Buscar petróleo debajo de las piedras

Alberto Pérez López, director del máster Georec de la UGR, en un trabajo de campo.
Alberto Pérez López, director del máster Georec de la UGR, en un trabajo de campo.

El agotamiento de las reservas de petróleo ha movido a la comunidad científica a buscar nuevas fórmulas de extracción y también a trabajar en alternativas a un combustible dañino para el medio ambiente y origen de conflictos internacionales. ¿Están cerca de alcanzarlas?

Los esfuerzos por llegar a una sociedad movida por energías limpias y renovables son cada vez mayores. Investigación en aprovechamiento solar, fórmulas para sacar partido del viento o de las mareas, trabajos para cambiar el modelo hacia una movilidad eléctrica… son líneas de trabajo abiertas en centros de investigación de todo el mundo, pero que todavía no han acabado de cuajar en la sociedad actual.
La tecnología puede estar madura, en algunos casos. Sin embargo la sociedad actual y, sobre todo, el fortalecido sector energético, no están muy por la labor de un cambio de paradigma de tanta entidad, capaz de cambiar de raíz los mismos cimientos de esta sociedad.
Las fórmulas para prescindir petróleo deberían ser una prioridad para países como España, que importa prácticamente todo del crudo que consume y donde apenas hay un par de yacimientos de petróleo que no dan ni para alimentar el parque móvil público. Sin embargo, a pesar del gran avance de las renovables, éstas aún no están en condiciones de convertirse en la fuente energética mayoritaria del país.

Software para la búsqueda de petróleo de la compañía Repsol, herramienta que usan los alumnos del máster Georec de la UGR.
Software para la búsqueda de petróleo de la compañía Repsol, herramienta que usan los alumnos del máster Georec de la UGR.

España llegó a despuntar internacionalmente en el desarrollo de energías renovables. Eran empresas españolas las que en este país abrían nuevas sendas en el sector, que eran seguidas por otras naciones. Todo, también hay que decirlo, gracias a un sistema de apoyo público a la producción de energía limpia que se realizó sin pensar en las consecuencias que podía tener y tampoco en el efecto llamada que iba a suponer para grandes inversores tanto nacionales como internacionales, que vieron en las energías renovables un negocio rápido y seguro. Los cambios en los niveles de retribución pública a esas energías, como dicen muchos, “a mitad de partido”, han convertido negocios muy rentables en inversiones insostenibles, y sentarán a España en el banquillo por demandas presentadas por los grandes inversores.

España, por el momento, está desaprovechando la oportunidad que le ofrecen las energías renovables; intereses de las grandes energéticas, principalmente, llevan a la creación de una normativa que penaliza la apuesta por esta tecnología. Peajes, impuestos… son las fórmulas para mantener la situación tal cual está, sin abrir la puerta a una fórmula energética que podría traer mucha luz a nuestra economía y democratizar el negocio de la energía, ahora en manos de unos pocos.

España, un país sin petróleo.
España se ha retirado de la batalla de las renovables, ¿y de la del petróleo? En ésa, ni tan siquiera llegó a estar. El director del máster en Geología Aplicada a los Recursos Minerales y Energéticos (GEOREC) de la Universidad de Granada, Alberto Pérez-López, explica que en España no se dieron las condiciones para que se formaran hidrocarburos como en Oriente Medio, por ejemplo. Las rocas de este país son muy antiguas, “del Paleozoico y éstas no son rocas que puedan ser almacén”, dice.

En este país también hay cordilleras más jóvenes, como los Pirineos y las Béticas, más propicias para la formación de petróleo. Sin embargo aquí tampoco se dieron las condiciones necesarias para ello ya que, aunque tienen posibilidades de albergar “algún hidrocarburo”, están “muy deformadas, tienen rocas muy fracturadas, y es difícil que haya buenas estructuras grandes que puedan acumular petróleo”, asegura este investigador de la Universidad de Granada.

No se puede negar que en estas cordilleras jóvenes haya petróleo, lo que ocurre es que la geología de la zona es “muy compleja” y hace muy difícil localizar una bolsa de crudo.

