Los sustratos ecológicos están ganando terreno en el sector agrícola. Entre otras razones, porque representan una vía para la revalorización de residuos orgánicos y, además, son un lecho nutritivo para los cultivos. En el mercado hay formulaciones diversas de sustratos ecológicos, procedentes de procesos de compostaje de materia orgánica. A todas ellas se suma una más, ideada en la Universidad Nacional de Colombia, en la que se han empleado excrementos de animal y restos vegetales.
El resultado ha sido un sustrato ecológico para el cultivo de champiñones y otros hongos, con el que se combinan la sostenibilidad, el aprovechamiento de residuos y la biotecnología para producir hongos comestibles, más concretamente, la variedad hongo gris.
Con qué elementos se fabrica el sustrato ecológico
El estudiante de la UNAL, Javier Santiago Cortés, fabricó el sustrato ecológico con residuos provenientes de procesos agrícolas y jardinería tales como estiércol de caballos, gallinas y corderos, y también resultado de la poda del pasto, la hojarasca, los tallos y vainas de frijol, serrín y restos de maíz, que posteriormente se integraron en formulaciones experimentales.
Qué pasos se siguieron para la fabricación del sustrato y el cultivo de hongos
El cultivo de hongos se dividió en varias etapas. En la primera se procedió a la inoculación, mediante la cual el hongo gris se propagó en granos de sorgo, mijo y cebada, utilizados como medios selectivos para que este creciera. “Estos granos no son solo un lugar donde se desarrolla P. pulmonarius, sino que además son una fuente de nutrientes que ayudan a que el micelio (parte vegetativa del hongo) se multiplique”, explica el estudiante.
En la segunda etapa, para la formulación de los sustratos utilizó 50 % de pasto picado y 50 % de hojarasca, y a su vez este último lo dividió en dos partes: “para la primera, que es una fuente de nitrógeno, agregamos un 20 % del desecho del cultivo del frijol y un 10 % de carbonato de calcio con el fin de regular las condiciones de acidez del sustrato, ya que a medida que el hongo va creciendo el pH va disminuyendo, lo que influye en su tamaño y en la cantidad que se genera”, anota.
La tercera etapa consistió en la fermentación –que duró alrededor de 20 días– y en el acondicionamiento, y se centró en la estabilización del sustrato, creando las condiciones ideales para el crecimiento del hongo, como por ejemplo absoluta oscuridad y una humedad promedio de entre 70 y 90 %.
Para la incubación el investigador utilizó bolsas inoculadas con el hongo gris que fueron incubadas durante 20 a 25 días antes de pasar al cuarto de fructificación, donde indujo el crecimiento mediante la adición de agua y el intercambio de aire.
Otro reto del experimento fue que el espacio no contaba con todas las condiciones idóneas, lo que le sirvió al magíster para evidenciar que, aunque P. pulmonarius se suele dar a una temperatura promedio de 20 °C y humedad del 75 %, también prosperó en condiciones extremas, como una temperatura de 6 °C en la madrugada y 42 °C al mediodía.
Qué resultados se obtuvieron con este compost ecológico
“El hongo gris se adaptó y produjo rendimientos superiores al 100 % en tamaño y cantidad. Para alargar la vida útil de este producto después de la cosecha es crucial mantenerlo entre 0 y 4 °C para prolongar su frescura hasta 20 días, dado su alto contenido de agua” anota el estudiante Cortés.
La investigación sienta las bases para optimizar el cultivo de hongos en contextos de recursos limitados y climas extremos, a los cuales se enfrentan cada vez más países como Colombia. “Esperamos que este proyecto no solo beneficie la producción agrícola, sino que además inspire a futuros investigadores. Queremos consolidar metodologías que combinen sostenibilidad, innovación y aprovechamiento de residuos”, subraya.
Otro aporte de su trabajo fue la identificación de hongos silvestres en áreas cercanas a Bogotá como el humedal La Conejera, en Suba, donde identificó más de 20 especies. “La meta es combinar extensión, bioprospección y producción, integrando el conocimiento técnico y la gestión ambiental para un impacto positivo de largo plazo”, concluye el joven investigador.