Rodrigo Morchón dirige en la USAL uno de los dos únicos equipos en España que investiga en profundidad esta emergente enfermedad zoonósica favorecida por la subida de las temperaturas y especies invasoras como el mosquito tigre
El aumento del número de mosquitos transmisores mantiene al alza la prevalencia de esta patología en Castilla y León, con el 23,5% de su territorio en riesgo de transmisión elevado según el último mapa de riesgo de infección elaborado por la USAL
El último informe de la Asociación Española de la Industria y el Comercio del sector del Animal de Compañía de 2024 refleja que el 49% de las personas de España conviven con animales domésticos. Una cifra en armonía con la popularidad de las mascotas en los hogares europeos, que alcanza ya a los 129 y 106 millones de gatos y perros.
Entre las patologías que estos mamíferos pueden cursar a lo largo de su vida, la comunidad científica observa con atención la expansión de la enfermedad del gusano del corazón (dirofilariosis cardiopulmonar) hacia los países del norte de Europa, así como el aumento de su prevalencia en España, fruto del aumento de las temperaturas y del número de mosquitos vectores transmisores de esta enfermedad parasitaria.
Rodrigo Morchón García, profesor del Área de Parasitología, dirige en la Universidad de Salamanca el Grupo de Investigación ‘Enfermedades Zoonósicas y Una Sola Salud’. Uno de los dos únicos equipos en España que investiga en profundidad esta enfermedad endémica en los países del Mediterráneo, causada por el nematodo Dirofilaria immitis y que provoca lesiones graves e irreversibles en las arterias pulmonares de los animales afectados. Trasmitida por un tipo determinado de mosquitos, se considera asimismo zoonosis debido a que este parásito puede transferirse al humano tras la picadura de un mosquito vector.
El profesor del Área de Parasitología describe la dirofilariosis a Comunicación USAL como una patología “cosmopolita y de distribución mundial”. Además, dado que se transmite mediante la picadura del mosquito, “deben existir unas condiciones climáticas óptimas, caracterizadas por humedad y temperatura elevadas, donde el insecto transmisor se desarrolle adecuadamente”, detalla.
No obstante, ya ha sido descrita en regiones en donde no había constancia de ella, por lo que se la considera emergente y en expansión en Europa. Al respecto, Morchón señala que “los científicos estamos viendo que se describe la presencia de este parásito en zonas que previamente se consideraban libres de la enfermedad con mayor frecuencia, y cada vez más al norte del continente”.
Zoonosis emergente en Castilla y León
En España, se encuentra principalmente por zonas del sur de la Península Ibérica y periferias de ríos y zonas de regadío, como la ribera del Tormes o el delta del Ebro, aunque cada vez se describe más hacia el norte peninsular. También está presente en las Islas Baleares y Canarias, donde, en estas últimas, la incidencia se sitúa entre las más altas del país.
En este contexto, el equipo de científicos del Estudio salmantino centró su última investigación en la dirofilariosis como zoonosis emergente en Castilla y León, un trabajo que le ha reportado a Morchón el “III Premio de Investigación Albéitar Francisco de la Reyna” en reconocimiento al esfuerzo e innovación en el campo de la investigación veterinaria.
Ejecutado en colaboración con Alberto Montoya, de la Universidad de las Palmas de Gran Canaria, el estudio ofrece un amplio espectro de datos en cuanto a la actual prevalencia de la enfermedad en los perros y gatos de la Comunidad Autónoma, acompañado de un completo y detallado mapa de riesgo de infección para D. immitis en el territorio de cada provincia.
Gracias a ello, los investigadores de la USAL han podido constatar que “el 23,5% del territorio de Castilla y León está en riesgo de transmisión elevado de dirofilariosis y que el 6,22% de los canes y el 7,23% de los gatos de la Región están infectados”.
Prevalencia de D. immitis en los perros y gatos de Castilla y León
Respecto a los canes, los datos obtenidos apuntan lo siguiente: de todos los animales analizados para el estudio en la comunidad de Castilla y León para el año 2023, 82 de 1.319 resultaron perros infectados con D. immitis, siendo la prevalencia obtenida del 6,22%. La provincia con mayor porcentaje fue Palencia (10,53%), seguida de Valladolid (9,66%), Segovia (7,51%), Burgos (6,86%) y Salamanca (6,30%). Las que menos prevalencia presentaron fueron Zamora (4,12%), Ávila (3,77%), León (2,49%) y Soria (1,14%).
En cuanto a los gatos, 29 de 401 resultaron positivos, dando una seroprevalencia del 7,23%. Las seroprevalencias mayores se mostraron en Segovia (14,29%), Valladolid (12,77%) y Palencia (12,12%), seguida de Salamanca (6,98%), León (4,69%), Zamora (3,7%) y Ávila (2,94%). Por el contrario, no se reportó ningún gato seropositivo en Burgos y Soria.
