Un equipo de investigación del Instituto de Agricultura Sostenible del CSIC y el Centro Mundial de los Vegetales de Taiwán ha caracterizado las distintas variedades de esta leguminosa en relación a su capacidad de defensa contra plagas y enfermedades. El estudio sirve de base para desarrollar variedades resistentes que permitan revalorizar el cultivo.
La identificación y caracterización tanto de la resistencia de la planta a la infección como la virulencia del parásito y sus interacciones permiten seleccionar las variedades que mejor se adaptan a una producción más efectiva.
En el artículo ‘Avances en la resistencia a enfermedades y plagas en las habas’, los investigadores describen todo lo conocido hasta el momento sobre la mejora genética de esta especie con técnicas tradicionales como el cruzamiento y selección o con el uso de otras herramientas biotecnológicas.
Toda la información contenida en los cromosomas se conoce como genotipo. Sin embargo, la expresión de determinadas características puede o no darse en los individuos concretos. Es lo que se conoce como fenotipo, es decir, el resultado de la manifestación del genotipo en comenzaron lentamente, se han desarrollado rápidamente en la última década. cada organismo, influenciado por el medio y otros factores.
A pesar de los avances, aún se desconocen las características genéticas contra ciertas enfermedades en este tipo de cultivos. “Se han determinado algunos marcadores de ADN para la resistencia a la roya, al jopo y a la ascoquitosis, pero aún no para otras enfermedades o plagas”, indica a la Fundación Descubre el investigador del Instituto de Agricultura Sostenible (CSIC-Córdoba) Diego Rubiales.
El DNI de las habas y sus enemigos
Según los investigadores, conocer adecuadamente el germoplasma disponible, es decir, la diversidad genética de una especie, es un recurso fundamental para cualquier programa de mejora que se quiera implantar. Las semillas se reservan en los conocidos como bancos de germoplasma, lugares donde se guardan las distintas variedades para asegurar su conservación. En el caso de las habas están registradas hasta 38.000 diferentes en el mundo.
Sin embargo, la mayoría aún no se ha caracterizado genéticamente ni se ha establecido su capacidad de lucha frente a plagas y otras enfermedades. De esta manera, los expertos relacionan en el estudio las fuentes de resistencia disponibles de modo que puedan ser usadas en programas para el desarrollo de variedades más fuertes.
Algunos ejemplos de las relaciones establecidas por los expertos en este trabajo son las enfermedades provocadas por hongos como la roya, la ascoquitosis, la botrytis o la fusariosis vascular. También las producidas por plantas parásitas, como el jopo, o por nematodos o virus. Así, especifican si se conoce tratamiento o si están determinadas las marcas moleculares de acción en cada una de las variedades caracterizadas.
Por otro lado, la comprensión de la biología del patógeno posibilita diseñar estrategias de reproducción y predecir los riesgos de aparición de nuevas enfermedades en respuesta a la resistencia creada. Por tanto, el trabajo permite un mejor conocimiento de los problemas actuales y el planteamiento de nuevas soluciones que pueden exportarse a otras zonas de acción y a otros cultivos similares.
Fuente: Fundación Descubre.