Antártida, una provincia española más durante el verano austral

Base española Gabriel de Castilla en Isla Decepción.
Base española Gabriel de Castilla en Isla Decepción.

La Campaña Polar Española regresa un año más a la Antártida, donde una treintena de científicos llevarán a cabo catorce proyectos de investigación. Junto a ellos, un equipo de la Universidad de Granada se encargará de controlar todos los movimientos del volcán de Isla Decepción.

PROYECTOS ESPAÑOLES EN LA ANTÁRTIDA
– Cambio en balance de masas del glaciar, trabajo de largo recorrido (20 años) sobre el cambio climático. UPM.
– Variaciones del magnetismo de la tierra relacionados con la magnetosfera, relacionado con las tormentas solares y lo que se denomina el spacewather. Observatorio del Ebro.
– Actividad del volcán activo de la isla decepción. UGR.
– Movimientos del volcan de la isla decepción. UCA.
– Contaminantes y efectos de los humanos sobre los pingüinos. CSIC. – Ecología litoral, descomposición de las algas y actividad biológica. UVIGO.
– Invertebrados bénticos marinos, ecología y ecología química, producción de sustancias bioactivas. UB.
– Permafrost, fusión del permafrost por el cambio climático. UAH. – Contaminación química en la antártida, POPs y otros contaminates, amplificacion polar. CSIC.
– Especies invasoras en la antártida. URJC. – Geomorfología en la Antártida. UAM. – Meteorología Antártica, mantenimiento, obtención de datos y predicciones del tiempo en la Antártida. AEMET.
– Pruebas del sistema Galileo de geoposicionamiento. IHM. – Adaptación de las plantas a condiciones extremas. UIB.

La Antártida se ha convertido en un gran laboratorio al que cada año acuden cientos de científicos, para realizar experimentos en diferentes ramas de la ciencia. Sus condiciones climáticas extremas, el aislamiento y la ausencia de asentamientos humanos hacen que el continente helado reúna unas condiciones que lo hacen único.

Estudiar la Antártida es de interés para conocer cómo avanza el cambio global, ya que se trata de un entorno sensible en el que se pueden apreciar los cambios. También es un lugar ideal para testar tecnología en condiciones extremas. Pero al mismo tiempo, la Antártida y, más concretamente la isla Decepción, donde se ubica la base española Gabriel de Castilla, resulta un lugar extremadamente peligroso, debido a la intensa actividad volcánica. Un equipo científico del Instituto Andaluz de Geofísica de la Universidad de Granada es el encargado de medir la actividad volcánica y sísmica en la zona, y velar por la seguridad de los integrantes de la Campaña Antártica, enmarcada en el Programa Polar Español, y que partirá hacia la Antártida este mismo mes de diciembre, el primer grupo; y en enero, el segundo.

Los científicos de la Universidad de Granada llevan cerca de veinte años estudiando la actividad volcánica del continente helado y han conseguido desarrollar un conjunto de sensores que les proporcionan información en tiempo real de los movimientos de la Tierra, que les permiten determinar el riesgo de una erupción volcánica en la zona.

La Isla Decepción alberga un volcán especialmente activo, cuya última erupción fue registrada en los años 70 y supone un peligro real para las personas que cada verano austral se trasladan al continente para realizar investigaciones en el marco de la Campaña Antártica, así como a los miles de turistas que periódicamente visitan este entorno único, en busca de sensaciones únicas.

La actividad del volcán de la Isla Decepción es continua, tal y como han comprobado estos investigadores, y se evidencia en forma de aguas termales, que salen a unos 80 grados centígrados y que hasta fechas recientes eran aprovechadas por las expediciones turísticas en baños termales, realizados en pozas fabricadas exprofeso para la ocasión, sin embargo, esta práctica está prohibida actualmente por el impacto ambiental que tiene en este entorno tan sensible; y otra de las grandes manifestaciones de la actividad volcánica son los terremotos, que son una señal inequívoca de que algo está ocurriendo en las entrañas de la Tierra. El Instituto Andaluz de Geofísica ha enviado a la Antártida un equipo formado por tres investigadores, que además de velar por la seguridad de la expedición van continuar con sus investigaciones sobre la sismología producida en un entorno volcánico como el de la Isla Decepción, explicó el director de este proyecto e investigador de la UGR, Javier Almendros.

En esta ocasión, Almendros no viajará a la Antártida, pero se encarga de dirigir el trabajo que los investigadores del centro granadino van a realizar allí y que continúa la trayectoria de estudios de la sismología volcánica de la zona, iniciada hace algo más de veinte años. Durante estas dos décadas, el grupo del Instituto Andaluz de Geofísica ha podido seguir la evolución de la actividad sísmica y volcánica de la Isla Decepción, un laboratorio único en el mundo para conocer la dinámica de los volcanes. Las condiciones que reúne la Antártida son únicas para este tipo de investigaciones, explica, ya que en este entorno virgen no hay ningún tipo de interferencias antrópicas que puedan desvirtuar los datos obtenidos. No hay carreteras, trenes y otro tipo de actividades de origen humano que puedan generar vibraciones en el terreno, que interfieran en los registros de los movimientos provocados por el volcán cuyo cráter se esconde en la bahía de la isla.

