El azafrán es una de las especias más apreciadas del mundo. Considerado como un condimento excepcional para las comidas, cuenta con unas propiedades que lo hacen único para la salud, lo que ha motivado que algunas empresas del sector de los suplementos alimenticios lo empleen como materia prima en sus productos estrella.
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Al azafrán se le atribuyen efectos positivos en la actividad intestinal. Pero no solamente. Gracias a la conexión intestino-cerebro genera efectos beneficiosos en el sistema nervioso, como mejoras en la memoria y en la capacidad de aprendizaje. En diversos estudios se ha descrito que protege frente al desarrollo de enfermedades neurodegenerativas y también es capaz de paliar los efectos de la depresión, mejorar el estado de ánimo y reducir la ansiedad.
Todos estos efectos han sido comprobados en investigaciones nacionales e internacionales; sin embargo, los mecanismos moleculares detrás su acción positiva sobre la salud están todavía por desvelar. Un equipo de investigación del Centro de Edafología y Biología Aplicada del Segura (CEBAS), liderado por Rocío García Villalba, trata de determinar los procesos generados en el organismo por los apocarotenoides basados en azafrán, y conocer cómo interactúan con las bacterias de la región intestinal.
La investigación se desarrolla en el marco de un proyecto de investigación financiado por la Fundación Séneca de la Región de Murcia, cuyos resultados servirán para el desarrollo de productos todavía mucho más efectivos y beneficiosos para la actividad cerebral.
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Qué elementos del azafrán son beneficiosos para la salud cerebral
Los investigadores sospechan que los compuestos del azafrán responsables de los efectos beneficiosos sobre la salud son dos pigmentos carotenoides llamados crocetina y la crocina. Aunque no está del todo claro si la acción sobre el organismo y el sistema nervioso central se debe a estos pigmentos directamente o a los que se generan ya en el interior del intestino.
Rocío García Villalba explica que cuando se ingiere un alimento, éste se descompone en otros compuestos diferentes, fruto de la interactuación de con las microbiota intestinal, conocidos como metabolitos, que pasan al plasma sanguíneo y se distribuyen por todos los órganos. También ocurre que los compuestos de los alimentos sean capaces de modificar las bacterias intestinales.
«Se sabe que las crocinas se absorben poco y lo más probable es que lleguen al colon e interactúen con la microbiota intestinal, aunque se desconoce cómo se realiza esa interacción y qué metabolitos se nuevos se generan. En nuestra investigación tratamos de aclararlo y también de describir la modulación de las bacterias intestinales generada por los carotenoides del azafrán», aclara la investigadora del CEBAS.
Qué se sabe hasta ahora de la acción del azafrán en el organismo
Hasta el momento, el equipo que lidera Rocío García Villalba ha descubierto que los carotenoides del azafrán se degradan muy rápidamente. Asimismo, ha observado que de la interacción de las crocinas y las crocetinas del azafrán con la microbiota intestinal se generan metabolitos nuevos, no descritos anteriormente. «Estos resultados abren un nuevo campo de estudio de estos metabolitos que podrían ser los responsables de los efectos beneficiosos sobre el cerebro», aclara.
Estos metabolitos nuevos podrían ser los responsables de los efectos beneficiosos sobre las capacidades cognitivas y el estado de ánimo. Pero si se generan en la región intestinal, ¿cómo producen su efecto sobre el cerebro?
La respuesta a esta pregunta viene definida por lo que se conoce como «el eje microbiota-cerebro», explica García Villalba. Los metabolitos generados en el colon pasan al torrente sanguíneo, que se encarga de distribuirlos por todos los órganos, entre ellos, el cerebro.
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Cómo se estudia la acción del azafrán sobre el sistema nervioso
El estudio sobre la interacción de los carotenoides y las bacterias intestinales se ha llevado a cabo mediante experimentos en laboratorio.
Los investigadores han empleado unas cabinas especiales que simulan el entorno del colon y permiten reproducir las reacciones que se producen en su interior.
En estos entornos han realizado incubaciones de muestras fecales donadas por voluntarios y las han expuesto a los compuestos del azafrán. «Nos fijamos en qué ha ocurrido con las bacterias y en qué otros metabolitos se han transformado los carotenoides del azafrán».
Este proyecto, titulado Estudio metabolómico de la interacción de los apocarotenoides del azafrán, crocina y crocetina con el microbiota intestinal, tiene una segunda parte, en la que se está estudiando si existen diferencias por edad en la producción de estos metabolitos.
Además, está a punto de comenzar otra fase crucial de esta investigación con humanos, que han consumido cápsulas enriquecidas con extracto de azafrán, con el objetivo de estudiar los metabolitos que circulan en sangre o se excretan con la orina y las heces, y compararlos con los obtenidos en los experimentos en laboratorio.
«Esto nos permitirá conocer también qué tipo de bacterias son las responsables de generar estos metabolitos nuevos, ver si se puede aumentar la producción de estas bacterias», explica Rocío García Villalba.
Este proyecto financiado por la Fundación Séneca aportará una información clave sobre la acción del azafrán sobre el organismo, que se podrá emplear en el desarrollo de una nueva generación de nutracéuticos que aprovechen todo el potencial de esta flor casi tan cara como el oro.