Sobre los porcentajes, Rodrigo Morchón subraya que “los valores de prevalencia en perros en la región siguen al alza, y aún más en gatos, ya que no es costumbre analizar esta enfermedad en el hospedador felino”. Aunque en Castilla y León la prevalencia de la enfermedad es media, “en comparación con el territorio nacional, el riesgo es evidente, más si cabe que es una enfermedad zoonósica, de transmisión al humano”.
Mapa de riesgo de infección en Castilla y León
Uno de los elementos destacados del estudio de la USAL es la elaboración de un mapa de riesgo de infección para D. immitis en el ámbito geográfico de Castilla y León, que refleja, en gama de colores, los distintos valores del riesgo potencial de transmisión de la zoonosis.
Concretamente, establece cinco intervalos de valores, según los cuales, el 23,5% del territorio estaría en el superior, lo que implicaría un riesgo de transmisión elevado; el 38,8% se ubicaría en el segundo intervalo, lo que supone un riesgo medio-alto; el 17.8% en el tercer intervalo con riesgo medio-bajo; y el 5,3% estaría en el cuarto e indicaría un bajo riesgo, siendo muy bajo en el 14,6%.
Sobre esto, el aumento de la temperatura ha hecho que “aumente el número de mosquitos culícidos, transmisores de esta enfermedad, así como la aparición de especies exóticas no descritas con anterioridad, como el mosquito tigre, principalmente en las regiones de la meseta peninsular con áreas de regadío y en la cuenca de los grandes ríos, llevando consigo un aumento de la incidencia en estas zonas”, explica.
Un aspecto al que habría que añadir “la expansión de las zonas urbanizables con propietarios con una o varias mascotas, el número de viajeros con mascotas y el transporte de mercancías, que hacen que los vectores y mascotas estén en constante movimiento y contribuyan a la expansión de la enfermedad”.
Mosquitos, trasmisión y humanos como hospedadores accidentales
En cuanto al nematodo, los investigadores de la USAL especifican que los gusanos adultos son filiformes, blanquecinos y miden entre 12-30 cm. de longitud. Afectan principalmente a los perros, que son los hospedadores definitivos, aunque también gatos, hurones y otros carnívoros son susceptibles de ser infectados. Además, su presencia es síntoma de la posible existencia de otras enfermedades de transmisión vectorial.
Se transmite únicamente mediante la picadura de mosquitos de los géneros Culex spp., Aedes spp., Anopheles spp., Culiseta spp. o Coquillettidia spp., casi todos hematófagos nocturnos. No obstante, “también existen mosquitos diurnos capaces de transmitir la dirofilariosis, como Ae. albopictus (el mosquito tigre), lo que aumenta las posibilidades de transmisión en aquellas zonas donde está presente”.
El ser humano es un hospedador accidental, pues en la mayoría de los casos las larvas L3 mueren antes de alcanzar la madurez. Sin embargo, es capaz de alcanzar fases pre adultas, donde el parásito se enquista en el pulmón formando un nódulo aislado. Generalmente pasa desapercibido, “solo en ocasiones puede producir algún síntoma respiratorio. Este nódulo se descubre cuando se realiza una radiografía, resonancia magnética o tomografía computarizada”.
Lesiones graves de las arterias pulmonares y tratamiento
Respecto a las lesiones que provocan, una vez infectado, los parásitos adultos van a producir en el animal un proceso cardiorrespiratorio ya que lesionan grave e irreversiblemente las arterias pulmonares. Se produce un fenómeno denominado endoarteritis proliferativa, donde la pared de la arteria deja de ser lisa y se desarrollan rugosidades y vellosidades que, a su vez, provoca un estrechamiento de su luz.
Además, las arterias se deforman y pierden elasticidad, provocando hipertensión pulmonar precapilar y en consecuencia se desarrolla una insuficiencia cardiaca derecha. En adición, “la muerte natural de los parásitos puede provocar tromboembolismos pulmonares de diversa gravedad, que pueden llegar a ser mortales”, refiere Morchón.Aun así, la dirofilariosis cardiopulmonar en perros “tiene tratamiento efectivo, ya sea como quimioprofilácticos o con tratamiento quirúrgico con la extracción de los gusanos de la cavidad derecha del corazón”.
Por otra parte, si se aplican las medidas de prevención recomendadas por la ESDA (European Society of Dirofilariosis and Angiostrongylosis) y la AHS (American Heartworm Society) con lactonas macrocíclinas, repelentes y/o pipetas, el riesgo de infectarse disminuye drásticamente. “Prevención, siempre prevención. Ese es el principal y primer tratamiento a contemplar”, concluye.