Un dispositivo concebido en un trabajo fin de Grado en Ingeniería Informática de UNED logra, con aplicaciones ya existentes en el mercado e implementaciones originales, integrar un sistema de detección de ataques de depredadores a rebaños de ganado en libertad. Ataques que se interrumpen sin que se registren bajas entre las víctimas ni entre los agresores.
El Ahuyentalobos, un proyecto firmado por Carlos Tornadijo, utiliza el Internet de las cosas (IoT) para reconciliar a ecologistas y ganaderos, dos sectores enfrentados desde siempre en áreas rurales, que ven posible la convivencia entre los grandes depredadores y los animales que pastan en las explotaciones al aire libre de la ganadería extensiva.
Un dispositivo concebido en un trabajo fin de Grado en Ingeniería Informática de UNED logra, con aplicaciones ya existentes en el mercado e implementaciones originales, integrar un sistema de detección de ataques de depredadores a rebaños de ganado en libertad. Ataques que se interrumpen sin que se registren bajas entre las víctimas ni entre los agresores. El Ahuyentalobos, un proyecto firmado por Carlos Tornadijo, utiliza el Internet de las cosas (IoT) para reconciliar a ecologistas y ganaderos, dos sectores enfrentados desde siempre en áreas rurales, que ven posible la convivencia entre los grandes depredadores y los animales que pastan en las explotaciones al aire libre de la ganadería extensiva.
El Ahuyentalobos de Carlos Tornadijo es un poderoso combinado de sofware ya verificado e innovación. El ingeniero recurrió a distintas aplicaciones disponibles en el mercado que le permitieran obtener los resultados que buscaba: el Internet de las Cosas (IoT) aplicado a usos ganaderos. Entre otros, integró un sistema de detección del movimiento, el que se usa en telefonía con una tarjeta gps que indica dónde está el animal y consigna cualquier movimiento, su frecuencia y las alteraciones inesperadas en su recorrido.
Le sumó un sensor, similar a las pulseras de actividad cardiaca para humanos, adaptado a la comprobación a tiempo real de la actividad animal, con medida de pulsaciones, acelerómetros, y otras constantes de los miembros del rebaño vigilado. Cualquiera de estos dispositivos, incorporados a un collar en el cuello de la res, está interconectado con los demás miembros del rebaño, de forma que, si salta una alarma, saltan todas.
Por último, aglutinó todas las aplicaciones con tecnología LoRaWAN, un sistema de redes de largo alcance y muy bajo consumo de energía, que puede alimentar aparatos muy pequeños durante mucho tiempo, y capaz de enviar pocos datos pero a mucha distancia. ¿Resultado? El lobo ataca, una o más vacas lo detectan, se alteran, corren sin control, aumenta su pulso cardiaco, se activa el dispositivo, se contagian los demás sensores y se disparan alarmas, ruidos humanos y mecánicos y ráfagas de luces en flash que barren el suelo. Y el lobo, o la manada de lobos, huyen aterrorizados.
Es el resultado de un coctel tecnológico que dispara cuatro zumbadores y dos luces leds, multiplicados por cada miembro de la cabaña vacuna atacada. Ante cambios de rirmo en recorridos y constantes vitales, cada uno se activa y activa a los demás. Los lobos interrumpen el ataque y huyen. Las vacas, que permanecen estabuladas en determinadas estaciones del año y están acostumbradas a luces y sonidos humanos y de los tractores y maquinaria agrícola, ni se inmutan. Nadie debe morir: no hay bajas ni entre los lobos ni entre los terneros o sus madres.
Internet de las Cosas, también como solución a conflictos sociales
El dispositivo de Tornadijo permite además mediar en un conflicto social que arrastra desde hace décadas ideas aparentemente irreconciliables, las que enfrentan a ganaderos y ecologistas. Según este ingeniero, las nuevas generaciones de ganaderos más jóvenes asumen que el lobo y oso han vuelto para quedarse y, pese a alguna postura extrema, se impone la convivencia.
Los ecologista, por su parte, entienden también que la protección a las especies en declive no puede apoyarse en las pérdidas económicas de un sector y que el aumento de las jaurías de lobos a costa de pérdida de reses generará el descenso de la ganadería extensiva y un aumento de las grandes explotaciones intensivas, lo que no les convence en absoluto. Ambas partes confían, por tanto, en el Internet de las Cosas que implica el Ahuyentalobos como solución del conflicto.
El prototipo de Carlos Tornadijo está listo y ya tiene solicitudes de comunidades ganaderas, como una asociación del País Vasco interesada en adaptarlo a rebaños de ovejas y corderos. reto es cómo mejorar el sistema de sensores de constantes vitales, cuya accesibilidad a la piel de los animales se reduce a causa de la lana.
El ingeniero sigue investigando. Quiere detectar la cantidad de cortisol en sangre, que mide el estrés del animal; preparar un servidor y página web que permita al ganadero ver en tiempo real el estado de su rebajo y las alerta; incorporar un aparato alimentado con energía solar, con cámaras de reconocimiento capaces de distinguir un pero, un lobo, una vaca, una oveja o un oso…
Quiere, en fin, y está en camino de conseguirlo, aplicar la innovadora IoT a uno de los sectores económicos más antiguos, ahora en constante evolución.