El presidente de la Confederación Hidrográfica del Segura (CHS), Mario Urrea, junto con el comisario de aguas, Javier García, han mantenido una reunión con representantes de la Plataforma del Sureste Contra la Manipulación del Clima, con quienes se ha comprometido a vigilar el uso de los cañones antigranizo.
La organización ha pedido a la CHS mantener los actuales canales de colaboración para evitar la proliferación de los denominados cañones ‘antigranizo’. Desde la CHS han asegurado que van a seguir con la vigilancia que técnicos y guardas fluviales de la Confederación viene realizando de forma habitual y periódica y, en la medida de lo posible, su intensificación.
Además, el presidente del Organismo de Cuenca ha sido taxativo al indicar a los representantes de la Plataforma que la CHS no tiene, en este momento, ningún cañón autorizado, ni va a autorizar la instalación de este tipo de infraestructuras. Asimismo, desde la CHS han pedido a los miembros de la plataforma mantener la colaboración que vienen desarrollando conjuntamente en el control y vigilancia de esta circunstancia, mediante la convocatoria de reuniones periódicas.
Cómo funcionan los cañones antigranizo
Los cañones antigranizo son unos dispositivos a los que se les atribuye la capacidad de evitar la caída de pedrisco, altamente dañino para la agricultura. Su funcionamiento se basa en explosiones de gas acetileno y aire, estos cañones emiten ondas de choque que se desplazan a la velocidad del sonido e interfieren con la cristalización del granizo, haciendo que se convierta en lluvia o un granizo blando que se deshaga fácilmente y no afecte a la cosecha.
Para que tenga efecto, el cañón debe empezar a funcionar de 15 a 30 minutos antes que inicie la tormenta y, una vez en marcha, el cañón genera disparos cada 5 o 6 segundos. Los agricultores recurren a este tipo de dispositivos porque son más baratos que los agroseguros.
Son efectivos los cañones antigranizo
La efectividad de los cañones antigranizo está en entredicho y suele ser fuente de polémica. A pesar de que los fabricantes aseguran que funcionan y son capaces de deshacer el granizo, desde la Agencia Estatal de Meteorología se ha insistido en varias ocasiones en que no hay ninguna evidencia científica de que las explosiones sónicas que emiten tengan la más mínima influencia sobre la formación de granizo, ni mucho menos sobre el régimen de precipitaciones.