Premio internacional para un arquitecto de la UCLM por un proyecto para el medio rural andino

Compartir

El egresado de la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Castilla-La Mancha (eAt UCLM), Juan González Blanco, ha sido reconocido con el Premio Félix Candela por su proyecto para una escuela en el medio rural andino. A este concurso internacional, celebrado en 2023 bajo el lema ‘Hombre del maíz’, han concurrido 597 propuestas y más de 2000 personas de toda Hispanoamérica, principalmente de México, Colombia, Chile, Argentina y Perú, Estados Unidos y Europa.

Uno de los dibujos en los que se puede ver el proyecto ganador del Premio Félix Candela.

La quinta edición del Premio Félix Candela planteaba “idear una escuela para el Hombre de Maíz, para formar al hombre que vuelve al campo, en algún lugar del territorio propio de esta planta ancestral”. El ejercicio proponía reflexionar sobre la posibilidad de pensar en una forma de sociedad que no sea urbana, que además sea autónoma y radicalmente diferente de la ciudad, con una estructura económica, orden social, formas y apariencia propia o considerar el campo como el lugar de esta sociedad.

Un jurado presidido por Federico Soriano e integrado además por Javier Sáenz Guerra, Manuel Cervantes y Loreto Lyon, reunido en la planta de Bacardí (Tultitlán, México), diseñada por Mies van der Rohe y Félix Candela, resolvió premiar, entre otras, la propuesta de González Blanco. “Una escuela para la siembra del agua, Queñual… dibuja una red neuronal, pero que ahora es una red que en vez de sangre o de impulsos eléctricos, conduce agua”, reza el acta.

“A partir de un bosque de queñuales, árboles mágicos que captan la humedad del medio ambiente y filtran el agua al subsuelo, se regenera un gran talud, una gran montaña, un lugar elevado…La tradición grecorromana va pareja a la de los lugares andinos quechuas en su respeto a la naturaleza, aunque secunden caminos diferentes finalmente”, prosigue.

El jurado señala además que la escuela se presenta, en su sección constructiva, “como una pieza con flexibilidad de secciones, adaptándose en su uso a las condiciones cambiantes del clima. El urbanita comparte con prudencia su saber con la inmensidad sin fin de una naturaleza indómita, que el hombre pretende respetar”.