Comer más de la cuenta nos hace menos inteligentes

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Históricamente se ha dicho que el hambre agudiza el ingenio, una frase repetida una y mil veces que hace referencia a la necesidad de innovar y buscar soluciones para salir de situaciones complicadas. Ahora, investigadores de la Universidad de Almería han comprobado que además de la actitud, ese dicho también hace referencia a aspectos relacionados con el funcionamiento de nuestro cerebro, de forma que cuando está sobrealimentado funciona algo peor. Se podría decir que somos algo más tontos.

Cuando tenemos el hambre, nuestro organismo se activa, como en una estrategia para buscar la energía que necesita para funcionar a un nivel óptimo. Y por lo general nos mostramos más ágiles tanto a nivel físico como mental. Se trata de uno de los mecanismos que se han potenciado a lo largo de los miles de años de evolución, y que han asegurado nuestra superviviencia.

Entre otras cuestiones descritas por los investigadores del área de Psicología de la Universidad de Almería, Carmen Noguera y José Manuel Cimadevilla, con el hambre crece «la capacidad de orientación en el entorno», lo que los especialistas llaman memoria espacial, que a los primeros humanos » les ayudaba a recordar el camino para llegar a esa planta cargada de frutos, o bien al río del que bebían sus potenciales presas».

Por qué comer más de la cuenta nos hace menos inteligentes

Se ha demostrado que la falta de alimento o mejor dicho, con dietas poco calóricas «el número de neuronas del hipocampo crece y se incrementa su funcionalidad». Por tanto, en una situación de comer más de la cuenta, algo que se hace muy habitualmente, el funcionamiento cognitivo empeora, es decir, nos hacemos menos inteligentes, porque «el aumento de la masa corporal está directamente relacionado con una reducción en la materia gris del sistema nervioso».

Incluso en niños se ha comprobado, afirman los investigadores de la Universidad de Almería, que hay una relación directa entre los efectos de una alimentación poco saludable, con presencia elevada de comida basura y abuso de alimentos ultraprocesados, y una reducción del volumen del hipocampo.

«Así, parece probada la tesis que defiende que la dieta occidental actual, rica en grasas, incrementa los procesos neurodegenerativos y reduce la formación de neuronas nuevas en el hipocampo», afirman Carmen Noguera y José Manuel Cimadevilla.

Carmen Noguera y José Manuel Cimadevilla.

Por qué una dieta baja en calorías mejora la memoria

Cuando hay pocos nutrientes, «las primeras en espabilar son las neuronas del hipocampo. Se trata de una estructura cerebral fundamental en nuestra memoria declarativa», que vale para recordar lo que se hizo y forma parte de la memoria espacial. Por eso las dietas bajas en calorías ayudan a mejorar la memoria.

«Recientemente se ha comprobado que el ayuno intermitente puede revertir los signos de deterioro cognitivo. Para demostrarlo, los investigadores trabajaron durante 36 meses con 99 pacientes ancianos, sometiéndoles a un programa de recorte de calorías. Cuando el programa terminó, no solo perdieron peso y redujeron los niveles de insulina y los signos de inflamación. Además, volvieron a presentar un rendimiento cognitivo acorde a su grupo de edad, dejando atrás todos los signos del deterioro cognitivo incipiente».

De ahí la importancia de una buena alimentación, que no solamente nos va a ayudar mantener unos niveles de salud adecuados, sino que nos ayudará a ser un poco más listos, por eso mismo de que el hambre agudiza el ingenio.