La Universidad de Almería (UAL) es una de las primeras en estudiar los efectos de las quemas controladas sobre el suelo de espacios semiáridos del sureste andaluz; determina que esta práctica para prevenir incendios forestales podría ser viable y respetuosa con la comunidad microbiana.
El descenso de las precipitaciones y el incremento de las temperaturas que acompañan al cambio climático, junto a la disminución de los aprovechamientos en los espacios forestales y el descenso de la ganadería extensiva están provocando que los incendios forestales adquieran una dimensión cada vez mayor, hasta el punto de que los servicios de extinción se ven impotentes ante unas llamas enormes, que devoran todo lo que encuentran a su paso.
En este nuevo escenario de incendios de gran alcance no vale solamente con incrementar el número de bomberos forestales y medios técnicos para combatir el fuego; también se necesitan estrategias de prevención, con las que reducir la cantidad de combustible acumulado a lo largo del año. ¿Pero cuáles?
Qué estrategia ayuda a prevenir los incendios forestales
Los ingenieros forestales han diseñado diversas fórmulas preventivas para gestionar el monte que, sin llegar a tratarlo como si fuera un jardín, aseguran tenerlo en unas condiciones adecuadas de cara a la temporada de incendios. Entre ellas, está ganando peso el uso del fuego técnico de baja o media intensidad mediante quemas prescritas.
Para quien no las conozca, la quema prescrita es una técnica de gestión que consiste en usar el fuego de manera controlada con parámetros ambientales específicos y en un espacio concreto, con los que se realiza una ‘limpieza’ de ramas muertas, hojarasca y pequeños arbustos, responsables de que un incendio se propague con rapidez. Sin embargo, aunque son muy efectivas en la reducción de combustibles, todavía no se conocen bien sus efectos sobre el ecosistema, así como tampoco los márgenes de seguridad idóneos para que no cause un impacto más allá del previsto en un principio.
Concretamente, no se tiene suficiente evidencia sobre los efectos de las quemas prescritas sobre la salud del suelo y el tiempo de recuperación del ecosistema, incluso, si el entorno vuelve a unos niveles ambientales como los previos a la actuación.
Para arrojar algo más de luz sobre esta práctica y los cambios que se producen en el suelo del bosque a causa del uso del fuego de baja intensidad, el Grupo de Investigación Agronomía y Medio Ambiente (AGROMA-RMN934) y el Laboratorio de Microbiología de Suelos de CIAIMBITAL de la UAL han realizado un estudio, en el que se han analizado los suelos de un entorno de la almeriense Sierra de Filabres donde se aplicaron este tipo de quemas.
¿Las quemas prescritas son respetuosas con el suelo?
Los resultados obtenidos, publicados en un artículo en la revista Fire, han sido bastante interesantes y, aunque se necesitan más estudios que arrojen más datos sobre esta manera de gestionar el monte, todo apunta que las quemas prescritas representan una herramienta efectiva para prevenir las llamas en verano y que sus efectos sobre la salud del suelo son mínimos o incluso inexistentes, si las quemas son realizadas de la forma adecuada.
La investigación ha sido fruto de una colaboración entre AGROMA y el Servicio Operativo de Extinción de Incendios Forestales de INFOCA. Y ha sido una de las primeras en estudiar el impacto de las quemas prescritas en suelos de un entorno semiárido como la sierra almeriense.
Qué ocurre en el suelo durante un incendio forestal
En un incendio forestal se produce un fuego descontrolado de alta intensidad que puede alcanzar hasta mil grados centígrados y graves pérdidas de la vegetación, originando cambios en las propiedades químicas, físicas y microbiológicas del suelo, ya que las propias cenizas alteran las condiciones de pH y la conductividad eléctrica. Es una situación de estrés en la que se originan una serie de desequilibrios que alteran el funcionamiento normal del entorno y pueden cambiar la dinámica de descomposición de la materia orgánica llevada a cabo por las bacterias.
La investigadora de AGROMA, Rocío Soria, explica que el impacto de las llamas «afecta a la diversidad biológica del suelo y, cuando se alcanza una intensidad elevada, puede provocar cambios en la composición y estructura microbiana, provocando la desaparición de algunos microorganismos y favoreciendo a otros más resistentes que se encuentran así con unas nuevas condiciones del suelo que les permiten desarrollarse».
Cómo se comporta el suelo en el caso de quemas controladas
La situación que se produce en el caso de las quemas prescritas es diferente y, lo más importante, mucho menos lesiva para el suelo. Así, en el trabajo se ha comprobado que no se han encontrado cambios en las propiedades químicas de los suelos; tampoco en la comunidad bacteriana, salvo algunas pequeñas diferencias poco reseñables.
Los estudios se repitieron siete meses después de la realización de la quema prescrita, para comprobar cómo se había comportado el terreno y hasta qué punto se había producido una recuperación de las propiedades del suelo. Tras este tiempo, los suelos volvían a presentar las mismas condiciones químicas y bacteriológicas que tenían antes de realizar el fuego controlado. Es más, también se habían corregido las pequeñas diferencias observadas en la comunidad bacteriana tras la acción de la quema. «De esto deducimos que, en un plazo de tiempo corto, ese suelo podría volver a tener unas propiedades microbianas similares a los suelos no quemados», aclara Rocío Soria.
A qué se debe el impacto reducido en el suelo de las quemas prescritas
El impacto reducido de esta estrategia de gestión forestal se debe, principalmente, a que la intensidad del fuego y la residencia de la llama son bajas. Si en un incendio forestal se llegan a temperaturas superiores a mil grados, en las quemas prescritas ejecutadas apenas subieron a los 600 en algunos puntos, explica el técnico del INFOCA y también integrante del grupo de investigación AGROMA, Antonio Tortosa. Además, añade, bajo el suelo se llegaron a temperaturas de 35 grados, algo «totalmente asumible» para los suelos de un monte que en la época de mayor calor puede alcanzar perfectamente esas temperaturas, en los 5-10 primeros centímetros bajo el suelo.
Toda esta información le es útil a los servicios de extinción y prevención de incendios para diseñar las actividades de gestión y conocer hasta dónde pueden llegar con el uso del fuego como herramienta de gestión, destinada a la limpieza de ramas muertas y hojas, que actúan como la pólvora que hace crecer a los incendios forestales.
«Los resultados obtenidos en esta investigación son muy interesantes, pero se necesitan muchos más», afirma Antonio Tortosa, que remarca la peculiaridad de esta investigación, porque se han analizado los efectos de una quema en un espacio bajo arbolado. Es por esto, que el grupo de investigación va a iniciar un nuevo proyecto relacionado con esta temática.
La lucha contra los incendios evoluciona y también cambia el modelo de gestión, para centrar más esfuerzos en la prevención efectiva y, como se dice popularmente, apagar los incendios en invierno. Este estudio contribuye a sentar las bases científicas de la actuación mediante quemas prescritas en suelos semiáridos, demuestra que combatir los incendios con fuego es una práctica con mucho futuro, un impacto en el medio reducido y efectiva para evitar grandes incendios.