A pesar de haberse observado millones de veces a lo largo de la historia, todavía no estaban claros qué mecanismos celulares y moleculares hacen posible el crecimiento de las plantas. Un equipo de la Universidad Politécnica de Valencia (UPV) y de la sueca Universidad de Ümea ha descrito estos procesos biológicos, que coordinan el crecimiento en altura y en grosos de los tallos.
“Esta coordinación es crucial para que los tallos de las plantas se desarrollen en las proporciones adecuadas para asegurar una estabilidad suficiente, por medio del crecimiento radial, que facilite la expansión longitudinal. Además, nuestros resultados sugieren que el mecanismo que hemos identificado ocurre, probablemente, en la inmensa mayoría de las especies vegetales”, destaca Javier Agustí, investigador coordinador del estudio.
El equipo de investigadores valencianos y suecos trabajó con dos especies distintas: con la planta modelo Arabidopsis thaliana -una especie herbácea- y el chopo, y los resultados de sus investigaciones los publica la revista Current Biology.
Cómo es el mecanismo molecular detrás del crecimiento de las plantas
El crecimiento de las plantas tiene ciertas similitudes con el de las piernas y brazos de los mamíferos, según han descrito los autores de este estudio. “Si buscamos una analogía en humanos podríamos pensar en el desarrollo de una extremidad, en el que el crecimiento de huesos, tendones, músculos y piel debe estar coordinado para que no se desarrollen formas aberrantes”, explica Javier Agustí Feliu.
La ventaja de estudiar estas cuestiones en un sistema como el tallo de las plantas es que sólo coexisten dos programas de crecimiento: longitudinal y radial, lo que facilita identificar principios básicos de coordinación que podrían ser comunes a otros sistemas biológicos.
Por qué es importante conocer cómo crecen las plantas
“La biomasa vegetal está formada por polímeros de carbono y el origen de ese carbono es el CO2 atmosférico. Además, la madera es un material renovable que favorece la producción ecológica en ciertas industrias, como la construcción. A partir de estas dos premisas, si maximizamos la producción de madera por árbol -por ejemplo, interviniendo en la coordinación de los programas de crecimiento que operan durante su desarrollo- no sólo estaríamos mejorando nuestras opciones de producir de forma más ecológica, sino que también contribuiríamos a reducir los niveles de CO2 atmosférico”, concluye Javier Agustí Feliu
El tallo de las plantas, especialmente en el caso de los árboles, está compuesto por los tejidos que más biomasa acumulan en la tierra: aquellos que forman la madera. Por tanto, entender la coordinación de los programas de crecimiento que coexisten durante el desarrollo de los tallos podría ayudar a maximizar la producción de dicha biomasa.