Cartas manuscritas, una docena de publicaciones y referencias de sus inventos como el transbordador de las cataratas del Niágara o el husillo sin fin, también conforman el legado
La Caja de las Letras atesora desde hoy un amplio legado que representa las numerosas aportaciones del ingeniero e inventor Leonardo Torres Quevedo. Entre los objetos depositados, cartas y manuscritos; una docena de publicaciones, con libros, monografías o catálogos; postales y un calendario del transbordador de las cataratas del Niágara proyectado por él; y el «Milestone» otorgado por el Instituto de Ingenieros Eléctricos y Electrónicos que reconoce la primicia del ingeniero en el desarrollo del control remoto, por sus trabajos realizados 1901 con la creación del telekino.
El director del Instituto Cervantes, Luis García Montero, celebró cómo el legado de esta figura inspiradora y pionera en el desarrollo de las nuevas tecnologías pone de manifiesto que «la ciencia y las humanidades van de la mano si lo que queremos es que la cultura esté al servicio de los seres humanos y del compromiso con el futuro». En el contexto de un momento «significativo, ahora que dialogamos con las máquinas», añadió.
Además, García Montero recordó que «mirar a la ciencia es un empeño del Instituto Cervantes», el cual custodia los legados de figuras como Margarita Salas, Santiago Ramón y Cajal, Severo Ochoa o María Vallet-Regí.
El presidente de la Real Academia de Ingeniería y patrono del Instituto Cervantes, Antonio Colino, destacó el perfil académico de Torres Quevedo (Cantabria 1852 – Madrid, 1936), miembro de la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales de Madrid, de la que fue presidente en 1901; y de la Real Academia Española, en 1920. Colino aventuró que el pionero en los campos de la robótica, la cibernética y la informática «hoy habría sido uno de los más distinguidos representantes de nuestra academia», fundada con posterioridad a su fallecimiento.
El patrono del Cervantes recordó que «la tecnología no es solo cultura, sino que la modifica y la transforma para mejorar el bienestar de la sociedad», por lo que consideró «muy adecuado que los ingenieros entren en la Caja de las Letras».
En el legado también participaron la nieta del investigador, Mercedes Torres Quevedo y González Camino, quien agradeció «esta celebración tan emotiva en nombre de nuestro abuelo Leonardo»; el ingeniero y académico Francisco González de Posadas y el profesor de Historia de la Ciencia de Universidad Complutense de Madrid, Francisco González Redondo. Todos ellos introdujeron en la caja nº 1275 los diversos objetos que conforman el depósito.
Invenciones sin fin de Torres Quevedo
El legado contiene varias piezas manuscritas de principios del siglo XX, dos cartas autógrafas originales firmadas de Torres Quevedo, con sus sobres y matasellos, enviadas a su sobrina Ana Torres-Quevedo Allsop (1924 y 1928, respectivamente); y varios calcos originales de cartas remitidas por el ingeniero a diferentes personalidades e instituciones desde el Centro de Ensayos de Aeronáutica-Laboratorio de Automática (1918).
El Transbordador Spanish Aerocar, invención del ingeniero que aún se encuentra en funcionamiento, también entró en la Caja de las Letras representado por varios objetos, tres tarjetas postales de 2007 y un calendario del año 2009, de la tienda de recuerdos de la Cataratas del Niágara. Otro objeto de gran volumen que entró a la caja acorazada es el husillo sin fin, una máquina para resolver ecuaciones algebraicas, representado por una lámina de la obra de Sorolla.
Entre las publicaciones, sobresale el «Milestone», una distinción otorgada por el Instituto de Ingenieros Eléctricos y Electrónicos (IEEE) que destacar los hitos más representativos de la historia de la ingeniería eléctrica y electrónica. En 2006 reconoció la primicia del ingeniero en el desarrollo del control remoto gracias a la creación del telekino en 1901, el antecesor del mando a distancia actual.
Además, siete libros, publicados entre 1994 y 2022, sobre la figura del inventor y sus patentes, entre los que se encuentran las ediciones numeradas trilingües (español-francés-inglés) de los «Ensayos sobre Automática y el Aritmómetro electromecánico» (1996) o sobre las patentes del Transbordador (2006), ambas preparadas por Francisco González de Posada.
Al legado se incorporan, además, un amplio conjunto de publicaciones: dos monografías publicadas en 1938 y 1985, la última con motivo del 50.º aniversario de su muerte; dos catálogos, publicados en 1985 y en 1989 de las exposiciones celebradas en Santillana del Mar y San Sebastián; y dos revistas, un ejemplar de «Los Cántabros» (2017) y el número dedicado a la figura de Torres Quevedo por la «Revista de la Asociación Española de Ensayos no Destructivos» (2019).
«El ingeniero total»
La gran capacidad creativa de Torres Quevedo se manifestó en numerosos ámbitos de la ciencia. En la aeronáutica y transporte patentó la binave, creó el sistema autorrígido para los dirigibles y desarrolló transbordadores y funiculares, entre ellos el Spanish Aerocar de las cataratas del Niágara (Canadá), aún en funcionamiento. En radiocontrol estableció, con el telekino —primer mando a distancia de la historia—, los principios de los sistemas de control inalámbricos; además de concebir máquinas de cálculo analógicas y electromecánicas o un robot ajedrecista, considerado primer videojuego.
En un homenaje posterior participaron el rector de la Universidad Politécnica de Madrid (UPM), Guillermo Cisneros Pérez; el director de la Escuela Técnica Superior de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos (ETSICCP) de la UPM, José Miguel Atienza Riera; El decano del Colegio de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos, Ezequiel San Emeterio; y el presidente del Instituto de la Ingeniería de España, José Trigueros Rodrigo.
A continuación, el profesor Francisco González Redondo, especialista en la figura del inventor y autor del libro «La obra de Leonardo Torres Quevedo» (2022) dictó la conferencia «El ingeniero total… y académico de la Española».