Fuente de Piedra, una joya ambiental rodeada de contaminantes químicos

Refugio para flamencos y otras aves migratorias que pasan por el centro de Andalucía, la laguna de Fuente de Piedra, en la provincia de Málaga, es la de mayor tamaño de toda Andalucía. Este espacio de agua salobre constituye un enclave único dentro de los humedales del Mediterráneo occidental, ya que en sus 1.400 hectáreas se concentra la mayor colonia de flamencos de toda la Península Ibérica y la segunda en importancia de Europa, tras la francesa de Camargue. Sin embargo, sus aguas esconden una desagradable carga entre los recursos necesarios para la vida de estas aves acuáticas.

Concentración de flamencos en Fuente de Piedra.

El Grupo de Hidrogeología de la Universidad de Málaga (UMA) ha completado el primer estudio exhaustivo sobre la presencia de contaminantes en las aguas subterráneas del entorno de la laguna malagueña, publicado en la revista Science of The Total Environment.

Qué contaminantes rodean a la laguna de Fuente de Piedra

De esta investigación se desprende que las aguas subterráneas y de la laguna de Fuente de Piedra contienen restos de más de una treintena de contaminantes orgánicos, entre los que se encuentran restos de fertilizantes y plaguicidas, fármacos, elementos químicos propios de productos de higiene personal, e incluso restos de drogas recreativas como la cocaína.

El estudio ha sido liderado por el catedrático del Departamento de Ecología y Geología de la UMA, Iñaki Vadillo, quien no entiende cómo nunca antes se ha llevado a cabo un análisis de este tipo en los acuíferos de un entorno tan valioso desde el punto de vista medioambiental como este enclave de la Málaga interior. Además, porque estos flujos de agua subterránea, principal aporte hídrico a la laguna junto a los ríos superficiales, son la fuente de la que se abastecen de agua potable poblaciones como el propio municipio de Fuente de Piedra y Humilladero, entre otros.

Una treintena de contaminantes orgánicos

Los resultados obtenidos en los análisis de las aguas subterráneas, si bien no son para echarse las manos a la cabeza, muestran una realidad preocupante. En ellos, se han descrito hasta 32 contaminantes orgánicos, procedentes de la actividad agrícola del entorno, protagonizada principalmente por la actividad olivarera; así como de las poblaciones urbanas enclavadas en este espacio.

«Hemos encontrado concentraciones variables, dependiendo de los compuestos, y se encuentran en bajas concentraciones. Aunque el problema no es la concentración, sino la acumulación y su almacenamiento en los suelos», explica Iñaki Vadillo. Los contaminantes de los acuíferos acaban llegando a la propia laguna y son consumidos por la fauna del entorno, aunque todavía pruebas concretas de los efectos sobre en las salud de estos animales.

En estudios realizados en otros entornos se ha demostrado que los contaminantes emergentes como los encontrados en la laguna afectan a las hormonas a largo plazo, de ahí que actualmente resulte complejo relacionar problemas de salud con estas sustancias químicas presentes en el agua.

Restos de antibióticos

Otros químicos presentes en las aguas subterráneas y superficiales de Fuente de Piedra que preocupan a los investigadores de las UMA son los restos de antibióticos. Estos contaminantes, procedentes tanto de las excreciones humanas como de la actividad ganadera del entorno contribuyen al desarrollo de bacterias más potentes, conocidas también como ‘superbacterias’, capaces de resistir la acción de los antibióticos.

No obstante, la concentración de restos de antibióticos en este entorno es mucho menor que el encontrado por el mismo grupo de investigación en la cuenca del Guadalhorce, también en la provincia de Málaga, donde la actividad ganadera está más extendida.

Cuál es el origen de los contaminantes del entorno de la laguna

El conjunto de elementos químicos presentes en las aguas subterráneas y superficiales de este entorno natural tienen una procedencia diversa. Los compuestos de fertilizantes y pesticidas proceden de la actividad agrícola. En este caso, explica Iñaki Vadillo, se produce una doble contaminación. Los cultivos se riegan con agua del acuífero donde ya se encuentran restos de fertilizantes, especialmente nitratos y fosfatos, que vuelven de nuevo a la reserva subterránea junto a los abonos químicos que se encuentran en el suelo de los cultivos.

En los estudios realizados por el grupo de investigación de la UMA también se han encontrado concentraciones de 668 nanogramos/litro del pesticia aldrín, prohibido desde 1994, lo que demuestra la elevada persistencia de este tóxico.

Los contaminantes de origen urbano y los emergentes proceden de las poblaciones de la zona que, si bien cuentan con estaciones depuradoras, éstas no cuentan con las fases suficientes como para poder eliminar la contaminación presente en las aguas residuales. “Las EDAR tienen hasta cinco fases; pero estas poblaciones pequeñas no pueden contar con una estación tan avanzada, debido a su coste”, explica el investigador de la UMA. Además, hasta ahora, prácticamente ninguna depuradora es capaz de acabar con todos los contaminantes emergentes.

Los contaminantes orgánicos pueden estar acumulándose en el entorno subterráneo profundo y salino, donde un acuífero kárstico está encerrado por una matriz arcillosa y salina. “Desde una perspectiva de gestión hídrica, esto podría parecer irrelevante, ya que los recursos hídricos de entornos hipersalinos generalmente no son adecuados para la mayoría de los usos humanos. Sin embargo, esta formación no está aislada. Hay una recarga de aguas subterráneas hacia los acuíferos para el suministro urbano; y las aguas subterráneas de la cuenca endorreica de Fuente de Piedra confluyen naturalmente hacia una laguna”, explican los investigadores en su estudio.

Un investigador de la UMA toma muestras de aguas subterráneas en el entorno de la laguna de Fuente de Piedra.

Por qué se debe vigilar la concentración de sustancias contaminantes en este paraje

La vigilancia de los contaminantes en este entorno resulta de vital importancia para la conservación de la laguna y la seguridad de la población de su entorno; pero no solamente, ya que la conectividad del sistema hídrico de la zona es tal que las aguas llegan incluso al río Guadalhorce, que da de beber a un volumen de población muy destacado en la provincia de Málaga.

El Grupo de Hidrogeología advierte de la importancia de hacer un seguimiento de esta contaminación y ahora va a estudiar la afección de riego con aguas residuales en el entorno del río Vélez, concretamente, el comportamiento de los contaminantes emergentes en el terreno así como su posible traspaso a los cultivos, que en esta zona son, principalmente, mangos y aguacates.

Gracias a este tipo de estudios se está tomando conciencia de la contaminación de las aguas subterráneas, un problema que se acrecienta con las sequías recurrentes.