El Laboratorio de Antropología Social y Cultural de la Universidad de Almería destaca que la pandemia ha tenido unos “efectos terribles” sobre quienes ejercen el trabajo sexual, que además han sufrido todavía más el abandono institucional.
El pasado viernes 4 de febrero, el Laboratorio de Antropología Social y Cultural (LASC, HUM-472) organizó junto a la Facultad de Humanidades de la Universidad de Almería una jornada sobre prostitución titulada “Derechos y crisis sanitaria”.
En ella, las doctoras Estefanía Acién y Ángeles Arjona presentaron los resultados de una investigación sobre los terribles efectos de la pandemia sobre quienes ejercen el trabajo sexual y el abandono institucional que sufre el colectivo.
Según las antropólogas, durante la crisis sanitaria provocada por la COVID-19, quienes ejercen el trabajo sexual no accedieron a las medidas de emergencia social lanzadas por el gobierno y relataron, en especial, el caso de su exclusión del Ingreso Mínimo Vital.
Ante esta situación, el trabajo propone una reflexión en torno a la utilidad del concepto merecimiento para contribuir a explicar esta desprotección con origen en el estigma social y la desconsideración de la prostitución como trabajo, lo que se traduce en graves carencias en el acceso a derechos básicos.
La investigación presentada ilustra cómo gran parte de estas personas han caído en la extrema pobreza y la inadecuación de la respuesta del poder político. Las investigadoras acababan alegando que el Estado debe trabajar para ampliar los márgenes de libertad de decisión de las personas en situación económica más vulnerable, en pro de la justicia social y la igualdad para solucionar este tipo de problemas.
Por su parte, Kenia García, portavoz del CPS (Colectivo de Prostitutas de Sevilla), hablaba de la importancia de abrir espacios de escucha y debate social de las trabajadoras sexuales, por lo que defendió su presencia en la universidad pública y corroboró con su relato personal la realidad presentada por las investigadoras.
Además, recordó que las mujeres que ejercen la prostitución son sujetos con capacidad de agencia y que las organizaciones de trabajadoras sexuales hablan desde el feminismo y no defienden la actividad, sino que luchan por ser sujetos de derechos, por el respeto social y participar como interlocutoras válidas en la negociación de legislaciones y políticas públicas que les afectan.
Por último, Iris Aldeide realizó un relato más personal sobre cómo la precariedad laboral que afecta a miles de mujeres pobres, lo que en su caso se traduce en compatibilizar el trabajo en la limpieza con la prostitución de calle mientras se le excluye de cualquier acceso a apoyo institucional.
Hizo un interesante relato de la complicada relación de su entidad, AFEMTRAS (Asociación feminista de Trabajadoras Sexuales) con otras organizaciones de la sociedad civil y las dificultades que encontraron para llevar a cabo iniciativas de autoayuda como el reparto de recursos entre las compañeras que peor lo estaban pasando durante los peores meses de confinamiento.
Con más 50 asistentes, procedentes sobre todo de entidades de la sociedad civil y estudiantado de la UAL, la jornada supuso una oportunidad de conocer la realidad de la mano de quienes la viven y de contrastar los resultados de una investigación académica con los sujetos que viven la problemática objeto de estudio.