En las últimas semanas, además del coronavirus, hemos conocido noticias de contagios por el virus del Nilo Occidental (WNV), una enfermedad infecciosa que fue identificada por primera vez en Uganda en los años 30, cuya expansión se debe principalmente a los mosquitos y algunos artrópodos.
El calentamiento global, los movimientos migratorios de aves e incluso de personas están agravando su incidencia.
En ciertos casos es grave, incluso puede causar la muerte
Este virus afecta especialmente a aves, roedores y equinos, también a humanos, aunque no de forma tan frecuente. El WNV se transmite a través de vectores artrópodos, sobre todo con los mosquitos (género Culex), cuyas picaduras pueden provocar episodios importantes de encefalitis que, de no tratarse adecuadamente, pueden causar la muerte. El 80% de los casos en humanos son asintomáticos, por eso la tasa de infección es desconocida.
En España, desde 2004 no se conocían casos, cuando un foco procedente de Portugal, llegó a Extremadura y después hasta Cataluña. Sin embargo, desde mediados de agosto varios pacientes han tenido que ser hospitalizados en Sevilla -hasta ayer había 19 casos confirmados- y hay tres fallecidos.
El calentamiento global está detrás de su expansión
El cambio climático está provocando que el virus se transmita con mayor facilidad, advierte Natacha Payà, climatóloga de Meteored. Los artrópodos necesitan temperaturas cálidas y humedad para reproducirse, de ahí que la transmisión en nuestro país pueda ir en aumento en áreas de riesgo, como las proximidades a humedales, donde comparten su día a día aves migratorias con grandes poblaciones de mosquitos. Si las temperaturas suben, las fechas de actuación de estos mosquitos también aumentarán.
Ahora el verano en España es cinco semanas más largo que a principios de los años ochenta. Se estima que el periodo estival está incrementando su duración unos 9 días por década y esto ayuda a la proliferación de los artrópodos transmisores, incluso en zonas donde antes no eran tan habituales.