La mayoría de las enfermedades neurológicas tienen su origen en desajustes químicos dentro del cerebro. Y localizarlos supone un punto de partida para desarrollar tratamientos y nuevos fármacos. Ahora, investigadores del Centro Andaluz de Biología Molecular y Medicina Regenerativa (CABIMER-CSIC) y la Universidad de Jaén han descubierto que la epilepsia y el alzhéimer comparten una cierta conexión con la depresión en adolescentes.
El canal de sodio dependiente de voltaje Nav1.1 es esencial para un funcionamiento adecuado de las neuronas inhibitorias del cerebro. Desafortunadamente, este canal es conocido porque mutaciones en el gen que lo codifica (SCN1a) provocan una grave encefalopatía epiléptica infantil, el Síndrome de Dravet. También se ha asociado la disminución de su expresión con alteraciones cognitivas y una hiperactividad cerebral en modelos de Alzheimer familiar.
Ahora, el grupo de investigación del doctor Álvarez-Dolado del CSIC en el CABIMER, en colaboración con los doctores Artigas, Bortolozzi y Meana del CIBERSAM, junto al doctor Francisco J. Esteban de la Universidad de Jaén, han descubierto que la disfunción de Nav1.1 en el córtex prefrontal (CPF) del cerebro durante la adolescencia, no solo provoca epilepsia, sino que además induce una sintomatología severa de depresión.
Los resultados, que han sido publicados en la prestigiosa revista Brain, demuestran que Nav1.1 es necesario para el correcto desarrollo de las funciones cognitivas y emocionales dependientes del córtex prefrontal. En este sentido, se ha comprobado que la disfunción de Nav1.1 durante la adolescencia, en ratones, provoca un desbalance de la relación excitación/inhibición en la CPF, lo que conduce a un patrón de expresión génica estrechamente relacionado con la depresión mayor, reducción de los niveles de serotonina, y alteraciones en la memoria. Además, interesantemente, los pacientes con depresión mayor presentan niveles de expresión bajos de este canal.
Estos hallazgos abren la puerta al diseño de nuevos fármacos que activen específicamente Nav1.1 para ser usados como antidepresivos de un modo novedoso y más eficaz. Además, el trabajo identifica al CPF y la adolescencia como elementos críticos a tener en cuenta en el desarrollo de los síntomas del síndrome de Dravet y proporciona nuevas pistas para comprender por qué los pacientes con epilepsia suelen desarrollar también depresión. Todo ello supone nuevas oportunidades para entender y tratar mejor el Alzheimer, la epilepsia y la depresión.