El país centroamericano enfrenta una de sus peores crisis, sumido en la desgobernabilidad y el caos tras la renuncia del primer ministro y la fuga masiva de presos, que exacerban los problemas de este Estado fallido. La situación, descrita por expertos del Instituto de Estudios Internacionales (IEI) de la Universidad de Chile, refleja la incapacidad histórica de Haití para cumplir funciones esenciales, con el poder fragmentado entre pandillas. Advierten, además, que la falta de una respuesta internacional coordinada ha dejado al país vulnerable al crimen organizado y en una preocupante emergencia humanitaria.
La crisis actual en Haití, agudizada por la renuncia del primer ministro, Ariel Henry, así como la reciente fuga masiva de presos desde la principal cárcel de Puerto Príncipe, y el subsiguiente estado de emergencia, refleja los problemas crónicos de un Estado fallido, afirman expertos de la Universidad de Chile. Paz Milet y Gilberto Aranda, académicos del Instituto de Estudios Internacionales del plantel, ofrecen una mirada profunda a la complejidad y las raíces de la situación haitiana, un país en constante convulsión.
El profesor Gilberto Aranda describe la situación de Haití como resultado de una «desgobernabilidad crónica», marcada por dictaduras y la incapacidad del Estado para cumplir funciones esenciales. «Es un Estado que no es capaz de cumplir algunas funciones esenciales, que tampoco llega a todas partes«, explica Aranda, señalando la fragmentación del poder en manos de pandillas. La historia de Haití, sostiene el académico, está plagada de intervenciones externas y esfuerzos fallidos por estabilizar el país, como la Misión de Estabilización de las Naciones Unidas en Haití (MINUSTAH), que operó desde el 2004 al 2017 y donde participó Chile, que no logró sus objetivos de paz y gobernabilidad.
El reciente viaje a Kenia del primer ministro Ariel Henry (sucesor del asesinado presidente Jovenel Moïsea en 2019), en busca de un apoyo policial que nunca se concretó, simboliza el grado de desorden y desesperación del gobierno haitiano. «Ese es el grado de descontrol que hay, no pudo regresar a su país», lamenta el Profesor Titular de la U. de Chile, enfatizando la urgencia de un compromiso regional e internacional más sólido para enfrentar la crisis, pues ve «poco compromiso de la sociedad internacional».
«Yo entiendo que después de una experiencia que no rindió los frutos esperados, que fue la MINUSTAH, en América Latina hay una mayor cautela para una operación de ese tipo, pero es urgente que la región se coloque de acuerdo para poder, de alguna manera, ayudar o acompañar», dice Aranda. «Hoy Haití tiene problemas tanto o más graves que hace 20 años, cuando se creó la MINUSTAH, y al mismo tiempo está más abandonada a su suerte por el contexto regional y global, pues la atención está con Rusia y Ucrania, y en Gaza», añade.
La profesora Paz Milet plantea la presencia del crimen organizado y el control territorial por bandas como componentes críticos de esta crisis. «Ya hace bastante tiempo se está viendo la presencia de la acción del crimen organizado en Haití», señala. «El país está ubicado estratégicamente y el control del territorio haitiano también permite tener el control de un territorio marítimo hacia el contrabando, el tráfico de drogas. Pero es la misma esencia de Estado fallido lo que permite que estas bandas en el último tiempo hayan incrementado el accionar, generando preocupación por eso a nivel regional e internacional», añade.
La académica destaca la urgencia de una respuesta de la comunidad internacional y regional frente a la situación que vive el país centroamericano. «Sin duda, el tema pasa por hablar de una nueva acción internacional en Haití. Creo que por sí solos no son capaces de generar una alternativa. Se necesita una acción rápida y decidida porque hoy la situación es muy grave, no solamente por la acción criminal, sino por todo lo que está significando a nivel de crisis humanitaria y la difícil situación que, por ejemplo, están enfrentando hoy los niños en Haití. Hay una proyección de sobrevivencia muy acotada que no se condice con lo que experimentan actualmente otros países de la región».
Las crisis haitianas han provocado oleadas de migración masiva a los países vecinos y de la región. La última fue después del terremoto del 12 de enero de 2010, década donde Chile estuvo muy presente en el país antillano como integrante de la MINUSTAH, recuerda el profesor Aranda. «La crisis está también conectada con el tema de los migrantes porque al parecer, como vieron un destacamento chileno y además estaba la idea de provenir de un país que tenía mejores condiciones de vida, esto también va alentando las migraciones de haitianos a Chile, que hoy día no es tan alta como la venezolana, pero después del terremoto de 2010, en esa década, sí fue muy importante. Todavía debe estar en tercer lugar o algo así. Pero hubo un momento en que fue la primera», afirma.
En esta línea, la profesora Milet advierte de un nuevo movimiento migratorio a gran escala. De hecho, República Dominicana, que comparte isla con Haití, ya está teniendo problemas para controlar la frontera. «Una profunda crisis económica que se une a la crisis política; y el gran tema que también es importante considerar es que esto significa una presión migratoria muy importante hacia países de la región. Entonces, en un escenario internacional donde ya estamos enfrentando tres potentes crisis migratorias: la de Siria, la de Ucrania y -regionalmente- la venezolana, que se produzca una migración de gran alcance de Haití es un tema que los países de la región tienen que tener presente, nosotros incluido», sostiene la académica.
En medio de una crisis económica, política y humanitaria, Haití se enfrenta al desafío de superar su condición de Estado fallido, mientras la comunidad internacional busca la manera de apoyar efectivamente al país más allá de las intervenciones temporales. La situación en Haití no solo demanda atención inmediata, sino también una estrategia a largo plazo que aborde las raíces profundas de su ingobernabilidad y desestructura social, concuerdan los especialistas.