Más de 14 millones de hectáreas de suelo colombiano tendrían algún grado de salinización o sodicidad, lo que los haría poco fértiles, disminuiría su productividad y amenazaría la seguridad alimentaria. Pese a ser una problemática importante, su monitoreo y mapeo son escasos debido a los elevados costos. Una metodología probada en la zona bananera del Magdalena en Colombia sería efectiva, 10 veces más económica y tendría hasta un 85 % de precisión en el diagnóstico de suelos afectados por este fenómeno.
Los análisis de laboratorio para monitorear este tipo de suelos ascienden a más de 100 dólares por muestra, lo que hace inviable el estudio detallado de suelos en municipios como la Zona Bananera, que tiene más de 14.000 hectáreas sembradas con banano.
El ingeniero agrónomo Cristian Andrés Rincón Rodríguez, magíster en Ciencias – Geomorfología y Suelos de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) Sede Medellín, menciona que “además, los métodos convencionales usan reactivos perjudiciales para el medioambiente, y en algunos casos para la salud humana”.
Su propuesta consiste en aplicar como método alternativo la espectroscopia de infrarrojo cercano (NIR), una técnica que solo necesita de un equipo o máquina, en la que se ubica la muestra de suelo, y es 10 veces más económica y rápida.
Para no tener que muestrear grandes cantidades de terreno, el magíster Rincón se basó en la relación suelo-paisaje para seleccionar algunos sitios representativos para el estudio. Para ello contó con el acompañamiento de los profesores Juan Carlos Loaiza, del Departamento de Geociencias y Medio Ambiente de la UNAL Sede Medellín, y Yolanda Rubiano Sanabria, de la Facultad de Ciencias Agrarias de la Sede Bogotá.
“Para esto recolectamos fotos aéreas de Zona Bananera entre 1960 y 2006, y realizamos un mapa geomorfológico a escala semidetallada. Así identificamos 8 formas de terreno, y a cada una le hicimos un perfil de suelo y un análisis de salinidad, y finalmente obtuvimos 5 formas de terreno potencialmente afectables por sales”, continúa.
Con base en esto delimitó el área cultivada con banano, que quedó de unas 11.000 hectáreas, las cuales se analizaron con modelos estadísticos para determinar la cantidad mínima de muestras necesarias.
“Así obtuvimos que con solo 247 muestras se alcanzaba una precisión del 85 %, que es favorable en los modelos geoestadísticos. Estas las evaluamos mediante NIR y análisis de laboratorio convencionales para compararlas”, afirma el investigador.
Así corroboró que el mapeo con imágenes satelitales y el uso de NIR son dos metodologías eficientes, prácticas y económicas para conocer la distribución espacial de los suelos afectados por sales.
“Además registramos que cerca del 50 % de los suelos de Zona Bananera están en riesgo de ser afectados por la sodicidad, debido al uso de aguas subterráneas de mala calidad. Las terrazas fluviomarinas (zonas a lo largo de la costa) se deberían considerar como sistemas estratégicos de conservación y no deberían ser intervenidos para la producción agrícola”, indica.
Suelos afectados por sales
Según el Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales (Ideam), cerca del 90 % de los suelos del Caribe colombiano estarían afectados por sales, siendo este el principal problema de degradación de suelos en la región.
El ingeniero agrónomo anota que “el 44 % de la tierra del país es susceptible a esta afectación, lo que la convierte en la principal limitante para la producción de alimentos”.
La salinidad y la sodificación de los suelos son una acumulación excesiva de sales solubles, como el cloruro de sodio, el sulfato y el bicarbonato, entre otros.
“Entre las principales causas está la expansión de la frontera agrícola y el riego con aguas subterráneas, que en ocasiones están cargadas con una alta concentración de sales”, anota el investigador.
Así mismo, en municipios del Caribe, como la Zona Bananera del Magdalena, esta problemática se relaciona con la intervención de áreas cercanas a zonas de conservación contiguas a la costa y a procesos naturales por las dinámicas geológicas, geomorfológicas, químicas y físicas.
“Trabajamos en este lugar porque es uno de los epicentros agrícolas más importantes del norte del país. Allí la producción de banano y plátano genera más de 24.000 empleos directos. Sin embargo, la concentración de sales ha reducido la producción”, agrega el investigador.
En su opinión, “estas metodologías se pueden aplicar en cualquier zona del país según sus características, lo que permitiría tener un mapeo completo para tomar decisiones acerca de dónde es viable sembrar y en dónde no, no solo para garantizar la productividad, sino también el cuidado del medioambiente”.