Enrique Navarro, director del seminario “Las viviendas turísticas: entre la recuperación y la incertidumbre”, incluido dentro de los Cursos de Verano de la UMA en Vélez-Málaga, ha declarado que la provincia de Málaga tiene censadas más de 50.000 viviendas turísticas, lo que supone la mitad de las existentes en Andalucía. Además, Navarro ha destacado el crecimiento exponencial “importantísimo” sufrido tras la pandemia, al haberse duplicado en algunos lugares de la provincia; “no solamente en las ciudades, sino en el medio rural”, ha puntualizado.
Navarro ha confirmado que el turismo tiene un peso muy elevado en esta provincia al alcanzar alrededor de entre el 15 y el 18 por ciento del PIB (en Andalucía representa el 12 por ciento). En su opinión, en algunos municipios las actividades derivadas del sector turísticos pueden alcanzar al 70 u 80 por ciento del empleo. Sobre esta situación, el director ha valorado que hay una alta dependencia. “Este aspecto se podría plantear en principio como positivo, el problema es la diversificación”, ha remarcado.
Sobre las distintas medidas que las administraciones públicas están planteando para regular y controlar las viviendas turísticas, Navarro ha explicado que está por ver el impacto positivo que puedan tener y ha afirmado que deberíamos tener un cierto control de la oferta, no sólo de las viviendas turísticas, sino de otras formas de alojamiento porque es la que nos va a dar la capacidad decarga del destino. “En algunos lugares se puede crecer, precisamente porque es necesario ese desarrollo, mientras que en otros habría que repensarlo con una diversificación productiva”, ha detallado.
Navarro ha señalado que algunas de estas medidas son solamente impositivas, por lo que considera que no buscan limitar el sector o el crecimiento sino cobrar por ello. Navarro ha planteado que exista una tasa de compensación social, es decir, que se informe de todos aquellos beneficios que se obtienen directamente del turismo, no simplemente con el empleo, y cómo se distribuyen a servicios sociales, educativos, sanitarios… “La idea es que el ciudadano vea claramente que le repercute”, ha concluido.
Ocupación de las viviendas turísticas
Alvaro Graciani, durante su participación en este mismo curso de la UMA, organizado por su Fundación General en Vélez-Málaga, ha asegurado que tras la recuperación del turismo extranjero estiman que este verano la media roce el 85 por ciento de ocupación en Andalucía y se sitúe próximo al 90 por ciento en zonas costeras.
Así mismo, Graciani ha explicado que el incremento en las viviendas turísticas se debe a varios factores, por un lado, tras la pandemia ha habido una consolidación del sector porque los turistas demandan espacios más independientes y con mayor integración en la zona; y a la vez, se ha producido un efecto administrativo con la publicación de la norma que permite a las comunidades de propietarios limitar las viviendas turísticas y se han anunciado decretos que “están provocado miedo a los propietarios de las viviendas por una regulación futura”, ha puntualizado. Sobre este asunto, ha confirmado que en Andalucía hay cerca de 30.000 viviendas que están inscritas en el registro de viviendas turísticas, pero no anunciadas.
Respecto al establecimiento de zonas tensionadas por los ayuntamientos, Graciani ha asegurado que pueden ser buenas medidas que beneficien a todos para garantizar la sostenibilidad del turismo siempre que se establezcan cuotas para todos tipos de alojamientos turísticos.
Cuentos infantiles, herramientas para entender el mundo
El curso “Educación, salud mental y bienestar emocional en el autismo”, dirigido por el profesor de la UMA Francisco Guerrero, ha comenzado su jornada con la ponencia de Valeria Kiselova, filóloga y autora de cuentos infantiles para niños con TEA. La ponente ha recalcado que cualquier niño o niña con autismo necesita que sus padres le enseñen, a diario, cómo funciona el mundo y, por ello, es importante la labor de los especialistas que dan pautas y herramientas a estos tutores.
La escritora también ha contado su experiencia como madre de una niña con esta neurodiversidad: “Cuando recibimos el diagnóstico mi hija tenía dos años y siete meses, no hablaba, ni entendía nada, ahora tiene diez años y habla perfectamente español y ruso. Para conseguirlo, la comunicación y la educación han sido esenciales, sobre todo usando el apoyo visual como pictogramas”.
La idea de crear estos cuentos surgió porque su hija no entendía el lenguaje y se dio cuenta que funcionaba identificar cada palabra con un símbolo. La especialista ha explicado cómo estos materiales didácticos ayudan a que sea más fácil ir al colegio, al médico, tener amigos… Como ejemplos ha mencionado libros, con estructuras sintácticas muy básicas, como “La princesa va al dentista” o “La princesa aprende a hablar”.
Sus libros son historias sociales o de fantasías con los que un niño con autismo puede aprender los colores o los números. “Las personas con autismo sienten, pero no saben qué es lo que sienten, estos cuentos también ayudan a que entiendan sus propias emociones”, ha señalado.