80.000 euros para la protección y conservación de los molinos salineros de Murcia

moinosLa Consejería de Cultura y Portavocía de Murcia destina 80.000 euros para diferentes trabajos de protección y conservación que inician la recuperación de los molinos salineros de San Pedro del Pinatar, declarados Bien de Interés Cultural (BIC). Las obras de ejecución subsidiaria finalizan esta semana en el molino de Quintín, y hoy comienzan en el de La Calcetera.

El Servicio de Patrimonio Histórico de la Consejería de Cultura y Portavocía realizó diversos informes relativos a esta tipología de molinos, señalando la necesidad en la recuperación tanto de la fábrica como de la maquinaria (única en la zona). Por ello, los técnicos propusieron una serie de medidas urgentes de obligado cumplimiento para su conservación hasta que se realice la rehabilitación integral.

Estos trabajos técnicos, realizados a través de una ejecución subsidiaria, ya se están realizando y consisten en concreto en la limpieza y desescombro del interior y del exterior de los molinos, la reparación de las cubiertas para evitar la entrada de agua y la reparación de la carpintería exterior de madera para cerrar los huecos e impedir el acceso.

También se está realizando el arreglo de las zonas con desconchados, humedades y con falta de material, la protección de la estructura interior de madera de forjados y escaleras y, por último, la protección de la maquinaria interior y la reparación de la exterior, en especial de los palos y las norias que presentan peligro de caída.

Para cada molino salinero, Cultura ha destinado en la redacción y en la ejecución del proyecto de estas obras de protección y conservación un importe de 40.000 euros.
Características

Los molinos de viento de Quintín y La Calcetera se encuentran en el Parque Regional de las Salinas y Arenales de San Pedro del Pinatar (dentro del dominio marítimo-terrestre) y su particularidad está más en su uso que en las diferencias arquitectónicas que pueda haber con los molinos harineros o de agua.

Según los expertos, las primeras explotaciones de sal de la zona se remontan a la época fenicia, aunque es a partir del siglo XIV cuando la laguna es abandonada como lugar de pesca para su transformación en salinas.

Estos dos molinos fueron construidos en el primer tercio del siglo XX para, gracias a la fuerza del viento, trasvasar agua desde el Mar Menor hacia las balsas de almacenamiento en las que se evaporaba dejando libre la sal, y estuvieron en uso hasta principios de los años setenta del pasado siglo, fecha en la que se instalaron bombas eléctricas.

Se trata de construcciones troncocónicas de unos diez metros de altura cuya parte superior está coronada con una cúpula cónica realizada en madera. Las aspas podían llegar a medir entre 10 y 14 metros y a ellas se amarraban unas velas triangulares, a diferencia de las de los molinos manchegos, que mantienen una forma rectangular.

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