La agricultura almeriense, pionera en la mejora de la competitividad

La Fundación Cajamar edita un completo análisis de la producción agrícola de la última década y donde presenta las claves y los retos próximos de los productores. Este trabajo, que ha sido realizado por los investigadores Ana Cabrera y Salvador Parra, cubre un vacío existente en el análisis de los Programas Operativos de las OPFH.

Tras repasar la evolución del marco legislativo y constatar el peso específico que las OPFH representan dentro del contexto hortofrutícola en al ámbito comunitario, nacional y autonómico, se han analizado dos periodos temporales (1999-2003 y 2004-2008), coincidentes con el desarrollo de sendos programas operativos plurianuales de cinco años, mediante una muestra representativa de OPFHs de la provincia. También se ha analizado el inicio del nuevo Programa Operativo 2009-2013. 

El presidente de la Fundación Cajamar, Juan del Águila, ha destacado “la flexibilidad y rapidez de los agricultores almerienses en adaptarse a las sucesivas exigencias de la Unión Europea en los diversos Programas Operativos”. El presidente de la Fundación Cajamar ha señalado que “las primeras cooperativas agrícolas almerienses bien vale definirlas como antecedentes de las actuales organizaciones de productores de frutas y hortalizas. La agricultura almeriense es el ejemplo pionero de una generación valiente que ha conseguido llevar la fruta y la hortaliza al resto del mundo decenios antes a que si quiera la Unión Europea impulsara la creación de organizaciones de productores y defendiera la agrupación productiva y competitiva”. 

Por su parte, Ana Cabrera ha afirmado que “la agricultura intensiva de Almería ha seguido evolucionando y adaptándose en los últimos años a las exigencias de los mercados. No cabe duda que los Programas Operativos han contribuido a ello, aunque en una economía cada vez más globalizada y donde las ventajas comparativas pasadas hoy cada vez lo son menos, hay que concentrar los esfuerzos y dirigir unos recursos financieros públicos cada vez más limitados a solventar los problemas más graves. Este tipo de análisis deberían ser una herramienta más en la ayuda a la toma de decisiones”. 

En paralelo al estudio de los programas operativos, se ha analizado la tipología de las estructuras de invernadero a partir de una encuesta llevada a cabo en las OPFH durante los años 2003 (finalización del primer periodo de programa operativo) y 2007 (casi finalizado el segundo periodo). Los resultados han puesto de manifiesto que la presencia de estructuras tipo “parral” plano no disminuye, ya que este tipo de estructuras representa en torno al 32% del total. Si estos resultados se interpretan en el ámbito de la evolución de los Programas Operativos, puede decirse que el importe destinado a inversiones en explotaciones individuales, menos del 20% del total, no ha conseguido la modernización de las estructuras. En paralelo, otro dato clave que se deriva del estudio es que en ninguno de los dos periodos se ha alcanzado el nivel máximo de ayuda al que se tenía derecho, representando la ayuda recibida el 85% de dicho nivel. 

La articulación y desarrollo de la Organización Común de Mercado (OCM) de Frutas y Hortalizas, a través de sus diez años de existencia y hasta su inclusión dentro de la OCM Única, ha contribuido a la agrupación de más de diez mil agricultores de la provincia dentro de las Organizaciones de Productores de Frutas y Hortalizas (OPFHs) reconocidas en la actualidad. En relación a estos datos, Salvador Parra ha precisado que “existe un denominador común en el seno de los países miembros de la UE respecto al objetivo de la OCM: No se ha logrado alcanzar a través de las OPFHs el 60% del valor de la producción comercializada total. En Almería nunca se ha alcanzado el 50%”. 

Los resultados ponen de manifiesto que las ayudas comunitarias se han utilizado fundamentalmente para financiar gastos de explotación. Entre los gastos más importantes cabe señalar a los fitosanitarios de bajo impacto (dentro del primer periodo), con casi un 35% del total, seguidos de las semillas de calidad (dentro del segundo periodo) con casi un 22%, los gastos en personal cualificado (10,60% y 17,10% en cada uno de los periodos respectivamente), gestión medioambiental de envases (entre un 10-12%) y otros gastos (desinfección por solarización, colmenas de himenópteros, productos biológicos contra plagas, certificaciones de calidad, análisis, recogida y retirada de residuos de cosechas, etc.). Es necesario señalar que todos estos gastos se incluyen dentro de medidas de mejora de la calidad y protección medioambiental, que indudablemente han contribuido a la consecución de una agricultura intensiva basada en la producción integrada y el control biológico, con certificaciones de calidad a todos los niveles, y que ofrece las mayores garantías de seguridad alimentaria de cara al consumidor final. No obstante, se aprecia una tendencia creciente en el nivel de inversiones dentro del nuevo Programa Operativo 2009-2013.

 

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