Un equipo de investigadores hallan por primera vez en Huelva y Portugal numerosos trilobites de 520 millones de años, del mismo género de los que había en lo que hoy es Norteamérica. Su presencia contribuye a conocer mejor las relaciones de la biodiversidad de diferentes continentes primigenios.
Hace 520 millones de años la Tierra tenía un aspecto totalmente diferente al actual. El mar ocupaba zonas que ahora están emergidas, los continentes estaban en formación y todavía se podía observar una distribución del territorio que recuerda mucho a las primeras etapas del planeta, dominado por el supercontinente Pangea.
Por ejemplo, de la actual Península Ibérica apenas existía una cuarta parte de lo que es hoy día. El mar ocupaba en resto y dentro de sus aguas había unas formas de vida primigenias, que han llegado a nuestros días en forma de fósiles.
Fósiles de Trilobites con 520 millones de años en Huelva y Portugal
Unos de los más interesantes aparecidos hasta ahora se han encontrado en la provincia de Huelva y en tierras de la cercana Portugal. Se trata de trilobites olenelinos, artrópodos parientes muy lejanos de los escorpiones, que habitaban en el fondo del mar. La peculiaridad de este conjunto fósiles radica en que son unos de los pocos, por no decir los únicos, de este tipo que han aparecido en la Península Ibérica.
El hallazgo ha sido fruto del trabajo de investigadores de la Universidad de Huelva, en colaboración con equipos de las de Zaragoza, Valencia y Coimbra (Portugal).
Estos trilobites, aparecidos en las localidades onubenses de Cumbres de San Bartolomé, Hinojales, Cañaveral de León y la portuguesa de Vila Boim, son unas de las formas más primitivas de trilobites, un grupo más propio del antiguo continente de Laurentia, que hoy en día corresponde a gran parte de América del Norte.
Trilobites olenelinos, más propios de la actual América del Norte
“Los trilobites olenelinos son una fauna característica de Laurentia. Aunque también aparecen en dominios de Báltica, de Siberia o de Avalonia. En la Península Ibérica son muy poco habituales, de hecho solamente hay dos géneros citados. Y encontrarlos en esta zona permite establecer una mejor correlación de las rocas de Iberia con las de otros dominios paleogeográficos”, explica el autor principal de esta investigación, Luis Collantes, que actualmente está realizando su tesis doctoral en la Universidad de Coimbra (Portugal).
La presencia de los trilobites olenelinos en Iberia a principios del Cámbrico refuerza la afinidad entre las rocas de otros dos grandes continentes: Gondwana, en el hemisferio Sur, que incluía África, Sudamérica, Antártida, India y el Sur de Europa; y Avalonia, que actualmente forma una gran parte de las rocas más antiguas de Europa Occidental, el Magreb, Canadá atlántica y ciertas partes de la costa Este de Estados Unidos.
Estudiar el origen de las rocas gracias a los fósiles de trilobites
Establecer estas correlaciones “no es un proceso sencillo”, explica Luis Collantes, ya que se necesitan realizar clasificaciones sistemáticas a nivel de especie, para, una vez que se tienen, comenzar a comparar los resultados con los que ya se tenían de otros entornos.
Tras este trabajo, el equipo liderado por la Universidad de Coimbra comprobó que los fósiles hallados en Huelva y Portugal eran ejemplares muy similares a los que se podían encontrar en el dominio de Avalonia, una información que también está sirviendo para establecer el área de distribución de estos habitantes de los fondos marinos de hace más de 500 millones de años.
Estrategias de supervivencia en el fondo del mar
Se ha determinado que estos fósiles vivían en un medio “más o menos profundo, en una zona de plataforma continental externa”. Por lo general, los trilobites eran unos habitantes de los fondos marinos, donde se alimentaban, según las diversas hipótesis, filtrando sedimentos, cazando otros animales más pequeños o incluso también los había que eran carroñeros.
Se conoce también que se desplazaban ‘caminando’ sobre el fondo marino, aunque excepcionalmente también podían nadar cortas distancias, elevados a un palmo sobre el fondo.
Luis Collantes estudia estos fósiles para definir la edad de las rocas y también conocer la distribución de estos animales prehistóricos en cada una de las épocas geológicas, las dos líneas de investigación principales de este científico.
Sorprende cómo de un pequeño ser de apenas unos centímetros se pueda extraer tanta información y cómo los procesos de fosilización son una especie de cápsula en el tiempo para remontarse, como en este caso, a épocas tan remotas.