Las zonas en las que hay petróleo son fácilmente reconocibles con indicios superficiales, muy evidentes cuando “se comenzó la exploración petrolífera”. Breas y bitúmenes en superficie eran signos evidentes de que en el subsuelo había petróleo. “Pero actualmente es mucho más complejo. El geólogo lo que busca en superficie es una roca que pueda ser potencialmente roca madre y después una roca que pueda ser roca almacén. Si se tienen estas pistas se puede organizar un estudio de prospección geofísica que ayude a interpretar la geología regional en busca de estructuras favorables para la acumulación de petróleo”.

Y la comprobación solamente puede hacerse de una manera, con sondeos profundos de 2.000 metros o más, cuyos costes son muy elevados. En los estudios previos a la prospecciones emplean conocimientos de petrografía, geoquímica, hidrología, entre otros. El resultado es un conjunto de datos con los que los expertos “interpretan la cuenca sedimentaria, aquélla donde se pudo acumular la materia orgánica que pudo generar con el paso del tiempo petróleo”, dice Alberto Pérez-López. Pero el proceso no acaba ahí. Es mucho más complejo, y requiere conocer la estructura geológica de la región.

La prospección del suelo es el siguiente paso, principalmente empleando la tecnología sísmica. A continuación, el sondeo de investigación, para acceder a las rocas del subsuelo. “Con lo que se extrae se vuelven a aplicar métodos para detectar indicios y conocer las características químicas y petrofíscas de las rocas. De esta manera se pueden identificar las posibles rocas madre del petróleo y rocas almacén. Pero al final hay que detectar la trampa petrolífera, es decir, la estructura que puede acumular el petróleo. Una vez se supone que se ha localizado se hace un sondeo para alcanzar la trampa para después iniciar la extracción”.

El petróleo es el resultado de un proceso de millones de años, necesarios para acumulación y la descomposición de materia orgánica procedente del fitoplancton marino. Todo este material, por sí solo no es suficiente para convertirse en petróleo, necesita estar enterrado a una profundidad de unos 2.000 metros. El aumento de las temperatura hace que esa materia orgánica madure y genere petróleo, que es expulsado de la roca que lo genera, llamada roca madre. “Conforme se va generando el petróleo, éste va fluyendo entre los pequeños poros de las rocas y solamente podremos hablar de yacimiento de petróleo cuando todas las gotitas minúsculas de hidrocarburos se acumulan en una roca porosa que actúa como una esponja y que alberga al petróleo, en una estructura que se llama trampa petrolífera”. Estas acumulaciones con las que buscan las compañías petrolíferas y de donde se extrae el crudo.

Fracking, petróleo a un alto coste ambiental.
Desde hace unos años la técnica de fracking se ha instalado en explotaciones petroleras de todo el mundo y ha hecho posible acceder a bolsas de crudo que hasta ahora estaban lejos del alcance de las técnicas más antiguas. Sin embargo, la polémica acompaña a esta fórmula, debido a su impacto sobre el medio ambiente y los agentes químicos que se emplean, que pueden llegar a contaminar la zona de manera irreparable. “El mayor peligro que tiene la técnica del fracking hoy día es el uso de aproximadamente un 2% de sustancias químicas (unos 260 compuestos), de los cuales un porcentaje importante se han clasificado como sustancias tóxicas, alergénicas, mutágenas o carcinógenas”, aclara Alberto Pérez-López.

El peligro para el medio ambiente es “evidente”, ya que estos compuestos permanecen mucho tiempo en el subsuelo sin poder ser degradados y algunos de ellos pueden causar “daños irreversibles” y alcanzar acuíferos profundos, con lo que se distribuyen por el subsuelo prácticamente sin control. Además, el fracking puede ocasionar seísmos, según “artículos publicados en revistas especializadas con los datos necesarios para deducir una correlación entre fracking y seísmos inducidos”.

Aunque el fracking ha abierto un nuevo horizonte para nuevas explotaciones de petróleo, los expertos saben que las reservas se agotarán; algunos ponen la fecha límite en el año 2100, pero no se puede dar con precisión. “Las nuevas tecnologías cada vez son más eficientes para la extracción del petróleo, por lo tanto, pozos abandonados e inaccesibles vuelven volver a ser explotados. Si hablamos de hidrocarburos en general el tema se complica más y las variables son mayores”.

El petróleo y el resto de combustibles fósiles siguen moviendo el mundo actual. Y así será hasta que su rentabilidad económica sea superior al coste de las energías emergentes.

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