La alimentación y la resistencia a la insulina

Artículo de
Monserrat Rodríguez León,
directora de la carrera de Ciencias de la Nutrición
de la Universidad Autónoma de Guadalajara (UAG) de México.

La resistencia a la insulina está presente en muchas enfermedades como la diabetes, hipertensión arterial y la obesidad. Además, también se puede encontrar de manera silenciosa en personas aparentemente sanas, pero que ya presentan dificultad para metabolizar los carbohidratos.
 
La insulina es una hormona que se produce en el páncreas y ésta sirve para lograr que la glucosa que se encuentra circulando en la sangre, entre a los tejidos, es decir a los músculos, grasa e hígado para poder tener energía para realizar sus funciones. Dicha glucosa se obtiene a partir de los alimentos que ingerimos durante el día, por lo que después de que comemos, el páncreas se encarga de liberar la insulina suficiente para lograr mantener niveles de glucosa óptimos.

El origen de la resistencia a la insulina

Cuando frecuentemente nuestra alimentación incluye gran cantidad de productos azucarados puede llevar a desarrollar resistencia a la insulina. Esta condición aparece porque las células de los músculos, hígado y tejido graso pierden la capacidad de absorber la glucosa y el páncreas con el fin de mantener los niveles de glucosa estables, comienza a producir mayor cantidad de insulina, por lo que los niveles de esta hormona incrementan y si esta situación prevalece por un tiempo prolongado, comienza a agotarse la producción de insulina y da origen a la diabetes.
 
Existen muchas personas que se encuentran en riesgo de desarrollarla, por ejemplo: todas las personas que tienen exceso de grasa corporal; llevan una vida sedentaria; si su padre, madre o hermanos tiene diagnóstico de Diabetes Mellitus tipo 2; personas de raza latina; mujeres con síndrome de ovario poliquístico o mujeres que en el embarazo desarrollaron Diabetes gestacional. De igual manera, las personas que al nacer pesaron más de 4 kilogramos; si han presentado niveles de glucosa en la sangre por encima de lo normal; tener hipertensión arterial, o niveles bajos del colesterol HDL “bueno”, o tener los triglicéridos por encima de lo recomendado.

Cuáles son los síntomas de la resistencia a la insulina

La resistencia a la insulina no presenta grandes síntomas, sin embargo, podemos darnos cuenta de que la tenemos si presentamos oscurecimiento de la piel del cuello, ingle, axila o pliegues del codo y podemos confirmar su diagnóstico tomando los niveles de insulina en sangre.
 
Afortunadamente, puede evitarse y revertirse si se realizan cambios en el estilo de vida que tu nutriólogo puede adaptar e individualizar, por ejemplo, consumir las calorías que tu cuerpo necesita de acuerdo con la actividad diaria que realizas, beber únicamente agua natural o bebidas sin azúcar, esto incluye al café, té o infusiones. También disminuir el consumo de bebidas azucaradas como refrescos, zumos o leches con azúcar añadida, y consumir verduras de manera frecuente, comenzando 2 veces al día e ir progresándolo poco a poco.
 
Realizar actividad física es indispensable para regular los niveles de insulina. La Organización Mundial de la Salud recomienda realizar al menos 150 minutos de actividad física por semana. Pero se puede comenzar subiendo y bajando escaleras y a corto plazo comenzar a realizar alguna actividad física ideal a tus gustos. Puedes bailar, ir al gimnasio, acudir a sesiones de pilates, pasear en bicicleta, pero también es indispensable complementar con ejercicio de fuerza, pues los científicos han descubierto que el incremento de la masa muscular hace que nuestro cuerpo enfrente de mejor manera la resistencia a la insulina y la pueda revertir.
 
Es importante destacar que la resistencia a la insulina aparece antes que la diabetes, por lo que es importante realizar anualmente análisis de sangre para poder ir monitoreando los niveles de insulina y poder prevenir la Diabetes Mellitus tipo 2 que, como sabemos, tiene su origen en un estilo de vida.