La Pequeña Edad del Hielo a ambos lados del Atlántico

El Grupo de investigación en Historia y Clima de la Universidad de Alicante, estudia cinco siglos de episodios extremos como erupciones volcánicas, sequías, inundaciones, terremotos y otros episodios catastróficos, y los reúne en este libro.

¿Para qué sirve investigar en Historia y Clima? Pues para aprender de ella y “contribuir a diseñar las imprescindibles medidas de prevención y protección por parte de quienes tienen la responsabilidad de velar por la seguridad y las vidas de todos”. El volcán en erupción de La Palma lo evidencia ahora.

Estas palabras textuales las adelantaba hace dos semanas, antes de que en Canarias siquiera se adivinara la catástrofe actual, el catedrático de Historia Moderna y director del Grupo de Investigación en Historia y Clima de la Universidad de Alicante, Armando Alberola Romá.

Alberola es también uno de los dos investigadores principales del proyecto de investigación “Clima, riesgo, catástrofe y crisis a ambos lados del Atlántico durante la Pequeña Edad del Hielo” (HAR2017-82810-P), cuyos resultados ven ahora ve la luz en formato monografía,  con La Pequeña Edad del Hielo a ambos lados del Atlántico. Episodios climáticos extremos, terremotos, erupciones volcánicas y crisis.

Los efectos de la erupción volcánica del Krakatoa llegaron hasta Europa, sobrepasando el ámbito asiático. Este tema es estudiado en el último capítulo del libro La Pequeña Edad del Hielo a ambos lados del Atlántico, que acaba de editar Publicaciones de la Universidad de Alicante bajo la edición de Armando Alberola y Virginia García Acosta, profesora-investigadora del Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (CIESAS), en México.

El artículo ‘Cuando “el peligro no es próximo, pero sí evidente”: efectos climáticos y sociales de la erupción del Krakatoa (1883) en el Sureste de la Península Ibérica’, está firmado por Jorge Olcina, catedrático de Análisis Geográfico  Regional de la UA, y Salvador Gil-Guirado y Alfredo Pérez-Morales, ambos de la Universidad de Murcia, y forma parte de los resultados del proyecto de investigación “Clima, riesgo, catástrofe y crisis a ambos lados del Atlántico durante la Pequeña Edad del Hielo”, proyecto correspondiente al Programa Estatal de Fomento de la Investigación Científica y Técnica de Excelencia promovido y financiado por el Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades del Gobierno de España y la Agencia Estatal de Investigación, y del que son investigadores principales (IP) los catedráticos de Historia Moderna de la UA Armando Alberola y Cayetano Mas Galvañ. 

Portada del libro La Pequeña Edad de Hielo a ambos lados del Atlántico

En el artículo liderado por Olcina, los investigadores analizan los efectos que tuvo la erupción volcánica del Krakatoa. Y es que la gran expulsión de gases que se sucedió en esta erupción supuso, como señala Armando Alberola, “una de las catástrofes más singulares… porque la gran expulsión de gases llega prácticamente a todos los puntos de la Tierra”. La erupción tuvo consecuencias en Europa. Corría el año 1883.

Por Pequeña Edad del Hielo (PEH) se entiende el período de tiempo comprendido desde el siglo XVI al último tercio del siglo XIX, “caracterizado por una gran variabilidad climática y en el que las temperaturas experimentaron un descenso claramente perceptible”, explica Alberola.

En el libro los miembros del Grupo de Investigación en Historia y Clima, partiendo de un estado de la cuestión sobre los avances historiográficos referidos a la temática de los desastres en los ámbitos ibérico y latinoamericano, estudian, de manera comparada y con perspectiva histórica, los vaivenes climáticos y todo lo que traen consigo entre la península Ibérica y la zona de México.

Así, doce investigaciones dan título a cada uno de los capítulos del volumen, ofreciendo diferentes estudios de caso sobre los vaivenes climáticos observados en ciertos momentos de la PEH a uno y otro lado del Atlántico, el extremismo térmico o hidrológico, el impacto y gestión de las secuelas provocadas en América y Europa por significados terremotos o por la erupción volcánica del Krakatoa e, igualmente, sobre las ideas ambientales circulantes en la época. Todo ello con el objetivo de incrementar el conocimiento referido al período conocido como Pequeña Edad del Hielo, así como el relativo al desencadenamiento y consecuencias de desastres asociados con amenazas climáticas, naturales y biológicas.

Todos estos episodios extremos de origen atmosférico o geológico tuvieron consecuencias catastróficas que provocaron justificada inquietud y angustia en los contemporáneos, pues, tras perder sus cosechas debían enfrentarse, entre otras calamidades, a la crisis, el hambre y la muerte.

El catedrático y editor revela cómo la vigencia de la historia “demuestra la persistencia secular de estos episodios y sus efectos, por lo que un conocimiento del pasado climático ayudaría a entender el porqué de los mismos en la actualidad y debería contribuir a diseñar las imprescindibles medidas de prevención y protección por parte de quienes tienen la responsabilidad de velar por la seguridad y las vidas de todos”.

Cada uno de los capítulos incluidos en el volumen están relacionados con los diferentes objetivos del proyecto. De vaivenes climáticos tratan Armando Alberola y Virginia García Acosta, estudiando una secuencia temporal idéntica en México y en la península Ibérica para ver qué similitudes hubo, “aunque las dinámicas atmosféricas, aparentemente, fueron diferentes”, indica el IP. Estas situaciones extremas se notan más aún en diferentes momentos, como es el último cuarto del S. XVIII, con la llamada “anomalía Maldá” estudiada aquí.

Pero también hubo consecuencias de carácter económico, como es el surgimiento del comercio de la nieve, con la creación de los pozos de nieve. Las reflexiones que se hicieron en la época sobre el comportamiento del clima están tratadas en el libro; de la misma forma que la prensa del momento y el importante papel que jugó a la hora de transmitir los cambios climáticos que se sucedían; o la correspondencia entre ilustrados y sobre todo entre personalidades, como es el caso de la correspondencia de Carlos III con su ministro en Nápoles y, luego, con toda su familia sobre las percepciones que él tenía del tiempo.

Sobre terremotos, centrado en el área de las islas Azores, el investigador portugués José Damião Rodrigues hace una novedosa aportación. También incluye la monografía estudios de caso, como la riada de San Patricio en Orihuela de 1672; o de qué manera se hacía frente a un terremoto, con el caso de Palermo en 1726, y el del terremoto de Quito (Ecuador), que estudia con detalle Adrián García Torres cuando aborda el periodo de 1640 a 1800.

“Esto tiene una lectura muy actual”, señala Armando Alberola: “Sirve para darnos cuenta de que la realidad en la que vivimos no difiere en exceso de lo que la realidad histórica nos muestra”. Sin embargo, añade, “le hacemos poco caso. El agua va por donde siempre ha ido y arrasa lo que siempre ha arrasado…; y aquí, sobre todo, en el Levante peninsular las situaciones se repiten.”

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