Una mirada al ayer a través de la fotografía llega a Pechina

Una de las imágenes que integran la exposición.

Recuperar la memoria a través de la fotografía y rememorar tiempos en los que la vida rural era la reinante en la provincia, pero en el siglo XXI. Así se presenta la muestra ‘Ya no es ayer. Memoria de la vida tradicional’, una producción del Museo de Terque, que este viernes inicia en Pechina un recorrido por diferentes municipios de la provincia.

El Edificio de Usos Múltiples de Pechina se convierte, hasta el 26 de febrero, en una ventana desde la que ver cómo era la vida en el pasado. Un ejercicio de memoria colectiva para no perder la perspectiva, todo ello guiado por un conjunto de fotografías de muy bella factura.

‘Ya no es ayer…’ Esta frase de Francisco de Quevedo da título a la nueva exposición de fotografías del Museo Etnográfico de Terque. Las formas de vida tradicionales languidecen de una manera irremediable en sus últimos reductos: las zonas rurales. Cuando caminamos por sus calles, contemplamos ciertas imágenes que parecen sacadas de otro tiempo, detenidas a medio camino entre el pasado y el futuro.

La exposición forma parte de un proyecto de investigación y documentación a través de la fotografía de los últimos vestigios de la vida tradicional que aún se conservan en los pueblos de Almería, ámbito geográfico donde se realiza el trabajo. Captar esas últimas escenas de la vida cotidiana, el trabajo de los últimos artesanos que aún subsisten, lo poco que va quedando de la arquitectura tradicional y en especial, el rastro humano de sus protagonistas, la última generación de este mundo es objetivo del trabajo.

La arquitectura tradicional, se ha borrado de las calles actuales, la luminosidad de una fachada encalada, cada día es más difícil de disfrutar. Las caballerías desaparecen de nuestros pueblos de una manera vertiginosa, se olvidan trabajos y oficios que fueron esencia de la vida cotidiana durante siglos y siglos.

Imágenes arrancadas al tiempo como las del frágüero de Alboloduy, el pastor de Darrical, el sacristán de Alhabia, el barbero o el cohetero de Bentarique, el ebanista de Pechina, o los parraleros de Ohanes. Manos haciendo quesos, trabajando el esparto, blanqueando la fachada, remendando el culo a la silla, cosiendo… Costumbres como las visitas domiciliarias de las ermitas, el detente de la puerta, o la fiesta de los quintos son un rescoldo de otro mundo que ya se aleja.

 

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