Además, las condiciones de Isla Decepción permite medir las evoluciones de un volcán situado a nivel del mar, en contacto e interacción con la nieve, una circunstancia que solamente se da allí, explica Javier Almendros. Por lo demás, es un volcán con un funcionamiento similar al de otros volcanes ubicados en regiones menos hostiles para la vida humana, por lo que lo aprendido en la Antártida es aplicable en otros puntos del Planeta. “La Isla Decepción es una caldera cuyo interior está invadido por el mar”, aclara el investigador del Instituto Andaluz de Geofísica. Esta característica permite que los científicos tengan unas mediciones con una resolución mayor que en la mayoría de las zonas volcánicas de la Tierra, ya que pueden observar la actividad tanto en la isla como en el mar.

Investigadores de la UGR colocan sensores para medir la actividad sísmica y volcánica.
Investigadores de la UGR colocan sensores para medir la actividad sísmica y volcánica.

Los científicos granadinos cuentan con dos tipos de estaciones con las que hacen el seguimiento del volcán de la zona. Por un lado están los sensores temporales, desplegados por el equipo que se desplaza en cada una de las expediciones antárticas. Esta instrumentación les aporta datos de mucho valor para la interpretación del comportamiento de esta isla de origen volcánico. Se convierten en los sistemas empleados para medir los grados de riesgo en cada momento, para elegir el color adecuado en el equipo de alarma instalado en la base Gabriel de Castilla, que funciona con un código de colores similar al de los semáforos, en el que el verde indica que no hay riesgo y el rojo, que es el momento de la evacuación de todo el personal de la base y de los turistas que pudieran encontrarse en esos momentos en la Isla Decepción.

La apertura de la base Gabriel de Castilla exige la puesta en marcha de un protocolo de seguridad, para asegurase de que la isla no se encuentra en un periodo de activación volcánica que ponga en riesgo a las personas participantes en la misión.

En primer lugar se realiza una inspección visual desde el buque Hespérides del Ejército Español, para comprobar que no hay evidencias de una erupción volcánica. En segundo lugar, desembarca el personal militar de la base y los sismólogos de la Universidad de Granada, que disponen de un tiempo limitado para evaluar el estado de la actividad sismo-volcánica y establecer el peligro existente. Transcurrido el primer tiempo de evaluación, estimado en cuatro horas, si la actividad sismo-volcánica es normal, se declara estado del semáforo verde y se declara la base abierta. Entonces es cuando desembarca el resto de investigadores que compartirán la base durante unos tres meses, que es el tiempo que dura el verano austral y se dan unas condiciones que permiten habitar en la base Gabriel de Castilla, que no está preparada para soportar las condiciones extremas del resto del año.

A lo largo de los cerca de 20 años que la Universidad de Granada ha estado midiendo el nivel de la actividad sismo-volcánica nunca se ha activado el código rojo del semáforo y no se ha tenido que proceder a la evacuación. Sin embargo, en la campaña de 2014 se registró una actividad especialmente intensa y se activaron los protocolos de alarma correspondientes al nivel amarillo, que implica la alerta en toda la base y el aviso a los cruceros que transportan turistas para que eviten la zona. Javier Almendros explica que los investigadores deben estar muy seguros de la situación real del volcán antes de recomendar un cambio en el nivel de seguridad al mando militar de la base, que es quien finalmente toma la decisión, ya que una subestimación del riesgo puede poner en peligro a las 40 personas que cada año ocupan la base Gabriel de Castilla; al mismo tiempo, los científicos trabajan con mucha presión en ese sentido, ya que una falsa alarma daría al traste con todas las investigaciones que se están realizando en ese momento, para las que las diferentes administraciones han tenido que realizar un desembolso económico importante.

Los científicos han desarrollado una tecnología para el seguimiento de los volcanes durante todo el año y que les envía información periódica de todos los parámetros relacionados con la actividad volcánica. En este caso el reto tecnológico es muy destacado, explica Javier Almendros, ya que se trata de una instrumentación sometida a unas condiciones ambientales extremas, que ponen al límite los materiales más resistentes. Del mismo modo, plantea un reto destacado a la hora del envío de la información y de la autonomía. A pesar de todo, los investigadores granadinos consiguieron instalar un equipo de seguimiento en 2008 que les envía información de forma periódica durante todo el año y que resiste razonablemente bien las agresiones de un entorno tan hostil como el del continente austral.

La tecnología desarrollada para el estudio de los volcanes en la Antártida ha permitido grandes avances para esta ciencia, ya que si ha funcionado ante semejantes condiciones, también lo hará perfectamente en cualquier otra parte del mundo, como ya se pudo comprobar en las erupciones de la Isla del Hierro, donde se realizaron mediciones con un equipamiento similar al empleado en la Antártida.

El trabajo de los científicos del Instituto Andaluz de Geofísica resulta fundamental en esta misión, al tiempo que permite obtener unos resultados científicos de primer nivel, con los que se tiene un conocimiento mejor del funcionamiento de los volcanes en cualquier parte del mundo.

Líder en producción científica

Jesús M. Ibáñez. Jesús M. Ibáñez.

España es el país del mundo que mayor número de trabajos científicos, y con mayor impacto, ha publicado sobre la Isla Decepción. Además, la Universidad de Granada es la universidad del mundo con mayor producción científica y colaboraciones internacionales generadas por la investigación en esta región antártica, por delante de centros de Estados Unidos, Reino Unido, Francia, Italia, Alemania y Argentina, en el periodo 1964-2012, según puso de relieve un artículo publicado por la revista Antarctic Science. Este ranking destaca el nivel de impacto de artículos publicados por Jesús M. Ibáñez y Javier Almendros, ambos del Instituto Andaluz de Geofísica.

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