La Universidad de Jaén (UJA) lidera la recuperación de la memoria de los castillos de Jaén, la zona de Europa con más fortificaciones y que fue frontera de los reinos cristiano y musulmán durante varios siglos.
La Batalla de las Navas de Tolosa, en julio de 1212 cambió el curso de la historia. Aquel verano de hace ahora 807 años, los ejércitos cristianos de Alfonso VIII, Pedro II de Aragón y Sancho VII de Navarra vencieron a las legiones almohades del califa al-Nasir, en una de las victorias castellanas más importantes y que supusieron uno de los golpes más duros al dominio de al-Andalus.
El siglo XIII fue especialmente convulso en la zona y en el resto del territorio que hoy es la provincia de Jaén, frontera con las tierras dominadas por los musulmanes.
Castillos de Jaén, contra cristianos y reinos de taifas
Esta confrontación sostenida en el tiempo, unida a los enfrentamientos entre los distintos reinos de taifas surgidos tras la ruptura del Califato, dieron lugar a la aparición de un conjunto de castillos y fortificaciones defensivas a lo largo de toda la provincia de Jaén y, muy especialmente, en la línea fronteriza que los separaba de Castilla.
Según estimaciones de la Universidad de Jaén, en la provincia del Santo Reino quedan vestigios de más de medio millar de fortificaciones defensivas de diferentes tipos.
Desde castillos de grandes dimensiones con sus fosos y todos los elementos reconocibles de estas magnas construcciones, pasando por fortificaciones de menor tamaño, recintos amurallados, atalayas… elementos arquitectónicos que han llegado a nuestros días y que hacen a la provincia de Jaén como la región europea con más construcciones de este tipo.
Castillos como los de Lopera, Santa Eufemia, Alcaudete, Giribaile o, ya más al sur, el impresionante Castillo de Santa Catalina, que corona la capital jiennense y cuya última modificación para uso militar fue realizada por las tropas de Napoleón; o la fortaleza de la Mota, en Alcalá la Real.
Arquitectura defensifa de Jaén
Todos ellos son ejemplo de una arquitectura que se fraguó entre los siglos XI y XIII, y que ha llegado a nuestros días, como uno de los patrimonios más interesantes del sur del continente europeo, con el que además se puede aprender una de las etapas históricas más importantes, no solo para España, sino también para todo el arco mediterráneo.
Decir Jaén es, por tanto, hablar de tierra de castillos, de frontera y de enfrentamiento bélico entre las tropas cristianas y los dominios musulmanes de al-Andalus. Y también de una tierra atravesada por las principales vías de comunicación de la época, lo que impulsó la creación de fortificaciones de todo tipo para defender puntos estratégicos o infraestructuras para la sociedad de ese momento.
Universidad de Jaén, al frente del estudio de castillos
Este patrimonio es bien conocido por los investigadores del Área de Historia Medieval de la Universidad de Jaén, que están participando en la recuperación, restauración y puesta en valor de estas joyas de nuestra arquitectura defensiva, porque, como es de imaginar, son muchos los que han llegado a nuestros días en un estado de conservación más que mejorable.
Estos investigadores, al frente de los que está Juan Carlos Castillo, trabajan con la técnica conocida como arqueología de la arquitectura, creada en Italia y cuyos resultados son muy interesantes desde el punto de vista del conocimiento de la historia del monumento en cuestión.
Esta técnica reivindica el papel de los arqueólogos, que en este contexto pasan de desenterrar piezas históricas a investigar elementos elevados. Una forma de trabajar que está dando mejores resultados que las técnicas tradicionales, y que, además, permite profundizar en el conocimiento de estos monumentos, descubrir cómo se construyeron y visualizar su transformación durante el tiempo.
Arqueología arquitectónica aplicada a los castillos
Juan Carlos Castillo explica que la arqueología arquitectónica les permite “leer” lo que cuentan las paredes de los monumentos. Y tras esa lectura pueden conocer aspectos tan importantes como los usos que ha tenido la construcción a lo largo del tiempo; los materiales empleados en su construcción y posteriores reformas, que aportan información de quiénes le han dado vida… una información de mucho interés para reconstruir la historia del castillo y, por extensión, la del entorno al que tenía que defender.
Esta técnica se empleó en el Castillo de Lopera, cuya restauración finalizó en mayo del año pasado. Gracias a la aplicación de la arqueología a la arquitectura, el equipo de Juan Carlos Castillo pudo descubrir que originariamente, este castillo del siglo XIII nació como una iglesia rural fortificada, construida por la Orden Militar de Calatrava.
Varias destrucciones y reedificaciones después, su azotea se usó como patio de armas, un aspecto que la hace única a esta construcción y la diferencia de las fortalezas medievales del Alto Guadalquivir. Siglos después, se modificaría de nuevo para convertirse en una residencia nobiliaria para el comendador de la Orden de Calatrava.
Evolución de los castillos de Jaén
Los castillos y fortificaciones de la provincia de Jaén vivieron una evolución muy interesante, siempre marcada por los destinos de los conflictos bélicos mantenidos en la zona desde el siglo IX hasta la caída del Reino de Granada, en 1492.
En la primera fase, durante las guerras entre los reinos de tafias del siglo IX, estas estructuras defensivas se hacían con las prisas que marcaba la inminencia del enfrentamiento con el reino vecino, de ahí que se tratara de construcciones más sencillas, con materiales baratos y fáciles de construir. Lo que interesaba en ese momento, explica Juan Carlos Castillo, era poner a salvo las ciudades y las infraestructuras estratégicas.
Estas construcciones se hicieron más complejas a medida que pasaba el tiempo. Incluso también se hacían de mayor tamaño, para hacer frente también a la presión de las tropas cristianas sobre el territorio dominado por los musulmanes. Un proceso de fortificación del territorio que se ha traducido en un legado impresionante, en el que están representadas los diferentes tipos de estructuras de fortificación medievales.
Origen islámico y reconvertidas a usos cristianos
La presión ejercida por los cristianos durante la Reconquista fomentó la aparición de nuevas fortificaciones. Y la conquista de territorios significó un cambio en las construcciones de defensa.
En su mayoría eran de origen islámico, y conforme eran conquistadas, se adaptaban a los usos de los nuevos moradores cristianos, que preferían aprovechar lo construido antes que tirarlo y levantar nuevos elementos.
Tras la conquista del Reino de Granada y la victoria de los Reyes Católicos llegó un periodo de mayor tranquilidad, que permitió a aquellos señores cristianos trasformar los castillos en bellos palacios nobiliarios, en los que se rodeaban de su propia corte y les permitían exhibir su poder. Muchos de ellos están todavía en pie y están entre las joyas más preciadas del patrimonio arquitectónico de esa provincia.
La Universidad de Jaén actúa como valedora del patrimonio defensivo, con una serie de estudios y la dirección de los trabajos de restauración que financian las administraciones estatal, autonómica y provincial. La última actuación se lleva a cabo en el Castillo de La Guardia, con fondos del 1,5% Cultural de Ministerio de Fomento.