Los jóvenes inmigrantes que llegan a nuestra provincia, por ejemplo, señalaba este profesor, llegan sin recursos económicos, con poco conocimiento de la lengua española y no escolarizados o escolarizados en otros sistemas educativos. “En todos los casos, la falta de autoestima, la depresión y la ansiedad son los problemas más frecuentes. Para los que han nacido ya aquí, el entorno más complejo sigue siendo el familiar, pero también es complicado para los que han llegado en plena adolescencia y para aquellos jóvenes que llegan solos. Este es, posiblemente, el perfil más complicado, porque el entorno les obliga a ser adultos de repente, sin el paso obligado por la adolescencia que todos debemos tener”.
Muchas veces, añadía Moshe Tatar esta mañana, sentirse bicultural depende de que la propia cultura de acogida sea la que permita esta circunstancia: “Uno de los problemas fundamentales a los que nos enfrentamos cuando hablamos de adolescencia y de inmigración es que siempre existe el “nosotros” y el “ellos”. Es muy serio en todas las edades, pero especialmente delicado en la adolescencia: muchos dicen sentirse discriminados y víctimas del racismo”. Tatar ha puesto ejemplos de una investigación desarrollada por una profesora de la UAL en distintos colegios de Almería y citaba el caso de una niña marroquí que había llegado a esta provincia a los nueve años. “Seis años después, casi la mitad de su vida, esta chica se quejaba de que en el colegio la seguían llamando mora”, señalaba.
Tatar daba esta mañana también algunas recomendaciones para los padres inmigrantes. El principal, que se impliquen en el proceso educativo de sus hijos, que hablen con los profesores, que participen en las actividades que se programen en el colegio o el instituto. “También les pedimos que se sientan orgullosos de su amplia perspectiva cultural, que eso se comparta con el niño o la niña y que sepan aprovechar las ventajas de una cultura bilingüe”, decía.
Para este experto, la escuela es un lugar fundamental por varias razones: porque los adolescentes pueden aprender y mejorar su conocimiento del idioma, porque pueden aprender igualmente las costumbres autóctonas y las normas sociales y por la importancia que tiene para ellos el rol de los maestros. Lo que está claro, apuntaba Moshe Tatar, es que hay que trabajar no sólo con los niños, sino también con sus familias: “Eso supone repensar el modelo pedagógico, saber que cada uno tiene que asumir un rol para aliviar y mejorar la condiciones de vida de los inmigrantes”.