Investigadores de la Universidad de Málaga, en colaboración con un equipo internacional y multidisciplinar, han publicado un artículo en la prestigiosa revista ‘Scientific Reports’ en el que se demuestra una asociación significativa entre los brotes de Ébola y la deforestación en los bosques africanos.
Según avanza el estudio, esta relación se establece durante los dos primeros años tras la eliminación de la cubierta arbolada, principalmente en bosques cerrados y en las regiones que rodean la gran masa forestal de África central y occidental. Los investigadores de la UMA, pertenecientes al grupo de Biogeografía, Diversidad y Conservación del Departamento de Biología Animal, aseguran que aunque se desconocen aún las razones que podrían favorecer la aparición de nuevos brotes de Ébola entre la población humana, diversas hipótesis apuntan a un aumento del contacto entre el ser humano y la fauna, una vez que el hábitat se modifica.
“Se sabe que los murciélagos de la fruta, principales candidatos a ser reservorio del virus en la naturaleza, pueden aumentar sus poblaciones en los bosques sometidos a fragmentación”, indican. Por otra parte, cuando desaparece la masa forestal, las poblaciones humanas cuya subsistencia depende de la caza necesitan capturar más piezas –y a menudo más especies animales- para conseguir la misma cantidad de carne que en el bosque cerrado.
Roedores y pequeños carnívoros transmiten el ébola
Hasta el momento se conocen casos de transmisión procedentes de contactos con los gorilas, los chimpancés y algunos antílopes forestales. Sin embargo, las especies potencialmente transmisoras del virus del Ébola podrían incluir también roedores, pequeños carnívoros y otros grupos animales.
Este trabajo de investigación es fruto de la colaboración entre la UMA y CIFOR (Center for International Forestry Research, mediante un convenio suscrito a través de la Oficina de Transferencia de los Resultados de Investigación (OTRI). El proyecto ha sido financiado por USAID, UKAID y el MINECO.
Sistema de alerta temprana
El trabajo publicado supone un paso más en el camino hacia un sistema de alerta temprana que podría anticipar dónde se encuentran las áreas en las que el riesgo de nuevos brotes de Ébola es mayor.
La disponibilidad actual de datos exhaustivos que indiquen dónde y cuándo se produce deforestación, así como la investigación en curso sobre la temporalidad con que aparecen los brotes, pueden generar a corto plazo herramientas útiles para anticiparse a la aparición de nuevos casos y acelerar la toma de decisiones una vez que éstos se han producido.