Investigadores de la Universidad Politécnica de Cartagena (UPCT) y del Instituto de Ciencia y Tecnología Ambientales de la Universidad Autónoma de Barcelona (ICTA-UAB) analizarán las vías de entrada de nutrientes, metales y contaminantes originados por la actividad humana a las lagunas costeras del Mediterráneo, centrándose en el caso del Mar Menor.
El proyecto científico «Origen e incorporación de solutos antropogénicos a lagunas costeras: agua subterránea, sedimentos y eventos puntuales» (OPAL) está financiado con 350.000 Euros por el Ministerio de Ciencia e Innovación, a través de la convocatoria del Plan Nacional de Ciencia «Proyectos de I + D» en la modalidad de «Retos de investigación». En esta investigación, de tres años de duración, participan 30 especialistas en hidrogeología, oceanografía, microbiología y biogeoquímica de diferentes instituciones de España y Suiza. Submarinistas han tomado las primeras muestras en el Mar Menor esta semana.
Los investigadores analizarán nitrato, plomo, mercurio, isótopos estables, pesticidas y otras sustancias presentes en el agua y sedimento, su procedencia y las vías de acceso al Mar Menor. “La presión humana sobre las lagunas costeras aumenta la presencia de nutrientes y contaminantes, que se originan principalmente en las aguas residuales domésticas o industriales no tratadas y en el uso de fertilizantes para la agricultura en las cuencas hidrográficas circundantes”, explica Marisol Manzano, del área de Geodinámica Externa de la UPCT.
La investigadora, del grupo de Gestión, Aprovechamiento y Recuperación de Suelos y Aguas de la UPCT, recuerda que esto causa procesos de eutrofización, caracterizados por poca disponibilidad de oxígeno y luz en el agua, floraciones de fitoplancton, reducción de la vegetación sumergida y, en consecuencia, elevada mortalidad de peces. Sin embargo, la investigadora destaca que los mecanismos que transportan estas sustancias a las aguas de la laguna “no se conocen con suficiente detalle”.
Jordi Garcia-Orellana, del departamento de Física de la UAB e investigador del ICTA-UAB, indica que el papel de la descarga de aguas superficiales (ríos, cursos de agua o escorrentía superficial) como fuente de solutos en los ecosistemas costeros ha sido bien documentado pero otras formas de transporte de nutrientes y contaminantes han sido menos estudiadas. “Las descargas de aguas subterráneas, o la recirculación de las aguas de las lagunas a través de sedimentos enriquecidos con nutrientes y otras sustancias disueltas en el agua son fuentes importantes de contaminantes que no se han tenido en cuenta de forma habitual” señala. Los investigadores destacan el papel de este tipo de procesos, especialmente en áreas áridas o semiáridas con presencia limitada o ausencia de ríos y arroyos permanentes.
Por su parte, el investigador Valentí Rodellas, del ICTA-UAB, recuerda que el Mar Menor es una zona de estudio idónea, ya que se trata de un lugar donde se han realizado numerosos estudios sobre la hidrogeología, hidrodinámica, biología, ecología y socio-economía. “Esta laguna es también un modelo ideal para este estudio porque el sistema está sujeto a importantes presiones antrópicas que han derivado en una degradación de su estado ecológico, incluyendo el turismo, la agricultura y una explotación minera histórica)”, concluye.
Las lagunas costeras son hábitats de alta productividad biológica, que sustentan ecosistemas ricos los cuales proporcionan gran cantidad de bienes y servicios como la pesca, la acuicultura, el turismo, las actividades recreativas o la investigación y educación ambiental. La cuenca mediterránea alberga alrededor de 400 lagunas costeras, con una superficie total de 641.000 hectáreas. La mayoría se han utilizado desde la antigüedad para actividades pesqueras y forman parte del patrimonio cultural de las regiones. Sin embargo, el aumento de la presión humana ha impactado negativamente sobre estos ecosistemas. La explotación intensiva del suelo y de los recursos biológicos e hidrológicos ha originado contaminación acuática y pérdida de hábitats, entre otros impactos severos, advierten los investigadores.