Casi el 60% de los jóvenes han consumido alguna vez bebidas energéticas. Este tipo de bebidas se han convertido en un problema para la salud, sobre todo para los más jóvenes, por su alto contenido en azúcar y sustancias excitantes como la cafeína. Si ya consumirlas no es nada recomendable, mucho menos lo es hacer mezcladas con bebidas alcohólicas.
Un equipo de investigación de la Universidad de Oviedo ha revelado en un estudio la alta penetración de este tipo de productos en la sociedad, sobre todo entre jóvenes y adolescentes, y sugieren medidas como el aumento de precios, marcar una edad mínima legal de consumo, promover la transparencia sobre los ingredientes y sus posibles efectos adversos o restringir la publicidad. Además, llaman la atención sobre los peligros de combinar estas bebidas con alcohol.
Por qué no se deben mezclar bebidas energéticas y alcohol
Una de las prácticas más peligrosas con relación a las bebidas energéticas, que advierten los investigadores, es su combinación con bebidas alcohólicas. “Esta mezcla es especialmente peligrosa porque las bebidas energéticas camuflan los efectos de intoxicación del alcohol como la falta de coordinación motora, tiempos de reacción o somnolencia y producen una falsa percepción de control”, comenta Ángel García Pérez, investigador del Grupo de Conductas Adictivas de la Universidad de Oviedo.
“Esto se traduce en una ingesta mayor de alcohol, mayor probabilidad de sobredosis y una mayor probabilidad de consecuencias no deseadas (accidentes de tráfico, prácticas sexuales de riesgo). Además, la combinación de estas dos sustancias puede producir a largo plazo efectos dañinos sobre el hígado (cirrosis, hígado graso), así como problemas cardiovasculares (arritmias)”, añade este investigador.
A qué nivel se sitúa el consumo de bebidas energéticas
En el estudio realizado por el Grupo de Conductas Adictivas de la Universidad de Oviedo se destaca que cerca del 60% de los jóvenes y adolescentes han consumido en alguna ocasión bebidas energéticas. El grupo de la Universidad de Oviedo ha analizado casi dos centenares de estudios sobre la prevalencia de este tipo de bebidas.
Los hallazgos muestran que el 55% de la población había consumido bebidas energéticas alguna vez en la vida, el 43% en los últimos 12 meses, el 32% en los últimos 30 días, el 22% en los últimos siete días y el 9% lo consume a diario. Se realizaron análisis de subgrupos teniendo en cuenta la región continental de los estudios y el grupo de edad al que pertenecía la muestra estudiada.
En qué regiones del mundo se consumen más bebidas energéticas
Los resultados revelan que África es el continente que tenía un mayor consumo en la última semana (64%), seguido de Asia (26%), Oceanía (23%), Norte América (22%), Europa (16%) y América Central y del Sur (11%). En cuanto a los grupos de edad, los resultados indican que en la última semana el 12% de los niños (menores de 12 años) habían consumido bebidas energéticas, el 20% de los adolescentes, el 26% de los jóvenes adultos y el 14% de los adultos.
Los investigadores califican de “especialmente preocupante” el consumo en la población más joven y proponen llevar a cabo medidas legislativas dirigidas a reducir su disponibilidad y accesibilidad. La investigación acaba de ser publicada en la revista Addiction, de máximo impacto en su área del conocimiento.
Cuáles son las conclusiones principales sobre la ingesta de estos productos
“Nuestro estudio concluye que las tasas de consumo de bebidas energéticas son elevadas a nivel mundial. Este consumo es especialmente preocupante entre los más jóvenes, por el hecho de que casi el 60% de los adolescentes y de los jóvenes las han consumido”, destaca Andrea Krotter Díaz, integrante del Grupo de Conductas Adictivas de la Universidad de Oviedo. Simultáneamente, “nuestro trabajo pone de relieve la importancia de monitorizar frecuentemente las tendencias en el consumo de bebidas energéticas con el objetivo de poder prevenir consumos problemáticos, por ejemplo, consumo altamente frecuente o consumo mezclado con alcohol”, añade la investigadora.
“Proponemos además diversas medidas que podrían reducir significativamente estas prevalencias de consumo, como el aumento del precio, marcar una edad mínima legal para consumirlas, la promoción de la transparencia en cuanto a los ingredientes de las bebidas y sus posibles efectos adversos, o la restricción de la publicidad”, subraya Krotter.
A pesar de la elevada familiaridad de estas bebidas en nuestra vida diaria y en prácticamente todos los países del mundo, hasta la fecha no se había realizado un estudio sobre la prevalencia de su consumo a nivel mundial, que además tuviera en cuenta otras variables, como el área geográfica o el grupo de edad de los consumidores. Estas dos variables son cruciales, a juicio de los autores del trabajo, dado que la regulación legal de estas bebidas varía de unos países a otros, y porque los efectos de su consumo son más perjudiciales en determinados grupos de edad, como los niños o adolescentes.