“Tras la pandemia han aumentado los delitos asociados a la radicalización”

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La violencia es un fenómeno cultural presente en toda civilización. Su gestión y abordaje han supuesto desde siempre una preocupación central en nuestras sociedades, que en los últimos siglos se han esforzado por atajarla no solo desde los códigos penales, también desde su estudio y análisis.

Mariela Checa Caruana es presidenta del Colegio Oficial de Psicólogos de Andalucía Oriental y psicóloga jurídico-forense. La especialista, que codirige el Máster de Formación Permanente en Psicología jurídica y forense de la Universidad Internacional de Andalucía (UNIA), detalla que esta disciplina plantea observar la violencia en particular y la delincuencia en general como fenómenos multifactoriales. La perspectiva que aporta esta especialidad tiene una importancia fundamental en nuestro sistema judicial, que acude a ella para multitud de tareas, desde esclarecer hechos hasta evaluar las posibilidades de reinserción o, fuera de los juzgados, implantar sistemas de preventivos.

La experta explica que las salidas de esta especialidad, de plena relevancia, son muchas: “desde clínicas que prestan asesoramiento o peritaje al trabajo dentro de las instituciones, como el Instituto de Medicina Legal”, que incorpora a médicos, psicólogos y trabajadores sociales específicamente formados en el ámbito jurídico.

Con la pandemia, el número de delitos en general ha descendido, como muestran los datos de forma agregada”, asegura. “Sin embargo, sí se aprecia un aumento en ciertos tipos asociados a la radicalización: delitos de odio, violencia sexual o filioparental”, en términos de expedientes incoados.

Checa Caruana, especialista en este tipo de violencia de hijos hacia sus progenitores, cree por ello importante “analizar los datos de forma desglosada”. “Se trata de un fenómeno que ha experimentado un desarrollo paralelo al que hace veinte años tuvo la violencia de género, en tanto que en sus inicios era poco visible y hoy empieza a contemplarse como un fenómeno propio de características diferenciadas” reflexiona. En opinión de la profesional, responde a multitud de factores, entre ellos los cambios en el modelo educativo y las unidades familiares, ya que “en muchos casos son procesos de separación conflictiva los que contribuyen a generar este tipo de conductas”.

En la formación de profesionales es clave, apunta, contar con una visión al día de la criminalidad, además de las nuevas tendencias en materia de abordaje y prevención. “Las patologías generales del ser humano cambian con su sociedad: hoy en día tenemos problemas vinculados a la tecnología que obviamente no estaban hace 30 años”.

Un caso claro de plena actualidad sería el de las agresiones ligadas a la sumisión química en forma de pinchazos en discotecas, que han generado alarma social recientemente: “Es un tema que hace diez años no estaba”. La profesional considera que, si bien es pronto para sacar conclusiones, estamos ante “una forma más de control o amedrentamiento hacia la mujer”, dado que la mayoría de casos no parece haber supuesto una intoxicación real de la víctima. “Es una forma de controlar mediante el miedo que refleja el problema de fondo de la violencia de género”. En este sentido, advierte, existe un alto y creciente porcentaje de varones jóvenes que directamente “niega la existencia de esta violencia”, lo que dificulta ofrecer recursos adecuados ante este problema. “Creo que tiene que ver mucho con la educación”, recalca, “no se ha hecho una educación adecuada a nivel sexual y de género que se dirija tanto a ellos como a ella”.

La profesora incide en que el estudio de estas conductas requiere de profesionales experimentados que además cuenten con “una mirada transversal y actualizada”. El próximo curso codirigirá en la UNIA una nueva edición del Máster en Formación Permanente en Psicología jurídica y forense. “Es un máster con mucho recorrido, totalmente enfocado a lo profesional”. La meta es proporcionar una mirada dirigida a las transformaciones que experimenta la violencia como fenómeno. “Se busca que el alumno cuente con los instrumentos de valoración más actualizados para estudiar y rehabilitar a estos individuos en la sociedad, y estar preparados para abordar las consecuencias de sus actos”, insiste.

En el ámbito judicial y forense, “la idea de la psicología no es solo ver la etiología del delito”, concluye la especialista. “Es también trabajar hacia la prevención, hacer el abordaje. Incluso pronosticar qué requiere el sistema de justicia penal, adelantarse a problemáticas concretas”.

Máster en Formación Permanente en Psicología jurídica y forense

Codirigido por la doctora Checa Caruana junto a la doctora Eva Jiménez -embajadora de la Radicalisation Awareness Network ante la Comisión Europea-, el Máster en Formación Permanente en Psicología Jurídica y Forense de la UNIA encara un nuevo curso superando las veinte ediciones. Impartido de forma virtual, se encuentra en período de preinscripción hasta el próximo 1 de septiembre.

El título aúna las disciplinas jurídica y forense, para las que la UNIA cuenta además con títulos individuales (Diploma de Especialización en Psicología jurídica y Diploma de Especialización en Psicología Forense), dirigidos también por las doctoras Checa y Jiménez. Con un enfoque práctico, el título se constituye como un referente a nivel nacional, siendo uno de los más antiguos en su ámbito y con la particularidad de englobar, además de estos dos contextos, un módulo innovador en psicología forense criminológica.

El programa cuenta con un elenco de hasta 25 docentes expertos en el ámbito de la psicología y criminología. De ellos, participará un alto número de ponentes internacionales, que presentarán las directrices del programa sobre los criterios de la Unión Europea para la práctica en este campo, las últimas innovaciones relativas a teorías, protocolos y estrategias, así como salidas profesionales o bolsas de trabajo.