La diversidad genética cae a niveles históricos, pero hay solución

La diversidad genética de la fauna y flora se encuentra en los niveles más bajos de la historia, sin embargo, este fenómeno que debilita a las especies se puede revertir, según se ha puesto de manifiesto en un estudio internacional, en el que han participado investigadores de la Estación Biológica de Doñana.

La gestión realizada con el lince ha permitido mejorar la variedad genética de la especie.

Esta investigación se trata del estudio mundial más exhaustivo hasta la fecha sobre diversidad genética a nivel temporal, espacial y de especies. El estudio, publicado en la prestigiosa revista científica Nature, ha sido dirigido por la profesora asociada Catherine Grueber, de la Universidad de Sídney y ha contado con la colaboración de un equipo científico de diferentes países como España, Reino Unido, Suecia, Polonia, Grecia y China.

Los análisis abarcan más de tres décadas (de 1985 a 2019) y 628 especies de animales, plantas y hongos de todos los ámbitos terrestres y la mayoría de los marítimos de la Tierra. Los resultados revelaron pérdidas en diversidad genética de dos tercios de las poblaciones analizadas, particularmente en los casos en los que se indicaba como amenazas los cambios de uso de suelo, enfermedades, explotación o persecución.

Por qué es importante mejorar la diversidad genética

La diversidad genética es necesaria para garantizar la supervivencia de las especies a largo plazo. Proporciona las herramientas para enfrentarse a problemas de conservación futuro. Esto se puede hacer, por ejemplo, permitiendo la adaptación a cambios ambientales – como puede ser los asociados al cambio climático- o facilitando la lucha contra patógenos”, explica Carles Vilà, investigador de la Estación Biológica de Doñana y coautor del estudio.

A su vez, en el estudio se demostró que, en general, la diversidad genética se mantuvo, o incluso aumentó, con la implementación de acciones de conservación destinadas a reforzar las poblaciones con la introducción de nuevos individuos o gestionándolas retirando otros para mejorar las condiciones del resto, mejorando las condiciones ambientales a través de la restauración ecológica o controlando las plagas.

“Es innegable que la biodiversidad está disminuyendo a un ritmo sin precedentes en todo el planeta, pero hay atisbos de esperanza. La acción de los conservacionistas está revirtiendo estas pérdidas y ayudando a crear poblaciones genéticamente diversas que puedan afrontar mejor los retos del futuro”, comenta la profesora Grueber.

Cómo se ha estudiado la diversidad genética de flora y fauna

El equipo científico utilizó innovaciones en el análisis genético para obtener nuevos conocimientos a partir de estudios realizados hace décadas. Crearon una escala de medición común, con la cual pudieron realizar comparaciones entre estudios, incluso cuando utilizaban metodologías diferentes y recogían los datos genéticos de formas distintas.

“Este tipo de estudio global exhaustivo no habría sido posible ni siquiera hace 10 años”, afirma Grueber. “Los avances en genética y estadística nos han proporcionado nuevas herramientas que nos permiten seguir aprendiendo de los estudios mucho tiempo después de que se hayan llevado a cabo, lo que supone una enorme ventaja cuando analizamos poblaciones y tendencias a escala mundial”.

Cómo revertir la baja diversidad en las especies

Entre las medidas de conservación que pueden mejorar o mantener la diversidad genética están las translocaciones (traslado de animales entre poblaciones en beneficio de una especie o ecosistema), la restauración de hábitats, el control de poblaciones (eliminación de algunos individuos para mejorar las condiciones de los que quedan) y el control de especies asilvestradas o plagas.

Entre los éxitos cosechados figuran la reintroducción del bandicut dorado, una especie de marsupial, en zonas de Australia Occidental, la liberación de zorros árticos procedentes de programas de cría en cautividad en Escandinavia, la translocación de perritos de las praderas mayores a poblaciones existentes en Norteamérica y el tratamiento eficaz de enfermedades en poblaciones de perritos de las praderas de cola negra, que ha mejorado la salud de las colonias del centro-norte de Montana en Estados Unidos.

En España, un buen ejemplo es el lince ibérico, como explica, José Antonio Godoy, investigador de la Estación Biológica de Doñana y también coautor del estudio: “El caso del lince ibérico ilustra muy bien como una especie pierde diversidad genética como consecuencia del declive y también muestra cómo las actuaciones de conservación, incluidas la cría en cautividad y el reforzamiento de las poblaciones mediante translaciones, pueden mejorar la situación genética y revertir el declive demográfico. Al mismo tiempo resalta la necesidad de detectar la pérdida de diversidad cuanto antes para aplicar las medidas de gestión correctoras antes de que sea demasiado tarde”.

El equipo científico espera que los resultados fomenten los esfuerzos de conservación y conduzcan a una mayor protección de las poblaciones que actualmente no se gestionan. “Este estudio muestra que necesitamos aumentar la inversión en programas de seguimiento genético y asegurar que nuestras estrategias de conservación incluyan acciones específicas para mantener la diversidad genética, especialmente en especies amenazadas y espacios protegidos”, concluye Jennifer Leonard, investigadora de la Estación Biológica de Doñana y coautora del estudio.