La Universidad de Almería lidera un proyecto para el desarrollo de una estrategia de conservación de las biocostras, comunidades de líquenes y musgo esenciales para proteger los suelos de zonas áridas ante el cambio climático.
Sin duda se encuentran entre los habitantes más desconocidos de los entornos áridos y semiáridos. Sin embargo, realizan una función esencial en estos espacios, sin la que posiblemente muchas de las otras especies de flora y fauna que habitan en estas zonas tendrían muy complicada su existencia.
Las biocostras son comunidades de organismos fotoautrótofos como cianobacterias, líquenes, o musgos; junto con microorganismos heterótrofos y otros descomponedores que viven en la superficie del suelo en íntima asociación con las partículas minerales.
Biocostras, cobertura de vida para suelos áridos
Todos ellos forman una costra que cubre buena parte del territorio árido y semiárido de la Península Ibérica y, entre otras muchas funciones, son las encargadas de regular la disponibilidad y la distribución de agua en el suelo, y frenar la erosión.
Se convierten en una especie de piel del suelo, con la que consiguen reducir la pérdida de suelo y nutrientes, y la desaparición de la capa fértil más superficial.
Su presencia significa más vida y una resiliencia mayor frente a los efectos del cambio climático, así como un impulso para toda la biodiversidad que se desarrolla en el suelo, también sobre la masa microbiana que vive por debajo de la superficie.
La Universidad de Almería está muy interesada en el estudio en mayor profundidad de estas comunidades vegetales. Averiguar hasta el más mínimo detalle su papel en el medio, conocer los beneficios que aportan a otras especies, pero también, describir con mayor precisión su área de expansión y diseñar estrategias tanto para su conservación como para promover recuperación en zonas donde se han visto afectadas por las actividades humanas.
BIOCOST, un proyecto para dar a conocer estas comunidades del suelo
Todos estos objetivos forman parte del proyecto BIOCOST, que cuenta con el apoyo de la Fundacion Biodiversidad del Ministerio para la Transicion Ecologica y el Reto Demografico.
Con él, el campus almeriense, a través del Centro de Colecciones Científicas de la Universidad de Almería (CECOUAL) y su grupo de investigación Ecohidrología y Restauración de Tierras Áridas, toma un papel de liderazgo en la investigación sobre estas comunidades esenciales para los suelos de zonas áridas.
Junto con el grupo de Desertificacion y Geoecologia de la Estación Experimental de Zonas Áridas – CSIC, la Universidad de Almería lleva un par de décadas volcada con el estudio de las costras biológicas del suelo, pero ahora da un paso más con este proyecto, en el que implica a otros agentes de la sociedad, así como investigadores de disciplinas como el derecho ambiental o la sociología, en una estrategia transdisciplinar que lleve al desarrollo de modelos de conservación de estas comunidades, tanto desde el punto de vista ambiental como legal.
Transferencia de conocimiento sobre las costras biológicas del suelo
Porque el objetivo principal en torno al que se ha diseñado el proyecto BIOCOST no es otro que transferir el conocimiento científico sobre las costras biológicas a los gestores y a la sociedad, para que se comprendan la importancia de su conservación y las vulnerabilidades a las que se ven expuestas en este contexto de cambio climático.
Más concretamente, en el marco de BIOCOST se ha confeccionado un mapa de biocostras de España, que hasta a fecha no existía. Sin embargo, a diferencia de lo que se ha hecho en otros proyectos científicos, esta cartografía, todavía por publicar, tiene un carácter menos técnico, de manera que será más accesible tanto a gestores como al conjunto de la sociedad.
Esta herramienta va a servir para evaluar el grado de protección legal de los diferentes entornos en los que se constata la presencia de biocostras.
¿Quiénes conocen la existencia de las biocostras?
Por otro lado, se han realizado encuestas entre los miembros de las juntas rectoras de espacio naturales protegidos, sobre el grado de conocimiento que se tiene sobre estas comunidades y de qué manera reciben los resultados de las investigaciones que se realizan en este campo, a fin de mejorar la estrategia de transferencia de este conocimiento.
Al mismo tiempo, se van a desarrollar unas jornadas centradas en el Parque Natural Cabo de Gata-Níjar, en la que van a participar los diferentes actores con voz en la gestión y conservación de este entorno, para afinar las fórmulas de transferencia del conocimiento sobre las biocostras y dar con soluciones prácticas que las incluyan en los modelos de gestión.
Todos estos trabajos previos servirán para crear una metodología de gestión de las costras biológicas de los suelos áridos, que sea extrapolable a otras regiones.
Biocostras, unas auténticas desconocidas
Uno de los responsables de este proyecto es el investigador del grupo Ecohidrología y Restauración de Tierras Áridas, Emilio Rodríguez, quien explica que se decidieron a lanzarse con este proyecto tras darse cuenta de que las biocostras, a pesar de son muy representativas en ecosistemas emblemáticos de Almería como el Desierto de Tabernas o el Parque Natural Cabo de Gata-Níjar, siguen siendo unas auténticas desconocidas.
Tenían que tomar medidas para dar a conocer sus funciones en el medio ambiente y, nada mejor que unir en un proyecto a científicos, gestores y usuarios del entorno, es decir, todos los actores con capacidad de acción en la conservación de estas comunidades de vida, vistas por los científicos como ecosistemas en miniatura.
Esta herramienta para la gestión resulta fundamental, en la medida en que el cambio climático hará que se multipliquen los ambientes áridos y semiáridos, en los que las biocostras van a jugar un papel fundamental de protección y aumento de resiliencia.
Porque no se puede olvidar, y así lo han puesto de manifiesto las investigaciones realizadas en la Universidad de Almería a lo largo de estos últimos veinte años, que las costras biológicas son la mejor arma para proteger suelos con poca vegetación, entornos que se multiplicarán si se incrementa la aridez, tal y como se describe en los modelos de cambio climático.