribución de la especie empleando como modelo el oso pardo en el límite más al sur de su distribución global, en el oeste de Irán. Los bosques montañosos de este país están habitados por poblaciones pequeñas y aisladas de osos pardos que son propensas a la extinción en un futuro próximo. Los investigadores modelaron el impacto potencial del cambio climático para los años 2050 y 2070 bajo cuatro escenarios distintos de calentamiento global. 

Penteriani subraya que las proyecciones revelaron que el área de distribución actual de la especie, que abarca el 40,8% del territorio disponible, podría disminuir entre un 10% y un 45%. Cerca del 27,4% del área de distribución actual del oso pardo en Irán está cubierta por una red de áreas de protección que, según el estudio, se prevé podría disminuir en entre un 0,64% y un 5,6% debido al cambio climático. 

“La pérdida de hábitats adecuados es un desafío para la conservación de los osos pardos porque puede hacer que los osos se muevan fuera de las áreas protegidas y dar como resultado aumentos posteriores en los niveles de conflicto entre osos y humanos”, afirma el investigador. “La reevaluación de la red de áreas protegidas y el establecimiento de más áreas protegidas en paisajes potencialmente más adecuados a los futuros cambios debidos al cambio climático, así como la conservación de corredores entre las distintas áreas ocupadas por los osos son estrategias cruciales para conservar y gestionar las poblaciones amenazadas del oso pardo”, añade. 

Efectos similares en la Cordillera Cantábrica

El investigador de la Universidad de Oviedo y del CSIC indica que los resultados obtenidos para Irán son perfectamente extrapolables a la Cordillera Cantábrica. De hecho, conclusiones muy parecidas se han conseguido aplicando modelos de cambio climático a la población de oso pardo de la península. En el trabajo de la cordillera, publicado por este mismo científico y su grupo en Global Change Biology, se evaluó el impacto potencial del cambio climático en siete plantas que representan los principales recursos alimentarios y de refugio para la población en peligro de extinción del oso pardo en la Cordillera Cantábrica. 

Estas simulaciones sugirieron que el rango geográfico de estas plantas podría verse alterado bajo condiciones climáticas futuras, con la mayoría de los recursos de los osos reduciendo su alcance. Como consecuencia, se prevé que la población de osos pardos pueda disminuir drásticamente en los próximos 50 años y que los cambios desplacen a los osos pardos de las zonas montañosas hacia otras más humanizadas, donde podemos esperar un aumento de los conflictos y de las tasas de mortalidad. 

Los efectos negativos adicionales podrían incluir: una tendencia a una dieta más carnívora, lo que aumentaría los conflictos con los ganaderos; una reducción en la capacidad de almacenamiento de grasa antes de la hibernación debido a la reducción de los bosques de robles; un aumento de la competencia intraespecífica con otros consumidores de bellotas, es decir, ungulados salvajes y ganado en libertad, y mayores desplazamientos entre épocas de años para encontrar recursos tróficos. “La magnitud de los cambios proyectados por nuestros modelos enfatiza que las prácticas de conservación centradas únicamente en los osos pueden no ser apropiadas y, por lo tanto, necesitamos una planificación de la conservación más dinámica destinada a reducir el impacto de cambio climático en paisajes boscosos”, concluye.