El Salón de Actos del Campus de Los Jerónimos de la Universidad Católica San Antonio de Murcia ha acogido el Acto de Imposición de Becas y Entrega de Diplomas a los alumnos de la XIV Promoción del Máster en Traumatología del Deporte, evento que ha contado con la presencia de destacadas personalidades del ámbito académico y médico.
La mesa presidencial ha estado formada por Francisco Esparza, director del máster; Pedro Guillén, decano honorario de la Facultad de Medicina de la UCAM y director de la Clínica CEMTRO, y José Antonio Vega, decano de la Facultad de Medicina y Ciencias de la Salud de la Universidad de Oviedo y padrino de esta promoción. Los tres dirigieron palabras de felicitación y aliento a los egresados, resaltando la importancia de la especialización y la continua formación en el campo de la traumatología deportiva.
Durante el acto, el alumno Alejandro Monroy, en representación de sus compañeros, ofreció un emotivo discurso en el que resumió dos años de intensa formación, compañerismo y experiencias compartidas. En su intervención subrayó el esfuerzo y la dedicación, así como el valioso apoyo del claustro docente.
La promoción, compuesta por 23 alumnos, se suma a la lista de egresados del máster, con 25 años de experiencia y 281 profesionales formados. Este programa se distingue por el contacto humano que se genera entre estudiantes y profesorado, las relaciones establecidas con diversas entidades durante el curso, la excelencia del claustro docente y el uso de tecnologías avanzadas en la formación.
Formación para las personas
El Máster en Traumatología del Deporte de la UCAM se ha consolidado como referente en la formación de especialistas, ofreciendo una enseñanza integral que combina conocimientos teóricos y prácticos con una fuerte dimensión humana y ética.
En su discurso, el padrino de esta promoción destacó el gran valor de este máster por su componente humano y la relación docente-alumno: “Se descubrió que había otra forma de impartir la docencia, ideada para la urgencia, y hubo quien llegó a la conclusión, sin duda errónea, de que no hacía falta pasar por las aulas. A lo mejor los profesores no cumplimos al completo las expectativas de transmisores de conocimiento, pero la autoridad académica la tenemos nosotros y no internet, ni un teléfono móvil. Y es que un profesor, un buen profesor, transmite en el aula y en el hospital mucho más que ciencia”, para concluir diciendo que “no olvidéis nunca que gente que da clase puede haber mucha, pero profesores, muy pocos”.