La caza del lobo ha sido un método de gestión tradicional de la población del mayor carnívoro europeo. Alentada por la tradición y la leyenda, esta práctica, desestimada por el propio Tribunal de Justicia de la Unión Europea, resulta un completo error, según demuestran la mayoría de estudios científicos. Pero el debate en torno a la caza del lobo no cesa y los especialistas en conservación lamentan que en él pesan más la mala fama del animal y los intereses políticos que los resultados de investigación.
La experiencia en España y la inmensa mayoría de los estudios internacionales sobre el control de la población de lobos mediante métodos cinegéticos para reducir el número de ataques al ganado demuestran lo equivocados que están quienes defienden esta fórmula. No solo no supone una solución al problema, sino que lo acrecienta y complica la situación del ganado que pasta en el monte.
Qué ocurre cuando se cazan lobos
En las zonas donde se cazan lobos se multiplican los ataques al ganado. “Al cotejar los datos de daños al ganado en el Principado de Asturias, que es una región de referencia en cuanto al control de las poblaciones de lobo, vimos que cuando se cazaba al lobo crecía el número de ataques al ganado”, afirma el investigador de la Universidad de León, Andrés Ordiz.
El mecanismo por el que se produce este incremento de ataques es complejo, pero está relacionado con la desestructuración de las manadas. “El lobo es una especie que vive en manada y actúa en grupo. Eso le permite atacar a animales salvajes. Sin embargo, si se rompen esas manadas y quedan individuos solitarios, no tienen la fuerza de grupo para atacar a un jabalí, por ejemplo, y es entonces cuando se interesan mucho más por ovejas”, afirma el experto de la Universidad de León.
En el mundo de la investigación hay una queja generalizada, porque la gestión de la fauna, y en especial la de grandes carnívoros, está condicionada por los grupos de presión. Es más, en España, la defensa o no del lobo ha pasado a formar parte de la contienda política en las regiones donde este animal está presente, con lo que el debate se ha visto más influido por el ruido que por los datos objetivos obtenidos en los estudios científicos. El ruido en torno a los ataques del lobo al ganado hacen que la percepción del problema se incremente y que sus consecuencias aparezcan exageradas.
Qué pérdidas de ganado se atribuyen a la acción del lobo
Las pérdidas de ganado ocasionadas por el lobo son mucho menores de las que se cree. En Asturias se calcula que el lobo ocasiona unas 3.000 bajas al año, es decir, el 0,01 y e 0,02 por ciento de la cabaña ganadera, según datos que maneja Andrés Ordiz. Estas pérdidas continúa este especialista, las administraciones se muestran generosas con los ganaderos y no ponen reparos en abonar las pérdidas que se declaran, aunque algunas de ellas hayan sido ocasionadas por manadas de perros.
En torno a los ataques del lobo también hay otra cuestión que ponen de relieve los especialistas y es que, mientras que disminuye el número de pastores, se incrementa el de cabezas de ganado, lo que lleva a pensar que hay reses mal atendidas, para las que no se toman las medidas de prevención necesarias. Entonces, ante este panorama, Andrés Ordiz pide que se tengan en cuentan las investigaciones y las opiniones de especialistas a la hora de establecer cualquier tipo de medida relacionada con la gestión de la comunidad de lobos.
Estrategias para prevenir los ataques del lobo
Las fórmulas para prevenir las bajas en el ganado por ataques de lobos pasan por el uso de cercados, perros y una mayor vigilancia por parte de los pastores. Y aunque en el caso del ganado extensivo, la aplicación de esas medidas de precaución no es tan sencilla, no se imposible, opina Andrés Ordiz. La caza de este depredador no es efectiva, «solamente serviría si se actúa contra los ejemplares concretos que están causando los problemas, pero nunca se hizo así, se hacían batidas y no se discriminaba a los animales. No había una caza quirúrgica», añade el investigador de la Universidad de León.
Hace tres años, el lobo fue incluido en el Listado de Especies Silvestres en Régimen de Protección Especial (LESPRE), sin embargo, se está lejos de que su población alcance los niveles que tuvo hace décadas, cuando se extendía por casi toda la Península Ibérica. En los últimos censos se han localizado unas 300 manadas, con unos cinco ejemplares cada una, por lo que se puede afirmar que la población de lobo ibérico asciende a unos 1.500 ejemplares, localizados en el cuadrante noroeste.
Qué necesita el lobo
El objetivo que persiguen conservacionistas es que se incremente el número de ejemplares y su distribución, pero eso solo no sería suficiente. El lobo necesita aumentar su variabilidad genética, con la mezcla de ejemplares llegados de otras colonias situadas, incluso, fuera de nuestro país.
Porque la conservación del lobo va mucho más allá de la idea romántica de la recuperación de este animal. El lobo aporta valor a los ecosistemas, gracias a que actúa como uno de los mejores reguladores de la población de herbívoros, y su papel en el ecosistema esta tan importante que llega incluso a condicionar el aspecto de la vegetación. Y, ni mucho menos, el lobo es el enemigo del ganado. Esa como otras muchas, es una leyenda que se combate con datos.