La investigación es una carrera de fondo. Un camino largo, vocacional y, a veces, lleno de obstáculos. La Universidad de Málaga, a través del Plan Propio de Investigación, Transferencia y Divulgación, lleva años trabajando para retener el talento científico de quienes deciden elegir la investigación como carrera, promoviendo vocaciones investigadoras siempre desde una óptica igualitaria.
Con un paquete de ayudas –que cuenta con un presupuesto de casi 2.250.000 euros- destinado específicamente a incentivar las primeras etapas de la carrera investigadora, las cifras correspondientes a los últimos años dan prueba de ello. Tanto para la realización de contratos predoctorales como para la incorporación de doctores, el porcentaje de mujeres y hombres en la UMA es prácticamente igualitario, representando las investigadoras el 49 y 50 por ciento, respectivamente.
“Existe igualdad de género en los inicios de la carrera investigadora en la Universidad de Málaga. Por ello, en esta primera etapa, no resulta necesario abordar discriminación positiva alguna, más allá de la valoración objetiva de los currículos”, señala la vicerrectora adjunta de Investigación, Zaida Díaz.
Igualmente, en relación a las Ayudas Nacionales para la Formación de Profesorado Universitario (FPU) y los Contratos Predoctorales para la Formación de Doctores (FPI), del Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades, los datos de incorporación de investigadoras a la UMA entre 2018 y 2020 reflejan también una cierta paridad, ocupando cerca de un 45 por ciento.
En concreto, en el caso de las FPU, la evolución en el número de científicas es ascendente, pasando de representar un 35 por ciento en 2018 a casi un 52 por ciento en el 2020.
En estos últimos tres años, gracias a estas dos convocatorias de concurrencia nacional, que se caracterizan por alto grado de exigencia y competitividad en sus requisitos de admisión, la Universidad ha incorporado a unas 60 científicas que, actualmente, se encuentran en el inicio de su carrera investigadora en la UMA.
Las mujeres adelantan posiciones en la carrera científica
Asimismo, en las ayudas para la incorporación de investigadores doctores a partir de contratos ‘Juan de la Cierva’, en estos últimos tres años se ha mantenido la igualdad entre el número de hombres y mujeres que se han unido a la Universidad de Málaga, aunque también en la última convocatoria, correspondiente a 2020, son mayoría las mujeres contratadas, representando más de un 66 por ciento.
Este protagonismo femenino que se evidencia en las resoluciones más recientes, resulta muy palpable dentro del colectivo ‘Ramón y Cajal’, un subprograma del Plan Estatal de Investigación Científica, Técnica y de Innovación que busca la incorporación de personal investigador nacional y extranjero con una trayectoria destacada. En la Universidad de Málaga los últimos 10 contratos Ramón y Cajal concedidos tienen nombre de mujer.
Esta situación se repite en las Ayudas ‘Beatriz Galindo’, destinadas a contratar personal científico que en la actualidad esté desarrollando sus proyectos en centros extranjeros, donde en la última convocatoria resuelta también el número de investigadoras es mayor que el de hombres. La UMA, con tres plazas concedidas, de las que dos son ocupadas por científicas, destaca entre los primeros puestos con respecto a las universidades andaluzas en la concesión de estas ayudas nacionales altamente competitivas, donde cada universidad solo puede optar a cinco como máximo.
“Cada vez es más evidente la consolidación de la mujer al principio de la carrera investigadora”, asegura Zaida Díaz, quien destaca, no obstante, que no siempre ha sido así y que hay que seguir trabajando para que esta tendencia continúe.
Objetivo: optar a fondos de I+D+i
Superada ya la etapa doctoral, el objetivo de cualquier personal científico es poder optar a fondos de I+D+i y conseguir proyectos propios que le permitan desarrollar sus líneas de investigación.
En la Universidad de Málaga los datos de las dos últimas resoluciones del Programa Estatal de I+D+i también muestran, en cierta medida, igualdad entre el número de proyectos liderados por hombres y mujeres: 25 proyectos de 55 (convocatoria 2018) y 15 de 35 (convocatoria 2019) son coordinados por investigadoras.
“Aunque en nuestra Universidad las cifras siguen siendo buenas, en esta etapa sí que empiezan a detectarse barreras que afectan a la presencia y visibilidad de las mujeres en la investigación”, asegura la vicerrectora adjunta, que añade que estas son aún más evidentes en el plano internacional, que es cuando el número de investigadoras que dirigen proyectos disminuye notablemente.
En el caso de la UMA, tan solo cerca de un 20 por ciento de investigadoras lideran proyectos europeos, según datos de la Oficina de Transferencia de Resultados de la Investigación (OTRI).
Barreras
Coincidiendo con el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia, que se conmemora mañana 11 de febrero, varias investigadoras de la Universidad de Málaga han intentado explicar esta realidad.
La científica Inés Moreno señala la carga familiar de hijos y padres que aún sobrellevan principalmente las mujeres con edades de entre 30 y 50 años, el síndrome del impostor – trastorno psicológico en el cual las personas exitosas son incapaces de asimilar sus logros-, y la permanencia de sesgos como algunas de las causas que todavía obstaculizan la carrera profesional de algunas investigadoras.
“Es importantísimo despertar vocaciones científicas, pero no solo a edades tempranas, sino también en los institutos y en la universidad. Y, además, tener soporte institucional y de los compañeros durante toda nuestra carrera”, opina esta investigadora del Departamento de Biología Celular, Genética y Fisiología.
En este sentido, la investigadora del Departamento de Psicología, Personalidad y Tratamiento Psicológico de la UMA Rocío de la Vega insiste en que no hay igualdad en las consecuencias laborales que conlleva tener hijos, lo que puede hacer que la carrera científica se resienta más en las mujeres que deciden ser madres.
Elena Abdo, del Departamento de Ingeniería de Comunicaciones, considera, igualmente, que la maternidad puede suponer un hándicap importante a medida que la carrera investigadora avanza, puesto que limita la movilidad, que es clave para conseguir becas y proyectos competitivos, y traducirse en parones que pueden desembocar en el abandono de la carrera científica.
La investigadora del Departamento de Biología Molecular y Bioquímica Melissa García coincide también con el hecho de que la maternidad puede implicar una parada en la proyección y el desarrollo profesional de las mujeres que se dedican a la investigación, además de otras dificultades por la falta de planes que faciliten y apoyen la conciliación familiar.
Brecha de género
“Hay que tener en cuenta que la investigación es una profesión extremadamente competitiva en la que cualquier «descanso» te puede sacar del circuito o situarte en una posición de desventaja a nivel curricular. Exige muchos sacrificios desde el punto de vista de la familia que las mujeres suelen estar menos proclives a conceder”, asegura Abdo.
“Existe una brecha de género en las carreras científicas, como refleja el hecho de que el porcentaje de hombres investigadores que al final consiguen desarrollar las carreras más brillantes, liderar proyectos europeos e internacionales competitivos y conseguir cargos y responsabilidades en órganos directivos es mayor que el de mujeres”, denuncia García, quien, no obstante, destaca que cada vez más se están implementando políticas de igualdad que pretenden trabajar en la detección de cualquier tipo de discriminación hacia la mujer y tomar medidas efectivas, para así evitar el sesgo de género en sus carreras profesionales.