El rol de la masculinidad está cambiando, sin embargo, todavía hay quienes se aferran al concepto de ‘hombres de toda la vida’, entendido como hombres fuertes, que no lloran y tampoco piden ayuda cuando la necesitan. Sin embargo, toda la fortaleza que se le presume al rol masculino tradicional incrementa el riesgo de suicidio.
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Un estudio dirigido por Carmen Gálvez, investigadora y profesora de la Facultad de Psicología de la Universidad de Murcia, ha demostrado la influencia e impacto negativo del concepto de masculinidad hegemónica en comportamientos suicidas, especialmente en grupos vulnerables como hombres adolescentes y jóvenes, así como hombres sin hogar, con problemas de adicciones o de salud mental.
Estas conclusiones son resultado de una revisión sistemática de investigaciones sobre la relación entre el papel de masculinidad hegemónica y el suicidio en hombres que ha analizado estudios realizados entre 2012 y 2024 en países como Australia, Estados Unidos, Reino Unido, Sudáfrica, Ghana, Bangladesh y Noruega.
Por qué el rol de hombre tradicional incrementa el riesgo de suicidio
La masculinidad es una construcción social que desde edades muy tempranas se aprende a través de dinámicas sociales, y según las conclusiones de este estudio, los hombres que se identifican más fuertemente con los valores y normas sociales asociadas a esta idea de masculinidad tradicional son más propensos a reportar pensamientos y conductas suicidas.
Tradicionalmente, se ha transmitido la idea de que los hombres deben de ser fuertes, exitosos o rechazar valores asociados a las mujeres, como pueden ser buscar ayuda o expresar sentimientos, ya que desde esa perspectiva se entenderían como sinónimo de vulnerabilidad. Además, factores interseccionales como la clase social, la raza o la orientación sexual también intervienen en esta propensión a ideas suicidas, así como cualquier valor que se aleje de los valores tradicionales asociados a la masculinidad.
Gálvez apunta que uno de los motivos que ha dado pie a este estudio es la diferencia entre tasas de suicidios consumados frente a los intentos según género, ya que en el caso de las mujeres es mayor la tasa de intentos ‘fallidos’, mientras que en el caso de los hombres quienes deciden acabar con su vida lo acaban consumando en mayor medida.
La investigadora señala la educación como clave para intentar revertir estas tendencias. Entre otras cosas propone fomentar la diversidad dentro del concepto de masculinidad, así como abordar en el ámbito educativo la salud mental y herramientas para la prevención del suicidio.